La semana pasada se inició con tres hechos que abrieron un espacio para el optimismo en la política gubernamental. Se trata de los nombramientos de Beatriz Merino como Primera Ministra, Carlos Malpica como Ministro de Educación así como el “mea culpa” que hizo el Presidente Alejandro Toledo al programa Panorama de Panamericana Televisión el 6 de julio, paradójicamente coincidiendo con el “Día del Maestro”.
Beatriz Merino es una profesional de polendas, quien desde que apareció a la escena pública con el movimiento Libertad liderado por Mario Vargas Llosa dio muestras de solvencia académica y buen temple personal, lo que le valió el respeto de los congresistas en los 7 años legislativos en los que ocupó una curul. (con el Fredemo 1990-1992 y con el FIM 1995-2000). Supo poner en agenda el tema del medio ambiente, cuando ningún congresista quería ocuparse de tal comisión, y además se ocupó de temas cruciales como mujer, ecología y educación.
Beatriz Merino se arriesgó a aceptar el premierato de un gabinete ya conformado sin achicarse y salió pisando firme, pensando en que haría los cambios necesarios cuando llegara el momento preciso. Derogó el impuesto a la cultura con lo que se deslindó del ex Premier Luis Solari y el Ministro de Economía Javier Silva Ruete (a quien los escritores como Bryce Echenique y actores como Mónica Sánchez le han dicho cosas denigrantes como ningún otro actor político o empresarial lo había hecho antes); exigió la renuncia de Héctor Taco Camo en la presidencia de Petro Perú; precipitó la definición temprana de la candidatura de Perú Posible a la presidencia del Congreso (Henry Pease) y estableció canales de comunicación frescos con los líderes de la oposición. Su flanco débil quizá sea su falta de influencia sobre los parlamentarios de Perú Posible, algunos de los cuales son los principales causantes de las crisis de credibilidad y gobernabilidad del país, junto con las desconcertantes declaraciones a las que nos tenía acostumbrado el presidente Toledo.
Por su parte el Ministro Carlos Malpica salió a mejorar las relaciones del Ministerio de Educación con los medios de comunicación y la comunidad educativa, las cuales se exasperaron durante la gestión de su antecesor. Malpica es un educador cantuteño con post grados en La Molina, Chile y Puerto Rico. Es amigo personal de Alejandro Toledo, en cuyo entorno ha estado como integrante de la comisión presidencial de educación. Por encargo del presidente participó en las negociaciones con el Sutep y allí estableció vínculos con la dirigencia magisterial que sin duda le serán muy útiles durante su gestión. Ha sido funcionario internacional con vasta experiencia en planificación de la educación especialmente en UNESCO-París y es miembro del Consejo Nacional de Educación y de Foro Educativo, lo que puede facilitarle el acceso directo a una parte importante del liderazgo de opinión educativa de nuestro país.
Sus primeras declaraciones han sido prudentes, poniendo énfasis en temas como descentralización, autonomía escolar, carrera magisterial meritocrática y financiamiento estatal de la educación, tal como figura en el Acuerdo Nacional.
Si quiere tener éxito tendrá que distanciarse de la telaraña burocrática y de la cultura de los consejeros ministeriales que usualmente paraliza a los planificadores que olvidan su responsabilidad ejecutiva; así mismo, tendrá que ser drástico con la corrupción principalmente en los órganos intermedios y poner freno al tremendo clientelismo político que desarrolla Perú Posible en los ministerios de los sectores sociales.
La tercera gota de optimismo la trajo el presidente Alejandro Toledo con sus declaraciones a Panorama. Hace tiempo venía sosteniendo la imperiosa necesidad de que el Presidente se retracte de sus grandiosas promesas electorales, dando una explicación razonable por los excesos. No sólo porque con ello inicia la desactivación de la reiterada frustración ciudadana frente a las promesas incumplidas, sino porque debe ser consciente que él es el primer educador del país. Es la persona más entrevistada, fotografiada, analizada, criticada y pocas veces elogiada, que siempre está expuesta al juicio de la población. Eso lo convierte en un referente para todos los peruanos, especialmente los niños y jóvenes, que necesitan tener al frente a líderes en quienes creer y a quienes admirar. Si el presidente no cumple con tal perfil ¿quién?
Para no reiterar actitudes que generen desconfianza, le ayudaría mucho al presidente Toledo entender que el peor enemigo que todos pueden tener muchas veces esta dentro de uno mismo, sus impulsos, fantasías y sentimientos omnipotentes, por lo que le convendría rodearse de gente que le haga saber cada vez que exagere o se equivoque.