El debate sobre el licenciamiento universitario y el rol de la SUNEDU es uno de esos que parten de supuestos poco sustentados de que ello tiene un impacto directo en la calidad de la educación y en el mercado laboral. Sin embargo, una observación más profunda revela que es el mercado laboral, y no la SUNEDU, quien realmente acreditan   la calidad de las universidades.

Así como las universidades son las evaluadoras finales de los colegios a los que asisten sus futuros estudiantes, prefiriendo a ciertos colegios sobre otros debido a la percepción de calidad y preparación de los egresados, del mismo modo, las empresas evalúan las universidades al seleccionar a sus empleados, priorizando a aquellos egresados de instituciones que consideran más serias, solventes y las que han demostrado producir profesionales competentes. Y si no los hay en el Perú, buscan en el exterior.

En ese sentido muchas universidades en el Perú aún licenciadas funcionan simplemente como extensiones de las escuelas secundarias, ofreciendo una educación terciaria que, en muchos casos, pone un techo a las oportunidades de sus egresados en el mercado laboral. Los egresados de estas instituciones enfrentan serias restricciones en cuanto a los empleos y cargos que pueden desempeñar dentro de las empresas. Para muchos estudiantes, esto representa una inversión considerable de tiempo y dinero que no necesariamente se traduce en mejores oportunidades laborales.

Por lo tanto, independientemente de la presencia o ausencia de la SUNEDU, el mercado empresarial será el juez final de la calidad educativa. La verdadera acreditación, aquella que realmente importa para los estudiantes y sus futuros empleadores, proviene de la capacidad de una universidad para preparar a sus alumnos para las demandas del mercado laboral y del reconocimiento que valoran las empresas por la calidad de su enseñanza. Por ejemplo, según el QS World University Rankings la PUCP es la universidad peruana mejor posicionada en este ranking, pero se encuentra generalmente alrededor del lejano rango 400-450 a nivel mundial, y para el Times Higher Education World University Rankings, está en rango de 601-800. Las otras están muy por detrás.

Esto explica por qué en una investigación que hice hace un tiempo sobre la formación de los conferencistas y panelistas de los CADE de los 20 años y los gerentes de las principales empresas del Perú, casi sin excepción todos tenían posgrados y/o doctorados en universidades del primer mundo, especialmente Estados Unidos, Canadá, Inglaterra, Alemania, Francia, Holanda, España y en el caso de América Latina, las más reputadas de México y Brasil. Estudiar solamente en el Perú es una forma implícita de colocarse un techo para su asenso profesional. Por ejemplo para los médicos peruanos, esa es una realidad que ya lleva décadas de vigencia.

En lugar de concentrarse en los criterios de licenciamiento y la SUNEDU quizá debería publicitarse más cómo las empresas modernas ven a los egresados de las universidades peruanas, inclusive las denominadas “mejores”, para que los estudiantes sepan a qué atenerse cuando escogen una de ellas para invertir su tiempo y dinero.

En resumen, la SUNEDU puede establecer estándares y licenciar universidades, pero el verdadero juez de la calidad educativa es el mercado empresarial laboral. Las empresas determinarán qué universidades preparan mejor a sus posibles empleados, y esta apreciación tendrá un impacto directo en las oportunidades disponibles para los egresados. Si los estudiantes aprendieran a entender la conexión entre la educación universitaria y el mercado laboral, tendrían la oportunidad de maximizar el retorno de su inversión educativa. Sin duda colocarse como meta estudiar en una universidad reputada en el primer mundo aunque sea un posgrado, abrirá más puertas y oportunidades para alcanzar un buen empleo

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