Los presidentes toman decisiones políticas y presupuestales principalmente en base a cuatro estímulos:

1) El antojo del presidente: ese conjunto de ideas que narcisísticamente los presidentes generan creyendo que resolverán los grandes problemas del país (usualmente contaminado por el capricho de alguna persona cercana, sea esposa, familiares ó allegados influyentes).

2) La presión de las huelgas, tomas de carreteras o instalaciones estratégicas. En este quinquenio se ha evidenciado que una manera exitosa de sentar al primer ministro y sus asesores en una mesa de negociaciones es hacer un paro provincial y tomar carreteras o impedir que la gente vaya a trabajar.

3) Los medios de comunicación, especialmente la radio y prensa escrita -que en la mañana marcan la agenda del día-, y más tarde la televisión nocturna.

4) Los lobbies de empresarios, algunos de ellos allegados directos del presidente y otros que llegan a él a través de los ministros o congresistas con los que tienen negocios, amistad o afinidad personal. Hay que sumar a ellos los lobbies que giran en torno a ministros o congresistas influyentes y que también tienen capacidad de animar al presidente a tomar ciertas decisiones que satisfagan sus intereses.

Sabiendo eso, hay un rol que los empresarios podrían jugar organizadamente en favor de la educación. Consiste en utilizar unificadamente toda su capacidad lobbística de manera abierta, legal y transparente, para marcar a presión al gobierno y al congreso para que asuman la agenda educativa que reclama el país y el mundo empresarial, y además, exigir que se mantenga en el primer lugar de la agenda nacional el cumplimiento de todas las promesas electorales hechas respecto al tema educativo, de las cuales los presidentes se tienden a olvidar una vez electos.

Si el próximo gobierno cumpliese con lo que está prometiendo cualquiera de los candidatos, sin duda avanzaríamos mucho respecto a la situación actual.
Uno de los retos de las empresas que están invirtiendo esfuerzos de modo aislado en el tema educativo es tomar conciencia de que si actúan mancomunadamente, pueden tener un enorme peso político. Administrar eso es el nuevo el reto para la Confiep

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