En una reciente reunión con el rector de una casa de estudios norteamericana, el presidente Alejandro Toledo subrayó su empeño en recuperar la calidad de la educación universitaria. ¿Lo logrará? Para el educador León Trahtemberg, el Gobierno debería unirse a las lumbreras de la sociedad peruana para delinear los objetivos a alcanzar con la educación… y luego dedicarse a eso, para lo cual sin duda habrá que romper algunos esquemas convencionales.
«¿Cree que se logre un cambio sustantivo en la educación pública durante la gestión de Toledo, señor Trahtemberg?» Formulamos la pregunta del millón al conocido educador y, con una equivocada intuición, esperábamos un diplomático «No». Pero el director del colegio León Pinelo tuvo otra salida: «Para que sea posible debe haber un plan que nos conduzca hacia la imagen de futuro a la que se quiere llegar, trazado desde el actual punto de partida», dijo. Y así comenzó a contarnos sus propuestas.
El mandatario Alejandro Toledo se ha declarado un «fanático de la educación», ha expresado en más de una ocasión su deseo de reforzar la calidad del sector educativo y ha jurado ver con buenos ojos los beneficios de la inversión en educación. Todos aspiramos a eso, pero, concretamente, ¿qué medidas podría tomar el Gobierno para impulsar este importante tema?
Trahtemberg asevera que todavía no hay un plan de educación a la vista, por lo que sugiere poner manos a la obra. Descarta la eficacia de los sucesivos programas de corto plazo porque en ausencia de metas futuras claras difícilmente generen beneficios en el largo plazo.
«La pregunta que tenemos que formularnos es cómo hacer para competir con EE.UU. y Asia, tomando en cuenta que tenemos menos recursos y profesores sin la misma formación, con muchas desventajas… sin embargo, con ellos tenemos que competir, por lo que hay que buscar una forma para hacerlo de igual a igual», anota Trahtemberg.
¿Pero competir con los países líderes en educación no es una empresa inalcanzable? ¿No sería mejor tratar de alcanzar el nivel educativo de otros países de la región, como Chile o Argentina? El especialista se niega, es categórico: los peruanos tenemos que subir al tercio superior de la escala mundial. Acto seguido esboza un imaginario ránking tentativo del nivel educativo de los 200 países y coloca al Perú en el puesto 160 (siendo 200 l peor). «Si la meta fuera equiparárarnos con los otros países de la región, no ganaríamos mucho, a lo más mejoraríamos para subir al puesto 140», explica.
Trahtemberg afirma que mientras no haya propuestas derivadas de un sólido plan educativo, el Gobierno corre el riesgo de estar gastando inútilmente esfuerzo, dinero y tiempo en revolotear sobre fórmulas y recetas que no conducirán al éxito. Para él, una solución atractiva sería que el flamante Consejo Nacional de Educación se aboque a estudiar esa visión de futuro, no solo con el aporte de los educadores, sino también de los profesionales más brillantes y respetados de todos los sectores del país teniendo como norte un objetivo: la reforma de la educación a partir de las metas que quiere alcanzar
«Si seguimos como estamos, por no chocar políticamente con maestros o funcionarios ministeriales vamos a quedarnos donde estamos. Si realmente queremos salir adelante, una vez concebido el plan, es inevitable romper estructuras, pero eso tiene costos políticos que el gobierno debe asumir con convicción», indica. En tal sentido, Trahtemberg muestra su esperanza en que los sectores que en su momento divulguen las propuestas estén los intelectuales y creativos más reconocidos de la sociedad civil, que con su prestigio y credibilidad pueden dar el respaldo necesario para promover los cambios que les dén un giro de 180 grados a la educación popular. «La idea es que los peruanos podamos creer y lograr la aceptacón popular de fórmulas nuevas y deseables», resume. Que podamos creer en nosotros mismos para llegar a las metas.