Con frecuencia me preguntan ¿por qué los judíos siguen recordando Auschwitz y el Holocausto? ¿Por qué no perdonar y olvidar? ¿Por qué ese deseo de venganza? ¿Por qué insisten en tocar ese tema? Suelo responder que no se trata de venganza, aunque la entendería. Se trata de justicia, porque los perpetradores deben pagar por las consecuencias de sus actos y las víctimas merecen la justicia de ser recordados. Pero hay muchas otras razones.

Recordamos el Holocausto porque haciéndolo tocamos las partes más oscuras de la historia de la humanidad y del hombre, en las que se hostilizó y se persiguió al diferente, en las que se procuró someter o eliminar a las minorías, en las que el hombre fue intolerante con quienes pensaban diferente.
Recordamos el Holocausto porque no podemos aceptar la tesis que sostiene que para que unos vivan bien, los otros tienen que morir. Recordamos el Holocausto porque si las víctimas no recuerdan, los perpetradores olvidarán. Es más, harán todo lo posible para distorsionar, negar y hacer que otros olviden.
Recordamos el Holocausto por su valor preventivo y porque la reacción frente a él dio origen a la versión que hoy conocemos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948.

Recordamos el Holocausto para hacer justicia a gentiles como Raoul Wallenberg, y muchos otros, que arriesgaron su comodidad y sus vidas para ayudar a su prójimo judío. Recordamos el Holocausto porque con ello sacudimos la conciencia de los cristianos y los miembros de otras confesiones, que a partir de la constatación de las tragedias que ocasiona la intolerancia religiosa revisaron su relación con el pueblo judío. Recordamos el Holocausto porque aún no terminó. El neonazismo es el hijo legítimo del nazismo, que levanta cabeza y se abre paso aprovechando el olvido y la indiferencia, aunque han diversificado sus víctimas.

Recordamos el Holocausto porque con eso le damos una razón para vivir a los sobrevivientes que reconstruyeron sus vidas. En lo personal, recuerdo Auschwitz y el Holocausto porque yo estuve allí. Porque soy cada uno de los muertos, y soy cada uno de los sobrevivientes. Si Hitler y los nazis hubieran completado su plan, yo no estaría aquí hoy. Cuando un sobreviviente cuenta que perdió a su familia, que ante sus ojos le arrebataron a sus hijos para aniquilarlos, yo pienso en mis hijos. También mis hijos estuvieron allá. Estuvimos allí. Nos estamos recordando a nosotros mismos