Con motivo del 50o aniversario de creación de la UNI, el rector de la mencionada universidad, Roberto Morales, invitó el viernes 22 de julio a 60 egresados distinguidos para recibir la “Antorcha de Habich”, en reconocimiento a sus aportes al Perú en los ámbitos profesionales, académicos y empresariales. Mientras cada homenajeado pasaba a recoger su premio y el maestro de ceremonias leía algunas líneas de su currículo, me sorprendió gratamente escuchar uno tras otro las menciones a sus posgrados en Harvard, MIT, Stanford, Calthec, Cambridge, Hebrea, Tokio, Londres, Austin, McGill… y seguidamente mencionar sus actividades como “consultor de la ONU”, “experto de la OEA”, “asesor de los gobiernos de…”, “socio de…”.
No pude evitar imaginar qué pasaría si un gobierno inteligente convocara a algunas de esas personas y les pidiera que en 60 días elaboraran un innovador “plan vial nacional”, “plan de saneamiento”, “plan de desarrollo energético”, “plan de desarrollo urbano”, y acto seguido escogiese entre ellos una “comisión de expertos” capaz de implementarlo de inmediato, sin interferencia política ni coima alguna. Qué pasaría además si se hiciera lo mismo con los principales médicos, abogados, biólogos, educadores, etc. para encargarles cada una de las áreas que requieren urgentes y audaces propuestas innovadoras de desarrollo. Es increíble la cantidad de individualidades que tenemos que están desaprovechadas para el beneficio de la colectividad nacional por falta de un liderazgo capaz de convocarlos y animarlos a aportar al país. Es algo parecido a lo que ocurre en el fútbol, donde tenemos a jugadores reputados mundialmente como Claudio Pizarro, Nolberto Solano, Paolo Guerrero y otros, pero somos incapaces de tener un equipo ganador, porque no hay un líder capaz de dirigir la campaña de la selección y un entrenador que los haga jugar bien.
El día que el Perú se pueda ver a sí mismo como un equipo ganador, capaz de sobreponerse a las peores adversidades con coraje y capacidad técnica, nuestro desarrollo humano nacional se hará realidad. ¿Qué hace falta? Un líder decente, audaz, honesto, transparente, corajudo, capaz de deponer sus intereses personales o partidarios en beneficio del país y de enfrentar contendores en procesos electorales, pero manteniendo la altura y el diálogo que permita enfrentar luego juntos los desafíos del futuro.
En vísperas del proceso electoral 2006, valdría la pena que los electores evalúen quiénes de los candidatos presidenciales y regionales reúnen estas características y vocaciones.

 

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