El legendario CEO norteamericano Lee Iacocca critica la manera como algunos medios frecuentemente construyen imágenes de personajes públicos sin justificación o verificación alguna. Ocurre mucho en épocas electorales en las que se trata a los candidatos como si participaran de una carrera de caballos en la que se quiere saber quien va ganando, quién va pediendo, quién abandona, dando poca importancia a las propuestas y evidencias que hay en la trayectoria de cada candidato de su capacidad de lograr los resultados prometidos.

 

En su libro Where have all the leaders gone? (Scribner, 2007 Págs. 47-49) Iacocca relata dos historias personales de la época en la que se le voceaba como presidenciable. Una de ellas tiene que ver con la famosa proxeneta Heidi Fleiss conocida como la «Madame de Hollywood” acusada por delitos sexuales y condenada por delitos fiscales.

 

Hablando en TV un entrevistador le pregunta “si un cliente paga miles de dólares por una noche, ¿también debe pagar la cuenta por la cena?”. Ella, queriendo ejemplificar, contestó “bueno, depende, si se tratara de Lee Iacocca…”. Desde ese día la noticia rebotó en múltiples medios como cierta y se empezó a aludir a sus (inexistentes) encuentros con Heidi Fleiss, a quien jamás conoció.

 

La otra historia tiene que ver con la época de la búsqueda del “Unabomber” por parte del FBI. En un noticiero, un especialista del FBI le mostraba al entrevistador un identikit dibujado para explicar con qué facilidad se puede cambiar una identidad. En el identikit fue borrando el abrigo, las gafas oscuras, el bigote y en eso el entrevistador exclamó “Oiga, ese es Lee Iacocca”. Otra vez, los medios tomaron esa expresión como una información verdadera y empezaron las interminables alusiones. Si Lee Iacocca hubiera sido realmente candidato, hubiera tenido que dedicar el 90% de su tiempo a explicar que él no conocía a Heidi Fleiss y que no era el Unabomber.

 

La recomendación de Iacocca es que hay que tener cuidado con los chismes mediáticos que rodean a las figuras públicas y a los candidatos a las elecciones. El margen de error informativo puede ser muy amplio.