El 1-9-2002 publiqué en diarios regionales la columna ¿PORQUÉ COPIAN LOS ALUMNOS? Sostenía que eso ocurre primero, porque se puede aprobar copiando. Segundo, porque cuando el alumno no entiende un tema, la mejor forma de aparentar que aprendió es memorizar o copiar. Tercero, por inseguridad. Si un alumno no tiene suficiente autoestima como para decir lo que piensa sin sentirse avergonzado o burlado por equivocarse o por no coincidir con lo que piensa el profesor, no se atreverá a expresar sus ideas. Apelará a las ideas que dictó el profesor o están escritas en el texto, las cuales tratará de memorizar o copiar. En cuarto lugar los alumnos, especialmente los más hábiles, se sienten desperdiciados y estafados cuando no se les exige pensar. Copiarse es una forma sencilla de salir del paso de una exigencia escolar desvalorizada. Entonces, así como cometer un foul en un partido de fútbol es una trasgresión sancionada pero no calificable de inmoral, copiar en un examen es una trasgresión sancionable (si es que así son la reglas de la clase) pero de ninguna manera puede ser considerado como una inmoralidad. Más inmoral es el profesor que se cree Dios y que su santa verdad debe ser grabada en la mente de los niños cual doctrina infalible e incuestionable.

¿Quieren hablar de pedagogía moderna, de reforma educativa, del desarrollo de la creatividad y del espíritu crítico e innovador? Hablemos de esta sistemática agresión a la mente humana que deviene de obligar a los niños a convertir su cerebro en un inútil disco duro que almacena información pero al que no se le provee el software para sacarle provecho. Revisando lo que se ha escrito en otras fuentes sobre el tema que nunca deja de ser actual, acabo de encontrar un artículo con conceptos similares escrito por el reconocido educador norteamericano Alfie Kohn en Phi Delta Kappan, octubre 2007, titulado “Who’s Cheating Whom?”. En él sostiene más allá de culpabilizar a los alumnos por copiar o plagiar, sería bueno preguntarse porqué tantos alumnos hacen cosas que se supone que no deben hacer, y qué nos dice eso sobre la pedagogía escolar. A veces prestamos tanta atención a las características de personalidad y conductas individuales que perdemos de vista cómo el contexto social afecta lo que hacemos y lo que somos. Tratamos cada instancia de alguna ilegalidad, pobreza o dificultades académicas como si fueran resultados de la incompetencia o una intención perversa de los alumnos sin prestar atención al contexto en el que estas actitudes se generan.

Del mismo modo, se culpa al alumno que copia sin considerar que copiar es función de la situación particular en la que es colocado un estudiante asumiendo que eso responde a su propia experiencia interno, sus ideales, miedos, ambiciones y propósitos. La investigación reporta las situaciones en las que usualmente copian los alumnos. 1). Cuando los profesores no tienen un buen vínculo con los alumnos o no parecen estar muy preocupados por ellos 2). Cuando los alumnos sienten que las tareas que les asignan son aburridas, irrelevantes y abrumadoras. 3). Cuando los alumnos perciben que la meta última de sus estudios es obtener buenas notas. Sobrevalorar las notas o puntajes en pruebas, más aún si producen resultados comparativos entre alumnos que quedan expuestos al resultado de la competencia entre ellos, es parte del énfasis escolar en el producto más que en el proceso de descubrimiento, entendimiento y aprendizaje lo cual es rechazado por los alumnos. Si tienen que prestar atención más a cuán bien hacen algo en vez del sentido de lo que están haciendo, y si encima quedan expuestos a perder al ser comparados con los ganadores, tenderán a copiar para aparentar que están logrando lo esperado para ellos.

Los alumnos no copian porque son malos. Copian porque temen que no sean lo suficientemente hábiles o por las consecuencias (humillación, castigos) que pueden traer los malos resultados. En suma, copiar puede entenderse mejor como un síntoma de lo que anda mal en las prioridades y enfoques pedagógicos de la escuela más que una conducta censurable de los alumnos. La reflexión que tenemos que hacer es la siguiente. Si copiar es una infracción a las reglas de juego de la actividad escolar normada por las autoridades pedagógicas, ¿cómo calificar éticamente a las autoridades y profesores que con sus actitudes, metodologías y exigencias inducen a los alumnos a copiar? ¿No es inmoral inducir a otros, especialmente si son menores, a cometer infracciones? Si no queremos que los alumnos copien, no les propongamos situaciones que los tienten a copiar para sobreponerse al aburrimiento, la sobre exigencia, memorización, competencia o la obsesión por competir y sacar buenas notas como meta del aprendizaje.

Noticia afin

Las técnicas de los profesores para evitar que alumnos copien en las pruebas

Maestros combaten «trampas» que van desde torpedos hasta grupos en WhatsApp.

(LT: ¿Alumnos se copian «porque son inmorales» (como dicen sus acusadores) o es que los profesores no saben cómo evaluarlos y apelan a estrategias de enseñanza y evaluación que incentivan la copia?)

“Nosotros, por ejemplo, no usamos pruebas con alternativas, porque las técnicas para copiar son infinitas”, señala el decano de la facultad de Ingeniería de la Pontificia Universidad Católica, Juan Carlos de la Llera. Así explica, en parte, el hecho ocurrido el 4 de mayo, cuando un grupo de 30 estudiantes de esa carrera, que rendía una evaluación en la Facultad de Física, copió a través del sistema de mensajería instantánea instalado en sus celulares. Detectada la irregularidad, la universidad abrió un sumario investigativo en contra de los involucrados, de los cuales 18 ya han reconocido el error ante las autoridades.

Más allá de la particularidad del uso del teléfono móvil, las técnicas de copia siempre han existido entre los estudiantes. Desde los conocidos “torpedos” hasta grupos de WhatsApp. Es una situación que se da en la enseñanza comenta Sebastián Howard, académico de la Facultad de Educación de la Universidad Diego Portales, “no hay tanta novedad en el hecho de copiar, la novedad es el medio, pero no es sorpresa que copien masivamente. Eso ocurre en todos los niveles de enseñanza y en todos lados”. Es por esto que en la mayor parte de los establecimientos, existen normativas para evitar estos eventos.

“Hacer pruebas múltiples o la distribución de los bancos”, son medidas que se toman en el Instituto Nacional, según cuenta Pedro Torres, asesor de rectoría, quien agrega que para el liceo “lo fundamental es un buen control del docente, ya que debe estar atento y con las reglas bien claras sobre lo que pasa si se incurre en una falta”. Además, el uso de los celulares está prohibido durante las evaluaciones, al igual que los cuadernos o libros a la vista.

En la Escuela Poeta Pablo Neruda, de Lo Prado, siguen instructivos similares para enfrentar esto. “Hacer pruebas fila A y fila B, cambiar el orden de las preguntas, y en el caso de atrapar a alguien en el acto la prueba siempre se anula. También se pueden hacer preguntas de aplicación o desarrollo en vez de alternativas”, indica Ismael Tamayo, sicopedagogo del establecimiento.

Dentro de las universidades se siguen instrucciones del mismo tipo, como la inhabilitación del uso de teléfonos inteligentes. Ana María Díaz, directora de docencia de la Universidad del Desarrollo, dice que “es típico que existan secciones que hacen evaluaciones en todo momento, entonces algún alumnos toma una foto a la prueba y la envía por WhatsApp a otro grupo”. Es por este motivo que desde el 2013 el plantel generó un instructivo donde se establece la prohibición de los celulares durante una evaluación.

Pero la efectividad de estos métodos, no siempre es exitosa. “La mejor forma de evitar la copia es no hacer pruebas masivas de este tipo”, remarca Sebastián Howard, especialista de la UDP. El académico detalla que la preparación de estas pruebas más complejas termina siendo ineficiente debido al tiempo que toma realizarlas.

En el caso de plagio en informes o ensayos, una de las formas de evitarlo es tener buenos criterios y pautas de evaluación y que los estudiantes puedan conocerlos. “El que los alumnos reciban todos los criterios con los que los evalúan, permite que no tengan excusas por citar mal, o copiar directamente del internet”, expone Ruth Arce, experta de la Universidad Diego Portales, que añade que “los trabajos tienen que ser de procesamiento de información, por lo que el ‘copy paste’ deja de servir, ya que es necesario desarrollarlos”.

¿Por qué se copia?

El director de la licenciatura en Sociología de la Universidad Alberto Hurtado, Omar Aguilar, plantea que “quienes copian están dispuestos a pasar por encima de una cuestión de carácter moral, y esto es porque tienen una conciencia que se asemeja más a la de un niño que a la de un adulto”. En esto, el director explica que la conciencia de un menor “se orienta en lo que es bueno o malo por la lógica del garrote, mientras que en los adultos existe un entendimiento valórico de las reglas que nos rigen”.

 

«Un alumno que copia es un corrupto» Miguel Ángel Escotet,director de RSC de Abanca y exdecano de la Universidad de Texas alerta de una cultura del engaño. (LT: Deja que pensar la asimetría de esa generalización y si poner el foco crítico solamente en el que copia y sancionarlo resuelve los problemas de la copia. En TED sostuve que «si no quieres que el alumno se copie, no le hagas preguntas que se puedan responder copiando; tiene cerebro para pensar». No para justificar la copia, sino intentar ver la clase como un ecosistema que vincula a profesores, alumnos, temas, metodologías, evaluaciones, sinergias, interacciones, etc. que deben verse como conjunto para resolver los problemas que los aquejan. Por ejemplo, si un niño tiene miedo que le van a dar una paliza si sale desaprobado y decide copiar ¿es solo su culpa esa copia “en defensa propia”, al optar por el mal menor? O por otro lado, un profesor amenazante, distante, que no prepara sus clases y pruebas a conciencia, (las copia del texto del curso) no se esfuerza por que los alumnos entiendan, piensen y no necesiten copiar para exponer sus argumentos ¿es parte del problema?. La copia es un asunto que merece estudiarse mejor y contextualizarse si es que quiere erradicarse, y no limitarse a castigar a quien se copia. Habría mucho menos copia si se hicieran clases más interesantes, activantes del pensamiento, capaces de generar condiciones para que el pensamiento original de los alumnos sea valorado. También copiarían menos si existiera un sistema de consultas que acompañe mejor al alumno que tiene dificultades para entender mejor aquello que se le exige aprender).