Para los TLC, la ampliación del acceso de los firmantes a los mercados involucrados exige eliminar todo subsidio, restricción, arancel, gravamen, discriminación o cuota. Para cultura, eso podría significar por ejemplo que se suprima cualquier política pública orientada al apoyo y promoción de los artistas y creadores. También podría significar prohibir las cuotas reservadas para la producción nacional en la radio y televisión peruana, que asegure al público el acceso a las obras nacionales. También podría significar que la música peruana desaparezca del mercado discográfico, porque por economías a escala las grandes transnacionales discográficas norteamericanas no invertirán en producciones peruanas. También podría significar que en los concursos públicos de textos escolares y otros bienes culturales no se pueda favorecer a las editoriales nacionales, porque esa sería una competencia desleal, lo que podría hacer desaparecer del mapa a las editoriales peruanas.
Según el Informe del Desarrollo Humano 2004 del PNUD, el comercio mundial de bienes culturales -cine, fotografía, radio y tv, impresos, literatura, música y artes visuales- vale 380 mil millones de dólares y las películas de EEUU representan el 85% de la audiencia mundial. Eso significa que en un mercado pequeño como el peruano, la estandarización hacia valores norteamericanos sería casi total, especialmente en los ámbitos de lo audiovisual, la música y la industria del libro, y se eliminarían las escasas políticas de fomento existentes (Conacine, Ley del Libro, etc.). Esto ocurre porque para los norteamericanos los bienes y servicios culturales sólo son productos de entretenimiento, que son objeto de vínculos comerciales con los espectadores o consumidores. Las obras nacionales no son consideradas como un patrimonio peruano.
En la práctica, puede ocurrir una homogeneización cultural que nos globalice como simples consumidores de productos de Estados Unidos, con las consecuentes renuncias a nuestra identidad cultural y a las lenguas autóctonas, que podrían ser avasalladas por el inglés y el español.
Frente a estos riesgos, países como Chile y Canadá han colocado excepciones o reservas para las expresiones culturales, de modo que los programas de apoyo gubernamental y otros subsidios a las industrias culturales que hoy día existen o que puedan gestarse en el futuro, estén fuera de las limitaciones y obligaciones del capítulo de servicios en el TLC.
Esperamos la confirmación de nuestros ministros y negociadores sobre el reconocimiento de EEUU de la reserva amplia en temas culturales también para el Perú.