El 80% de los niños norteamericanos acceden a videojuegos digitales. 60% de los hogares disponen de computadoras a las que acceden estos niños. En el otro extremo, 97% del billón de niños nacidos en la última década ni siquiera logran acceder a una adecuada alimentación, vivienda y educación básica. De los que ya tienen entre 6 y 11 años, la mitad nunca ha hecho una llamada telefónica. Esa es la brecha entre los que tienen y no tienen acceso a la tecnología, a la información y al bienestar. El Perú debe escoger rápidamente en cuál de los extremos quiere estar. Conforme internet se convierta cada vez más en la base del comercio, información, empleo, aprendizaje, entretenimiento, cuidados de la salud y desarrollo social, los países en desarrollo como el Perú quedarán más y más relegados. Al quedar excluidos de la tecnología nos convertimos en excluidos en todo lo demás. Este es el tema de fondo que debe abordarse cuando se habla del desarrollo económico y social, las inversiones públicas, la educación y el “Huascarán”.
La creciente brecha entre los países que tienen y los que no tienen acceso a la tecnología se traduce internamente en una creciente brecha entre los alumnos que asisten a escuelas privadas en las que se crían insertados en la red a la par del alumnado del primer mundo, y los que asisten a la escuela pública que están cada vez más distantes no solo del dominio de la lectura y las cuatro operaciones aritméticas, sino especialmente del acceso a la tecnología de la modernidad.
¿Qué hacen los niños que acceden a la tecnología digital? Por un lado la usan para el entretenimiento, lo que anualmente significa 10 billones de dólares en juegos electrónicos, que es más de lo que mueve la industria del cine de Hollywood. Esto hace que los jóvenes sean usuarios activos más que observadores o escuchas pasivos, lo que indudablemente modificará la esencia de las trasmisiones de televisión. Así como la TV en su generación redefinió la política, el comercio, la publicidad, la recreación, la educación y la cultura, lo mismo harán en esta generación los juegos electrónicos y las computadoras, con la diferencia de que por ser estos interactivos obligarán a los productores de programas de televisión a diseñar sus productos de modo que éstos respondan a las demandas de los consumidores, desterrando las ofertas unidireccionales de la televisión convencional.

Los niños y jóvenes de la generación-net usan las computadoras para informarse, para aprender en los colegios y las bibliotecas, para jugar, comunicarse, conocer gente, intercambiar ideas. Las usan para escoger su música, para revisar catálogos, hacer compras a la medida o inducir a sus padres a hacerlas. Los jóvenes mayores las usan cada vez más para sus estudios, transacciones, para buscar trabajo y ofrecer sus servicios de diversos productos que se basan en el dominio de la informática, el diseño y el ciberespacio. Por eso, para poder atender las nuevas necesidades de la generación-net los profesores, empleadores, empresarios y políticos se verán obligados a reformular los conceptos vigentes de educación, trabajo, comercio y ciudadanía.
A la par que los niños y jóvenes interactúan y aprenden a través de la red, aceleran su desarrollo motor, sus habilidades de lenguaje y destrezas sociales. También desarrollan su inteligencia, cognición, personalidad, autonomía y autoestima, aunque lo hacen por sus propias rutas, que usualmente no son las que les organizan sus profesores, por lo que la educación virtual y el software educativo escolar aún resultan muy poco efectivos. Cuando los niños logran dominar los medios tecnológicos, dejan de ser esclavos pasivos y seguidores de consignas, para convertirse en actores activos de su desarrollo, lo cual lo acelera.
Personalmente, me resisto a ver a los peruanos en la cola del mundo viviendo una vida miserable y recogiendo las migajas del desarrollo. Por eso insisto en que buena parte de cada centavo del que disponga el gobierno para la inversión pública en infraestructura social debe destinarse a interconectar el país y dar a todos los profesores y alumnos de la escuela pública acceso inmediato y universal a computadoras e internet.
Los niños que no accedan pronto a la computadora y a internet quedarán excluidos de este mundo. Ellos ya han sufrido una primera exclusión, producto de la pobreza a la que los condenaron los malos gobernantes. Prevenir esta segunda y definitiva exclusión que acecha a la generación joven de peruanos es una responsabilidad histórica del gobierno del Presidente Toledo y los congresistas del quinquenio 2001-2006.