En reveladoras entrevistas que abundan en Internet dadas por el profesor Srikant Datar (U. Harvard), coautor del libro “Rethinking the MBA: Business Education at a Crossroads” se ilustra cuáles son las competencias que los futuros líderes debieran cultivar, a la luz de la experiencia y de la respuesta del mercado laboral a los egresados de los programas de Maestría en Administración de Negocios.

Sostiene que la modalidad de enseñanza basado en un enfoque académico, analítico, estadístico y uso de modelos teóricos que era común en las escuelas de administración en los últimos 50 años, ya no es tan útil hoy, porque con eso los estudiantes no desarrollan las habilidades del pensamiento crítico, identificación de problemas y alternativas de solución de los problemas identificados. Por eso no están en buenas condiciones para identificar y encuadrar los problemas no estructurados nuevos que se presentan día a día en la vida real.

El enfoque tradicional apunta a formarlos más para ser analistas que para ser líderes y emprendedores que saben cómo moverse en el mundo global. Los estudiantes no desarrollan las habilidades de la autoconciencia (de sus propias fortalezas y debilidades), la introspección, y cómo conducir equipos innovadores. Sugiere salirse del foco que lleva a “conocer” (datos, esquemas, teorías) y orientarse al “ser” (valores, actitudes, creencias y visiones de mundo que conforman la identidad profesional de uno) y al “hacer” (capacidades y técnicas que permiten ser ejecutivo en el campo escogido), produciendo un nuevo tipo de conocimiento que incorpora el razonamiento crítico sobre los datos de la realidad (usando razonamiento deductivo, inductivo, causal y analógico). Los estudiantes tienen que ser capaces de integrar su proceso de pensamiento absorbiendo los aparentemente conflictivos puntos de vista de de los accionistas y los interesados en los bienes o servicios que se transan en el mercado.

El nuevo liderazgo en el mundo globalizado no demanda líderes con altos niveles de autoridad que enfrenten situaciones de bajo nivel de conflicto, sino más bien de aquellos que tienen un menor nivel de autoridad y enfrentan más altos niveles de conflicto. Por eso las escuelas de negocios deben desarrollar cada vez más contenidos globales, programas de intercambio internacional de estudiantes, introducir cursos de proyectos globales e inclusive establecer centros de investigación global con sedes fuera del campus o del país, de modo que puedan entender mejor a la gente que lideran, sean trabajadores, vendedores, ingenieros o empleados de diferentes países. Los Gerentes deben entender sus propias fortalezas y debilidades y construir habilidades que les permitan actuar en diversos escenarios mentales, porque el éxito solo devendrá de su capacidad de motivar e inspirar a la demás gente. Finalmente, sostiene que el pensamiento innovador se aprende mejor en la modalidad de proyectos de clase que se enfocan en problemas reales, y que más allá de las lecciones y estudios de casos, hay que procurar complementarlos con experiencias personales vividas fuera de clases, interactuando con organizaciones empresariales y no gubernamentales.

Si leemos con cuidado, veremos que en realidad Srikant Datar está hablando de repensar toda la educación, desde la inicial hasta la superior. Lo curioso del asunto es que todo lo que dice es la esencia de la educación básica que los educadores de vanguardia han estado proponiendo una y otra vez para la educación básica convencional desde hace años. En esa línea se explica toda la critica a la educación memorística, enciclopédica, lineal, rutinaria, orientada al pasado o al estudio de casos acomodados a la estructura académica, que aspira que el alumno encuentre la respuesta correcta en vez de la pregunta pertinente.
Quizá porque lo diga ahora un profesor de Harvard haya más gente dispuesta a prestarles atención.

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