No se puede sacar la educación peruana de la postración sin confrontar los fracasados paradigmas que aún están vigentes e inspiran las leyes

El Canal 7 transmite 168 horas semanales, con el supuesto objetivo de servir a la educación y cultura peruana. Por su parte el Consejo Nacional de Educación (CNE) fue creado por este gobierno y la Ley 28044 para «participar en la formulación, concertación, seguimiento y evaluación del proyecto educativo nacional, las políticas y planes educativos de mediano y largo plazo y las políticas intersectoriales que contribuyen al desarrollo de la educación. Promueve acuerdos y compromisos a favor del desarrollo educativo del país a través del ejercicio participativo del Estado y la sociedad civil». ¿No sería lógico que el Consejo Nacional de Educación tuviera un espacio semanal en el Canal 7 para promover la difusión y discusión de temas que perfilen el proyecto educativo nacional?

Bajo este convencimiento, el CNE solicitó hace más de un año una hora semanal al canal estatal a través del Ministerio de Educación. Desde entonces innumerables excusas han impedido encontrar el espacio para que el CNE pueda desarrollar sus actividades de difusión y construcción de una visión compartida sobre la educación del futuro. Parece ser que para el Canal 7 es más importante pasar dibujos animados o películas extranjeras que abrirle la pantalla al CNE para que cumpla las funciones que la ley y el presidente Toledo le asignaron cuando lo crearon. Lo más lamentable es que el ministro Malpica se acaba de retractar de la palabra empeñada al pleno del CNE; al cual, a manera de paliativo temporal, ofreció «donar» cada tres semanas una hora de las que dispone el Ministerio de Educación los domingos para difundir sus políticas, empezando de inmediato.

Estamos frente a un problema cívico y educativo de primer orden. Es evidente que el Ministerio de Educación teme que si cede un espacio televisivo al CNE podría verse expuesto a demandas para las cuales tendría que tener respuesta, como ocurre cuando el CNE se pronuncia públicamente frente a problemas del sector. Lo lamentable es que el ministerio y el canal no asimilen aún que ya terminó la era de la «verdad oficial» y no puedan reconocer que el CNE y otras instituciones serias con diversos pareceres son genuinos y bien intencionados aliados que buscan lo mejor para la educación peruana, como se ha evidenciado en sus propuestas para la emergencia y el impulso a la descentralización educativa. Si bien resultaría inevitable que se critique lo que anda mal en la educación peruana y que puedan emerger discrepancias con el Ministerio de Educación en algunos temas, también es cierto que en muchos temas seguramente habrían coincidencias y a través de ellas el CNE reforzaría las propuestas ministeriales con aportes independientes que animarían al resto del Estado y la sociedad nacional para que las entiendan y asimilen. El Ministerio de Educación debería sentir que el CNE no es su secretario técnico sino su aliado estratégico para el abordaje de los problemas neurálgicos de la educación peruana, que necesariamente deben ser discutidos de manera seria, abierta y responsable hasta ser asimilados por la opinión pública.

Por lo demás, ¿Qué sentido tiene que el Ejecutivo y el Legislativo procuren que los colegios peruanos sean un espacio de aprendizaje cívico, desarrollo ético y socialización democrática, cuando en el seno del Gobierno se le rehúye al debate y se le niega al CNE el espacio para animar a la población para que participe, exprese y discuta sus ideas de manera abierta y democrática? No se puede sacar la educación peruana de la postración sin confrontar los fracasados paradigmas que aún están vigentes e inspiran las leyes. Para hacerlo se requiere difundir y debatir experiencias exitosas y planteamientos novedosos, lo cual resulta muy difícil sin el soporte de los medios de comunicación estatales.