En estos días se está especulando respecto al reparto de las carteras ministeriales bajo la presunción de que los ministros designados podrán hacer cosas importantes por su sector.
Sin embargo, luego de décadas de ver desfilar ministros sin lograr grandes mejoras, podemos concluir que ni con Superman de ministro de Educación se resolverán los problemas.
Esto se debe a que los verdaderos ministros de Educación no son aquellos que ocupan esa cartera, sino aquellos que desde otras funciones influyen de manera decisiva en el destino de la educación peruana. Los cinco principales son el presidente de la República, el primer ministro, el ministro de Economía, el presidente del Congreso y el presidente de la comisión parlamentaria de Educación. Sin ellos, el ministro del sector no puede lucir su capacidad y traducirla en logros. Sólo si todos ellos se comprometen con la educación habrá alguna posibilidad de éxito.
Junto con los seis anteriores hay otro actor muy central: los medios de comunicación, que hasta hoy le han dado un espacio mínimo a la educación. Si revisamos los diarios y programas de la radio y televisión, encontraremos mucho espacio dedicado a la economía, política, deportes, espectáculos y sucesos delincuenciales. Casi no hay espacio para la educación. No nos olvidemos de que los proyectos de mejoramiento de la calidad de la educación no sólo requieren presupuestos incrementados, financiamiento internacional y normas adecuadas y oportunas, sino la resonancia que pueden producir los medios para que la población asuma como suyos los cambios que se van proponiendo. Lamentablemente desde hace décadas el tema está enterrado, y aún no aparece quien lo resucite. Ni siquiera la radio y televisión estatal le dan un tratamiento preferencial a la educación.
Un buen ejemplo de lo dicho es la marginación en la mayoría de los medios de comunicación de los trabajos que viene realizando desde hace cinco meses la Comisión por un Acuerdo Nacional por la Educación, nombrada en enero por el presidente Valentín Paniagua. En todo el país la comisión ha movilizado a más de 150 mil personas, realizando cientos de actividades en las que se ha ido recogiendo las preocupaciones y expectativas de los peruanos respecto a su educación, con la intención de plasmarlas en un acuerdo nacional. Pero para los medios esto ha pasado casi totalmente desapercibido.
Se habla de la Comisión de la Verdad, a pesar de que aún no existe; de la Mesa de Diálogo para la Lucha contra la Pobreza, que aún no se reúne; de la comisión para proponer cambios constitucionales… pero del Acuerdo Nacional por la Educación, que está produciendo aportes valiosísimos, no se dice casi nada. Éste es un ejemplo paradigmático de cómo lo urgente puede avasallar lo más importante. Es urgente reactivar la economía, generar empleo, sancionar a los corruptos. Pero es importante construir las bases para evitar retrocesos económicos, un descenso en el empleo, la corrupción o la impune violación de los derechos. Para ello no existe un camino mejor que la educación. Lamentablemente, desde hace muchas décadas, más allá de las declaraciones electorales, ésta no ha sido una aspiración genuina de nuestros gobernantes.
Alejandro Toledo, Eliane Karp y Raúl Diez Canseco tienen la gran oportunidad de formar una super-cúpula gubernamental por la educación que permita al Perú dar el gran salto educativo capaz de reducir los 30 años de retraso que tenemos respecto de los países líderes, para así pasar de la cola a la vanguardia de los desarrollos educativos mundiales. Ojalá lo hagan.