Por mucho tiempo las corrientes pedagógicas de avanzada sostuvieron que frente a la heterogeneidad de cualquier grupo etáreo de alumnos, los más hábiles se perjudican por la presencia de los más lentos y a la inversa, porque se impide a cada uno avanzar al ritmo que sus habilidades se lo permitirían. Eso dio pie a la creación aulas diferenciadas en cada grado, (niveles) en las que se ubicaba en unas a los alumnos más hábiles y en las otras a aquellos con mayores dificultades. Esto etiquetaba y marcaba negativamente la autoestima de los más débiles que se avergonzaban y sentían inútiles e humillados. A su vez desarrollaba una suerte de soberbia en los más hábiles que disminuían su tolerancia a coexistir con otros que tuvieran dificultades. Por un tiempo se toleraron esos inconvenientes bajo la presunción de que al final de cuentas ambos grupos resultarían beneficiados con un mejor desempeño. Sin embargo, cada vez hay más evidencias de que eso no es así, porque no solamente que no aumenta el rendimiento medio del conjunto sino que paradójicamente en los grupos heterogéneos inclusivos en los que no se segmenta a los alumnos en función de sus habilidades, el aprendizaje del conjunto termina siendo mayor. El alumno hábil siempre avanzará en función de lo que su potencial le permite, pero el alumno débil se beneficiará de la motivación adicional que se deriva de estar en un grupo heterogéneo y tener un maestro adiestrado en la educación para la diversidad.
Precisamente un estudio longitudinal sobre este tema fue hecho recientemente por el think tank «Public Policy Institute of California» dirigido por Julian R. Betts titulado «Determinants of Student Achievement: New Evidence from San Diego». Sus hallazgos fueron reseñados por Debra Viadero para la revista en internet «Education Week» el 10 de septiembre del 2003. El estudio evalúa el impacto de distintos factores que inciden en el rendimiento escolar en los diferentes niveles educacionales, que aporta no solo la identificación de estos factores sino su peso en distintos niveles. Monitoreó 141,000 alumnos en colegios públicos de San Diego durante 3 años. Encontró por ejemplo que la reducción del tamaño de la clase tiene más impacto en primaria que en secundaria; en cambio, la tenencia de un postgrado y más años de experiencia por parte de un profesor tienen mayor impacto en el rendimiento de alumnos de educación secundaria que en la primaria. Encontró que las características de los compañeros de clases tiene un mayor y más consistente efecto que la tenencia por parte de los profesores de postgrados. También se estudió el efecto que tienen las aulas por niveles de habilidades en el rendimiento de los alumnos. Aquellos que tienen desventajas o bajo rendimiento se benefician si están en la misma clase con alumnos de buen rendimiento. En cambio la segregación de alumnos de bajo rendimiento puede aumentar las desigualdades entre ellos.
Inclusive en la primaria, los alumnos de profesores que tienen licencias temporales por razones de emergencia o que son nuevos con un año o menos de docencia, logran un rendimiento ligeramente mayor en sus alumnos que sus pares que tienen credenciales con 10 años de experiencia. Todo esto significa que las mismas políticas aplicadas a todos los niveles no tienen éxito.
El estudio es importante porque construye datos sobre la base de alumnos individuales más que en grados completos. Observando las ganancias en las pruebas estandarizadas de matemáticas y lenguaje del año escolar 1999-2000 comparados con los del 1997-8 en San Diego, encontraron que en ambos casos y para todos los niveles que los alumnos lograron mejor rendimiento cuando otros alumnos de sus clases obtuvieron rendimientos más altos.
En primaria subir de un salón de nivel bajo a otro alto puede significar una ganancia en las pruebas del 9%. En primaria este efecto fue mayor que en secundaria probablemente porque los alumnos cambian de niveles más frecuentemente en secundaria que en primaria. Este efecto se sintió particularmente en el aprendizaje de Inglés como 2do idioma, en el que en las clases heterogéneas que incluyen alumnos destacados, los más débiles avanzaron el doble que en las clases sin homogéneas.
Como se deduce del artículo, los alumnos se benefician más de lo que muchos creen de las políticas de inclusión e integración. Por lo tanto, el reto educativo no está en segmentar y separar a los más débiles, sino más bien identificarlos a tiempo y focalizar las intervenciones de modo que se pueda ayudar a los alumnos que se vayan relegando, con lo que se estimulará y beneficiará a todos los alumnos del grado.