Continuando la ineficaz tradición de 35 años de cambiar de ministros de educación antes de completar un año, acaba de asumir el cargo Gerardo Ayzanoa. Esta vez se trata de un respetado planificador educacional de Perú Posible, que reemplaza a Nicolás Lynch quien pese a haber sido considerado como buen ministro, fue tachado por Perú Posible por no enrolar a sus militantes y por el Sutep, ambos datos inevitables para un semestre electoral.
Independientemente de la calidad de cada ministro, es evidente que cambiar 35 ministros en 35 años en un sector cuyo desarrollo depende de la estabilidad y continuidad de los planes de largo plazo explica con facilidad porque la educación peruana tiene resultados tan insatisfactorios. Y ahora, a empezar todo de nuevo. Nuevos viceministros, nuevos asesores, nuevos funcionarios….
Esto es particularmente notorio en el caso de los últimos cuatro ministros, que representan visiones y roles sustancialmente diferentes entre sí.
Federico Salas fue el último representante fujimorista, cuya visión fue la de invertir los escasos recursos en bienes como aulas, libros o computadoras, junto con servicios extraescolares como los desayunos y seguros escolares, debido a su enorme potencial electoral. Esto dejaba de lado el desarrollo magisterial, bajo la implícita creencia de que los maestros peruanos con limitadas capacidades lo seguirán siendo así se le pague más.
Marcial Rubio cumplió el rol de limpiar de fujimoristas la alta dirección y los puestos claves del ministerio durante el gobierno del presidente Paniagua. Le introdujo decencia al sector y convirtió a la figura del ministro de educación en un líder protagónico y respetado ante el magisterio y la sociedad peruana. En ese marco planteó una convocatoria al Acuerdo Nacional por la Educación y a su vez descongeló el diálogo con el Sutep luego de 10 años.
Nicolás Lynch heredó y amplió este vínculo con el Sutep, hasta que se dio cuenta que su agenda y la del Sutep iban por carriles opuestos, lo que inevitablemente dio lugar a severas confrontaciones, huelgas de hambre de maestros y pedidos de la cabeza de Lynch por parte del sindicato magisterial.
El ex ministro Lynch presentó los alarmantes datos sobre el muy bajo desempeño de los alumnos peruanos en Matemáticas y Lenguaje, posiblemente con el deseo de desnudar al magisterio y preparar una nueva Ley del Magisterio que condicione la carrera docente al desempeño en el aula. Esto, sumado a su enfrentamiento con el Sutep en el tema de concurso de plazas docentes y la participación de los padres en los Consejos Escolares que evaluarían a los profesores, le valió la tacha del Sutep. Recordarlo puede ser útil para anticipar los temas conflictivos que habrá de enfrentar el nuevo Ministro Gerardo Ayzanoa.
Este recibe como principal insalvable herencia la promesa presidencial de duplicar el sueldo de los profesores al cabo de cinco años, pasándolo de 220 a 440 dólares. En el primer año apenas se elevó en 6%, o sea 50 soles. Es bueno recordar que en los últimos 20 años el sueldo real de los profesores se redujo a la cuarta parte, debido a las restricciones y las prioridades presupuestales, las recomendaciones de los organismos internacionales, y la falta de convicción sobre el decisivo rol de los maestros. Ante ello y para ganar los votos magisteriales, el presidente Toledo les prometió duplicar sus sueldos en 5 años. Sin duda el Sutep se ocupará de colocar esta frustración magisterial en las agendas de los frentes regionales para negarle los votos a Perú Posible en las elecciones municipales y regionales que se avecinan.
Ayzanoa también hereda los anuncios que hiciera Lynch sobre nuevos programas de expansión de la educación inicial, cambio curricular en secundaria, mejoramiento de educación rural primaria, plan Huascarán, reparación de aulas deterioradas, etc. todos ellos de difícil aplicación porque se sustentan en recursos económicos por ahora inexistentes.
Visto en perspectiva, las promesas presidenciales y ministeriales caminan por un lado mientras que las realidades educacionales van por otro. La escuela peruana se ha constituido en un espacio para la selección natural de los escolares, donde los más adinerados avanzan y progresan y los pobres se retrasan hasta que finalmente abandonan.
Por lo tanto cualquier fórmula que suponga “más de lo mismo” no nos llevará a ninguna parte. Urge un replanteamiento estructural de la educación peruana y una reinvención del sistema educativo con proyección de largo plazo. Ese es el reto que tiene por delante el ministro Ayzanoa, aún teniendo en mente el fantasma de la tradición sectorial que anuncia un nuevo ministro para el año 2003.