El Perú vive una situación paradójica. Por un lado, el sistema educativo como conjunto tiene un pésimo desempeño, medido con indicadores nacionales e internacionales. Basta decir que ya en 2do de primaria el 85% del alumnado no logra un nivel de suficiencia en comprensión lectora y 90% en aritmética para tener descrito la gravedad del panorama. Sobre esas deficiencias se construye luego el resto de la vida escolar que estará llena de fracasos y frustraciones porque las deficiencias iniciales nunca llegan a disolverse. Al contrario, se acumulan y agrandan en el tiempo. No hay necesidad de otras pruebas de diagnóstico a lo largo de primaria y secundaria para saber que si 90% de los alumnos fracasan en 2do grado y aún así pasan de año para hacer los programas de 3er grado en adelante, los vacíos acumulados marcarán sus fracasos a lo largo de su escolaridad.

 

Por otro lado, hay una infinidad de pequeñas experiencias escolares públicas exitosas regadas por todo el Perú a cargo de instituciones reconocidas como Fe y Alegría, Solaris, ILV, PROMEB-Piura, AprenDes-San Martín, Tarpusunchis, AIDI, Educo, CEPRECYT, CEPESER, El taller-Arequipa, IPAE, ISP Monterrico, UNIA, PUCP, UPCH, entre muchas otras, pero que no tienen el peso para ser contrastadas con la casi monopólica propuesta del ministerio de educación.

 

Los responsables contestan que podrían hacer mucho más si el ministerio, los gobiernos regionales y las UGELes les dieran las facilidades con plazas docentes, dinero para financiar materiales educativos y la eliminación de absurdas rigideces normativas. Por ejemplo: Fe y Alegría invierte en capacitar y acoger cada año a los nuevos profesores que cubren las plazas para contratados. Sin embargo, a fin de año tienen que irse del colegio porque se vence el contrato y aparecen nuevos profesores ganadores de concurso para llenar las plazas de contratados. Si la norma dijera “en toda institución educativa que tiene derecho a plazas para contratados, la institución podrá renovar el contrato de quienes se desempeñaron bien el año vencido”, se simplificarían los concursos, se premiaría a los contratados que tuvieron buen desempeño y se le ahorraría a cada institución la obligación de empezar cada año de nuevo a entrenar profesores, que luego tendrán un desempeño impredecible.

 

¿Porqué no darnos la oportunidad de poner en vitrina este enorme y diverso bagaje de experiencias exitosas para confrontarse con las que acostumbra el Minedu? Sugiero al gobierno dar un año de vacaciones normativas a todas las instituciones educativas y decirles “hagan este año lo que mejor les parezca”. Como ya somos los últimos en Latino América y peor no podemos estar, una norma así sólo podría evidenciar mejoras. Se harían evaluaciones muestrales de entrada y salida de cada institución y a toda aquella que demuestre que el desempeño de los alumnos ha mejorado en ese año, se le reitera la autorización para seguir haciendo lo que mejor le parezca. Aquellas que no lo logran, volverían al paraguas del control ministerial.

 

Sin duda florecerían las experiencias exitosas, marcando la ruta para la reforma educativa que nuestra agonizante educación necesita.

 

Es bueno señalar que muchas instituciones cuentan con profesionales tan ó más competentes que los del propio ministerio de educación por lo que esta propuesta no busca el libertinaje sino ingresar al espacio de la construcción de la autonomía escolar.

 

Sin duda, lo que ocurriría es que se le daría alas para volar a todas las instituciones que tienen un equipo docente y una energía institucional capaz de volar alto y demostrar que su proyecto funciona bien si le dan las facilidades que requiere. Ello haría que florezcan las experiencias exitosas por todo el país, con logros individuales y colectivos muy superiores a los actuales. Luego, si se registran y sistematizaran todas estas experiencias a través de contratos con las universidades regionales, se podría encontrar los perfiles y características de las iniciativas innovadoras más poderosas, que podrían ser replicadas por todo el país. Con eso, si el ministerio hace suyas todas las experiencias positivas y las difunde por todo el país, se marcaría la ruta de la reforma de la gestión educativa que la agonizante educación peruana necesita urgentemente.

 

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