Imaginemos ir a un mecánico por una filtración en los frenos que diga “yo solo cambio discos y zapatas. Las cosas complicadas las ven en el taller X”. Imaginemos ir al odontólogo con una raíz dental infectada que diga “yo solo curo caries; el tratamiento de raíces los hace el especialista Z”. Imaginemos un ingeniero civil al que le piden remodelar un departamento que diga “yo solo construyo casas estandarizadas. Si quiere hacer modificaciones, búsquese a W”… etc.
Los profesionales mencionados en primer lugar están en su derecho de aceptar solamente aquello en lo que se sienten mejor entrenados. La pregunta es, si Ud. tuviera que contratar un mecánico para preparar un carro para una carera, o a un médico para reparar una dentadura seriamente dañada por un accidente, o un ingeniero para concursar en propuestas innovadoras para la remodelación de hogares, ¿a cuál contrataría, al primero o al segundo de los citados?
Hay un cierto sentido común en reconocer que los profesionales capaces de lidiar con las situaciones más complejas de su profesión o especialidad están mejor preparados, son más solventes y tiene un abanico mayor de recursos para resolver problemas que los otros. (El que puede más, puede menos). Además, suena sensato pagarle una tarifa más alta al segundo.
Es curioso que en el mundo escolar no pocas veces ocurre al revés. Hay quienes valoran más a colegios selectivos que rechazan postulantes con alguna función intelectual aún inmadura, aduciendo que así ofrecen una mejor educación que la de aquellos que atienden a una población heterogénea, cuyos profesores ponen en juego múltiples recursos profesionales para atender a cada alumno de acuerdo a sus características particulares. En otras palabras, se valora más (y en ocasiones se paga más) al que hace un trabajo con criterios selectivos, se deshace de los alumnos que tienen alguna dificultad, en lugar de reconocer que quien lidia con situaciones más complejas pone en juego mejores capacidades pedagógicas para atender a los niños diversos (como suele ocurrir con muchos profesores de educación especial).
Quizá sea hora de repensar el significado de una evaluación de ingreso escolar.
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