Desde Velasco hasta hoy, han desfilado unos 40 ministros de educación por dicho despacho, a un promedio de un año por ministro, produciendo gestiones discontinuas y fracturadas que han impedido generar una visión compartida del futuro y realizar planes y acciones que articulen el corto, mediano y largo plazo. Estos requieren siempre de unos cuantos años de continuidad para iniciarse, consolidarse, aceptarse en la comunidad educativa y generar una inercia positiva que haga que se insista en ellos aún cuando cambie el gobierno.
Hay poca gente altamente calificada dispuesta a aceptar el cargo de Ministro de Educación precisamente debido a la brevedad del mandato ministerial, la escasa garantía de contar con respaldo político cuando se producen huelgas magisteriales u otras turbulencias como reacción a los intentos reformistas, la falta de asignación de recursos previsibles para que el sector pueda implementar innovaciones continuas durante el quinquenio de gobierno, etc. Usualmente quedan pocas huellas del paso de un ministro por el despacho de educación excepto su foto en la galería de ex ministros. Cambios sustantivos no hay hace décadas y los resultados educacionales son evidentemente calamitosos.
Se requiere entonces una fórmula que haga que alguno de los 100 profesionales de la educación más distinguidos del país, con formación y experiencia nacional e internacional, con conocimiento del mundo educativo público y privado, escolar y universitario, acepten renunciar a sus puestos estables o consultorías habituales para convertirse en el líder o lideresa del sector. Mi sugerencia es ofrecer el cargo garantizando cinco años de continuidad al frente del sector.
Para ello sugeriría convocar para el período gubernamental 2006-2011 a un “Zar de la Educación” capaz de implementar una agenda previamente consensuada, elegido con un esquema similar al que permitió persuadir a Beatriz Merino a aceptar la Defensoría del Pueblo. Es decir, recibir el respaldo explícito de la alianza gubernamental conformada por el partido de gobierno y dos o tres más con el que se sumen al menos 65 congresistas, que por un lado faciliten la promulgación rápida de las leyes y la asignación de los presupuestos convenidos, y por otro lado pongan un muro de contención a las innumerables interpelaciones y zancadillas políticas que toda acción reformista del ejecutivo sin duda suscitará.
Junto con ello ¿qué otras cosas debemos hacer para que durante el próximo quinquenio de gobierno 2006-2011 la educación peruana se proyecte como una de las mejores de América Latina?
Primero, ser optimistas. Es posible en plazos relativamente cortos relanzar nuestra educación con inteligencia, audacia, creatividad y apoyo político. Tomando como base la propuesta del Proyecto Educativo Nacional 2006-2021 presentada por el Consejo Nacional de Educación, se puede armar el primer tramo 2006-2011.
Segundo, ser realistas y pragmáticos. Como ningún partido podrá reformar solo el sector, los aliados junto con el “Zar de la Educación” convendrían en una agenda innovadora concertada para los 5 años que incluya el incremento presupuestal automático del 0.25% del PBI al año para el sector. Este Zar (ministro) escogería entre los expertos de estos partidos aliados a algunos para integrarlos a los cuadros técnicos del ministerio, garantizando así los vasos comunicantes directos entre el Ministerio de Educación y los partidos que se alíen para darle a la propuesta educativa del sector viabilidad económica, legal y política.
Tercero siendo eficientes. Cada partido aliado del pacto aportaría a sus tres técnicos más calificados en educación y legislación educativa para conformar una mesa consultiva de especialistas que precalifiquen las iniciativas legislativas requeridas para poner en marcha la agenda educativa consensuada. Los proyectos de normas aprobadas por este equipo técnico multipartidario se presentarían con carácter de urgencia a la Comisión de Educación del Congreso y de allí al pleno para su aprobación inmediata.
Cuarto siendo desprendidos por el país, deponiendo recelos y cuentas pendientes del pasado. Quienes asuman funciones en este equipo tienen que renunciar a sus prejuicios, recelos, etc. originadas en el pasado para poner la salvación de la educación como meta común. Eso incluye además concordar con los dirigentes magisteriales el plan de desarrollo magisterial para los siguientes 5 años.
Quinto, siendo limpios y transparentes. Toda decisión que suponga inversiones o gastos deberá contar con veedores y auditorios calificados para cada operación, escogidos entre los ciudadanos más dignos que quieran colaborar aportando su sapiencia y honestidad, que podría incluir por ejemplo a los amautas con “Palmas Magisteriales” y a jubilados notables de diversos gremios profesionales.
La educación peruana languidece y relanzarla exige coraje y desprendimiento. Si no lo hace el próximo gobierno, se irán extinguiendo las pocas opciones que quedan el desarrollo con paz social.