¿Podremos alguna vez ser campeones en el fútbol? Si, pero sólo si renunciamos a ser un país de perdedores y si dejamos de usar el fútbol como un mero medio para fines políticos.
Ocurre que conforme el fútbol ha ido ganando prestigio como movilizador de pasiones masivas se ha ido utilizando cada vez más con fines políticos. Por ejemplo durante el gobierno del Gral. Velasco se usó a la selección nacional para unir el país -subliminalmente en torno a su gobierno- con miras a triunfar los Mundiales de 1970 y 1974. Se pagaron fortunas para traer a Didí, crear canciones alusivas, publicitar los logros peruanos, etc. Más recientemente se utilizó a los prestigiados Cubillas y Maturana y a las estrellas peruanas que brillan en el extranjero para cumplir un rol similar en torno al gobierno de Fujimori. En su momento lo hizo en Chile el Gral. Pinochet encumbrando al popular equipo Colo Colo en desmedro de la U. Católica y U. de Chile que eran más representativos de las clases medias. En Argentina el Gral. Videla utilizó el Mundial de Fútbol para tender una cortina de humo frente a los crímenes internos. Recientemente Francia relanzó su rol diferencial en Europa amparado en el ánimo triunfador que emergía de sus victorias futbolísticas.
Sin embargo, a diferencia de los otros países mencionados en el Perú desde hace muchas décadas que no podemos ganar un gran campeonato. Algunos dicen que es por los déficit de desarrollo neurológico y motor en nuestra infancia nacida en la pobreza. Pero esa explicación no alcanza para entender los fracasos de tantos jugadores que proceden de familias de clase media, y tampoco explica los grandes logros del fútbol de Brasil, Nigeria o Camerún, que cuentan con jugadores de origen igualmente pobre.
Creo que las perspectivas sociológica y psicológica ofrecen mejores argumentos. Desde la mirada sociológica, el fútbol es una representación simbólica y lúdica de nuestra manera de ser peruanos, que dependemos de un caudillo, que somos muy individualistas y no sabemos jugar como equipo. La desintegración entre peruanos, se reproduce en cada uno de los jugadores y equipos peruanos lo que no permite alcanzar triunfos.
Desde la mirada psicológica ganar es más un asunto de salud mental social que algo meramente deportivo. Los peruanos parecemos ser acomplejados, tenemos baja autoestima, nos doblegamos ante las responsabilidades. Nos sentimos mejor cuando perdemos, que es nuestro estado normal, y más bien nos asusta ganar. Por eso, aunque empecemos ganado pronto volvemos a perder. Este complejo de inferioridad y baja autoestima también explica porqué usualmente se buscan entrenadores o preparadores físicos extranjeros, así como futbolistas peruanos que estén jugando en el extranjero. Parecería que la regla del pensamiento eficaz se basa en que “la solución vendrá de afuera”.
En realidad el fútbol es una metáfora de la sociedad peruana que tiene instalada una mentalidad perdedora e impotente que heredamos de nuestra educación represiva; de la enseñanza de la Historia del Perú llena de relatos y personajes heroicos que lograron “victorias morales” a pesar de haber sido derrotados; de las enormes fracturas sociales que no nos brindan una identidad común; de la actitud acomplejada de muchos líderes de opinión y periodistas en los medios de comunicación. Siempre nos quejamos que nuestro destino depende de otros o de la mala suerte. Nos quejamos del daño o los perjuicios que nos ocasionan los demás, grupos sociales diferentes, estado o gobierno de turno, organismos internacionales como el FMI o incluso el imperialismo norteamericano, etc.
Por eso en lugar de buscar soluciones peruanas nos la pasamos pidiendo la venia de los otros, copiando lo que otros hacen, trayendo consultores o entrenadores extranjeros o inclusive peruanos que se han “extranjerizado” por su estadía temporal en otros países. En otras palabras, en las derrotas del fútbol están representadas las derrotas y los complejos peruanos.
El reto educativo radica entonces en transformar nuestra “mentalidad perdedora” en una “mentalidad ganadora” tanto en el ámbito deportivo, como el político, empresarial, profesional, académico y tantos otros. Integrarnos y “trabajar en equipo”, dejar de vernos y actuar como si estuviéramos condenados a ser un país tercer mundista fracturado, y orientar todas las energías y talentos nacionales en dirección de colocarnos en la vanguardia del mundo. Los gobernantes, líderes y educadores de hoy tienen la enorme responsabilidad de construir los pilares de nuestra mentalidad ganadora. Esto obliga a replantear nuestra educación para dejar de ser acomplejados y “pisados” para convertirnos en ambiciosos luchadores con deseos de ser los primeros, de ser triunfadores, de tener éxito.

Artículo afin:

El mundo Mundial 1: La fábrica de ficciones Por MARTÍN CAPARRÓS NYT 11 de junio de 2018 «Es lo que hace: el fútbol es la mejor máquina de ficción que hemos inventado desde que un tal Saulo dijo que un tal Jesús había resucitado, desde que un tal Robespierre insistió en que una república da a sus ciudadanos libertad, igualdad y esas cosas. El fútbol no llega a tanto, pero es un gran fabricante de ficciones».

El fútbol como metáfora de la sociedad

Contra el fútbol, de todo corazón.En los mundiales la despersonalización llega a su clímax. Entonces todo el mundo, los mendigos sacoleros de las grandes aldeas latinoamericanas y los monjes del desapego de las alturas del Tíbet y el presidente de Francia y el colegio de cardenales, hacen entrega de sus responsabilidades ciudadanas, humanas, y civiles, y se olvidan de todo, mientras la casa se nos cae en pedazos. Y el grito de gooool estremece los cimientos de los edificios hasta el lúgubre Saturno. Y nadie te pregunta como antes, cómo estás, sino cómo van, como si no existieras. El fútbol pertenece a la categoría de las drogas de evasión, como las religiones burocráticas, el opio y la cocaína.Y cuenta (como las religiones burocráticas, el opio, la cocaína) y la pornografía y la guerra, entre las más poderosas multinacionales en la crónica de la criminalidad moderna. Aunque parezca exagerado, así parece: ni más ni menos.

El fútbol según Eduardo Galeano. En «Fútbol a Sol y Sombra»el genial escritor uruguayo regaló, además de relatos riquísimos, su visión de los actores principales del deporte.

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¿Y si el fútbol profesional fuera más educativo para los niños? Miles de chavales imitan en los patios de sus colegios lo que hacen sus ídolos futbolísticos. Pero, ¿hasta qué punto lo que ven nuestros hijos en sus referentes es positivo? Si fuéramos capaces de fomentar un locus de control interno (atribuir lo que nos pasa a variables que podamos controlar), nos irían mejor las cosas, además en todos los sentidos.