Bernardo Kliksberg se pregunta “¿Porqué un continente tan rico como el latinoamericano, tiene niveles de pobreza tan agudos? La región cuenta con enormes reservas de materias primas estratégicas, fuentes de energía baratas, óptimas posibilidades de producción agropecuaria, ingentes riquezas turísticas, una muy buena ubicación en términos de geografía económica. Sin embargo, casi la mitad de sus habitantes están por debajo de la línea de pobreza, más de una tercera parte de los jóvenes están desocupados, la tasa de mortalidad materna es más de veinte veces la de los países desarrollados, y la exclusión social aumenta. “Entre 2000 y 2002 el número de pobres aumentó en 15 millones, y el porcentaje de pobreza es mayor actualmente que en 1980”… “Si se analizan las tres economías mayores del continente éstas presentan agudas paradojas. Brasil, 9na potencia industrial del mundo, tiene 44 millones de personas en pobreza extrema, con insuficiencias alimentarias (sobre 170 millones de habitantes). México tiene 25 de sus 100 millones de habitantes con ingresos menores al umbral de pobreza extrema, y Argentina, que es el quinto país productor de alimentos del mundo y que en el año 2002 exportó alimentos que podrían abastecer a 330 millones de personas (casi 10 veces su población actual) tiene una quinta parte de sus niños con problemas de desnutrición”… “No extraña que los latinoamericanos estén tan frustrados con sus democracias y estén dispuestos a renunciar a ella”. (“La ética y el capital social cuentan”, Venezuela, 2004).
¿Por qué a tantos economistas y administradores que se dedican a la política o a las políticas públicas les importa tan poco la miseria, el desempleo con la consecuente destrucción familiar, la exclusión y las enfermedades que sufre la empobrecida población como consecuencia de medidas económicas o gerenciales tomadas sin considerar el impacto social? Sencillamente porque muchos han sido formados para que no les importe.
Si se analizan el currículo y los quehaceres de los diversos cursos de economía de pre grado y post grado de nuestras universidades, se observará una dicotomía entre la economía y la ética. En las universidades cuando se enseña ética no enseña economía (generalmente, un profesor de filosofía) y cuando se enseña economía no se enseña ética. No se discuten integradamente los problemas éticos que se derivan de las medidas económicas o gerenciales. Esa escisión se aprecia sistemáticamente en los ministros de economía y altos funcionarios del MEF y otras entidades que proponen diversos reajustes económicos. Se ha endiosado la estabilidad del modelo económico la cual se ha convertido en fuente de justificación para cualquier norma de ajuste económico, así tenga impacto social negativo.
Kliksberg cita al Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz: “es imprescindible que una profesión tan influyente como la economía tenga de una vez regulaciones éticas. Un código de ética razonable debería incluir inicialmente por lo menos tres principios. Primero, no recomendar a los líderes públicos de los países en desarrollo teorías no probadas por la realidad; segundo, no decirles que hay una sola alternativa; y tercero, ser sensibles a los efectos de sus recomendaciones sobre los sectores desfavorecidos y transparentar los costos que van a pagar dichos sectores por ellas”.
Los promotores de la ortodoxia económica irracional han aniquilado la inteligencia social de muchos de nuestros economistas y administradores (afortunadamente, no todos) y desvincular la ética de la economía, como si fueran dos mundos distintos cada uno con sus propias leyes y espacios de discusión. La economía parece ocuparse de la generación y distribución de riqueza (para las elites) y la ética del espíritu y la vida social. Así, hay economistas o gerentes sin reparos morales para proponer medidas que hacen más miserable la vida de los pobres o clases medias, o para llevar a cabo prácticas profesionales corruptas. En premio a su insensibilidad reciben el reconocimiento internacional de que el Perú es el país más estable de la región.
Este vicio ha penetrado también la escuela, en la que por un lado se enseña Historia del Perú, Ciencias, etc. y por otro lado Educación Cívica o Religión, que se constituyen en islas de discursos sobre la ciudadanía y los derechos humanos que rara vez se discuten en el mismo momento en que se enseña por ejemplo la conquista española en Historia del Perú o la fisión nuclear en Física.
Observen la secuencia de contenidos de las múltiples hojas de ruta de los partidos de gobierno u oposición. ¿Qué es lo primero? Metas económicas priorizadas. ¿Qué es lo último? Metas sociales secundarias. Con estos enfoques, hablar de valores es un saludo a la bandera.

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