Quizá sin proponérselo, al decir Hernando de Soto lo que pensaba sobre Valentín Paniagua, motivó que éste reaccionara pronunciándose sobre De Soto y algunos temas candentes para beneficio de los ciudadanos que necesitan conocer a fondo a estos candidatos a dirigir los destinos del país. El pasado fin de semana, Valentín Paniagua intervino abiertamente en la vida política pública.

Primero, el viernes y el sábado, todavía con ese estilo oratorio que le pone cojines a cada palabra para no afectar a nadie, pero que la prensa traduce sin medias tintas, dijo: 1) Carlos Ferrero debería irse por ser incapaz de administrar la caótica inseguridad ciudadana. 2) Fernando Olivera es un ignorante desinformado que opina sin saber sobre el retorno a la CIDH y el alivio de las condiciones carcelarias de los terroristas. 3) Alan García es un demagogo que habla mucho pero no aporta nada. 4) Los congresistas son mediocres, por lo que en el 2006 deben ser mejor seleccionados. 5) Solamente aceptaría ir a la OEA si Toledo le garantiza la mayoría de votos a su favor.

Sin embargo, el domingo y el lunes cambió su estilo oratorio y empezó a hablar claro y fuerte reaccionando a los comentarios que hiciera Hernando de Soto respecto de lo que para él fueron errores cometidos durante su gestión como presidente del “Gobierno de Transición”: la composición de la CVR, retornar a la CIDH sin condiciones, aliviar las condiciones carcelarias, excarcelar a presos por terrorismo y desmantelar el sistema de titulación de propiedad. Paniagua criticó a Hernando de Soto, de quien dijo que era un hombre resentido por sus fracasos políticos en el Perú, desconsiderado, soberbio e injuriador, descalificándolo como contendor para algún debate.

Más allá de las posiciones específicas del Dr. Paniagua, que evidentemente encontrarán siempre a una parte de la población a favor y a otra en contra, lo cívicamente educativo es que tenga posiciones claras, que sepa exponerlas sin ambigüedades y que sea capaz de exponerse a la crítica sin cargarle las culpas a otros aduciendo que lo indujeron a las acciones criticadas.
Es a partir de esas exposiciones e interacciones que la ciudadanía podrá juzgar sus cualidades como estadista y líder capaz de dirigir una administración pública caótica, ineficiente y a veces corrupta, cuyo ordenamiento demanda un liderazgo ético, democrático y visionario, con capacidad y valentía para ejercer la autoridad.