En febrero estuve en Huancayo a invitación de la UGEL del lugar dando conferencias a los 3,000 profesores (mayoritariamente estatales) que se congregaron en el coliseo del colegio La Salle. Mis temas versaban sobre los retos que deben enfrentar los profesores peruanos que quieren poner a sus alumnos en condiciones de lidiar con las exigencias del mundo globalizado del siglo XXI.

 

Al igual que suelo hacer en otras ocasiones en las que se congrega un público tan masivo, les pedí a los profesores que al terminar mi conferencia me hicieran llegar sus preguntas por escrito, indicando además su dirección de email por si no alcanzaba a contestarlas en el momento, ofreciendo hacerlo por email en aquellos casos en los que no hubiera redundancia con lo ya contestado.

 

En situaciones como éstas que me han ocurrido en Cusco, Trujillo, Piura, Chiclayo, Arequipa, etc. me suelen llegar centenares de preguntas. Esta vez no fue distinto. Ese gran volumen de preguntas me sirve como una encuesta indirecta sobre dos cosas: 1) Qué es aquello de lo que dije que les despierta mayor inquietud o dudas (que me sirve como retroalimentación para mis futuras conferencias). 2) A qué dificultades aluden cuando se refieren a las facilidades de parte del estado para poder realizar el mejor trabajo con sus alumnos.

 

En cuanto a lo primero, lo más abundante son las preguntas referidas a cómo trabajar en grupos heterogéneos respetando la diversidad, a pesar de contar con muchos alumnos por salón y teniendo que lidiar con la exigencia de transmitir un programa único y rígido por igual a todos. Parecería que la idea de que hay que tratar igual a todos los alumnos en la enseñanza y evaluación les hace pensar en una especie de alumno promedio (inexistente) lo que les dificulta entender que para ser equitativo y justo, hay que tratar a todos los alumnos de modo diferente, porque todos son diferentes. Sólo entonces estarán reconociendo equitativamente el hecho de que los alumnos son iguales en cuanto a ser merecedores de un trato proporcionado a sus capacidades y necesidades (que son diferentes en todos los alumnos).

 

Otro grupo de preguntas o comentarios tienen que ver con el hecho de que los profesores de los colegios más pobres y alejados sienten que hablar de usar las TICs en educación es referirse a algo muy alejado de sus posibilidades, a pesar de las crecientes evidencias de que casi en todo pueblo, por alejado que esté, ya hay comunicación celular, cabinas de Internet e inclusive alumnos con acceso a computadoras en casa o cabinas. Es cuestión de un par de años más para que todo el Perú esté informatizado, por lo que aún si en el cortísimo plazo aún no hay acceso a las TICs, no está de más ir pensando en cómo aprovecharlas para la educación.

 

En cuanto a lo segundo, se repite casi como calco una y otra vez lo siguiente.

 

1) Una marcada preocupación por la manera de ser evaluados por el Ministerio de Educación para el ingreso a la Carrera Publica Magisterial, que es percibida como inadecuada y además corrupta (venta de pruebas y claves a los allegados del gobierno; manipulación de resultados en la 2da etapa; maniobras de los directores para favorecer a sus favoritos (coimas de por medio). No hay confianza en el Ministerio de Educación.

 

2) La percepción de que el Nuevo Diseño Curricular es una camisa de fuerza inflexible que hace imposible hacer un buen trabajo con los alumnos diversos que tienen a su cargo. En vez de hacer poco pero bien, los obligan a correr aunque los alumnos no aprendan.

 

3) La percepción negativa del director y de algunos funcionarios de las UGEL encargados de los temas magisteriales (no necesariamente los directores; varios son reconocidos como bien intencionados). Por un lado, vistos como quienes se prestan a maniobras ilícitas, y por otro lado, como fieles sargentos ministeriales que impiden cualquier modificación que los profesores quisieran hacer al aplicar el currículo intentando ser más creativos y llegar mejor a los alumnos

 

4) El total desamparo de respaldo para innovar. La consigna parecería ser “limítate a hacer lo que está establecido», como si fueran obreros de la educación.

 

5) Capacitaciones ministeriales insulsas e irrelevantes (“pérdidas de tiempo”)

 

6) Rechazo a la aún incomprensible municipalización de la educación.

 

He encontrado maestros motivados, con ganas de aprender y mejorar su trabajo, pero expresan un total desamparo para innovar, y cuando tienen una queja salarial o laboral, simplemente sienten que no tienen con quién hablar. En suma, maestros que ya saben que al votar por las autoridades del 2010-2011 lo harán tomando en cuenta el tipo de trato que esperan recibir por quienes resulten electos.