El Ministro de Educación de Argentina Alberto Sileoni autorizó a los alumnos de los colegios a ver los partidos de fútbol que jugará la selección de Argentina en el Mundial de Futbol Sudáfrica 2010 que se transmitirá en horario escolar. Dijo que «ver el partido en la escuela significa invertir dos horas de la clase», mientras que si los chicos no van al colegio para quedarse en sus casas a ver los partidos, perderán «seis horas» de clases. Los opositores dicen que eso tan solo retrasará el aprendizaje de los contenidos escolares.

 

Coincido con Sileoni en cuanto a que si no los van a dejar ver los partidos, los alumnos -sobre todo adolescentes- tendrán la cabeza en el partido a la hora de clase o simplemente no asistirán al colegio, con la total complicidad de los padres. En lo que no coincido es en su argumento de que ahorrar las horas de inasistencia a clases sea un hecho pedagógico.

 

El hecho pedagógico está en entender que la escuela también es un espacio para el deporte, la diversión, para reconocer las necesidades de los profesores y alumnos argentinos (fanáticos del fútbol). Por fin los alumnos tienen una razón interesante y motivante para ir a la escuela y compartir ratos entretenidos con los profesores y compañeros. ¿Porqué la escuela tiene que ser el espacio carcelario del aburrimiento, la tortura, la presión para agotar toda neurona mental en aprender cosas que mayoritariamente servirán de muy poco para la vida?

 

Tampoco coincido con quienes dicen que esas horas retrasarán el avance de las clases. Los alumnos latinoamericanos aprenden tan pocas cosas relevantes en las escuelas, que pensar que aprovechar algunas horas para ver el fútbol, (o como ellos dicen, perder unas horas de clases) los harán más hábiles y capacitados, es una falsa ilusión. ¿Alguien realmente cree que un alumno motivado no encontrará las horas necesarias para estudiar? O a la inversa, ¿Alguien realmente cree que un alumno despistado, vago, desmotivado, dejará de serlo porque esté 12 horas más sentado en sus clases soportando la tediosa experiencia escolar?

En todo caso, si se insiste en la recuperación de clases, el tema se puede convertir en una buena oportunidad para una negociación con los alumnos: la suma de las horas invertidas en ver el futbol se agregarán a través de algunos días adicionales de clases al final del año escolar. Seguramente los alumno aceptarán.

 

Pero no olvidemos que la buena educación pasa por otras consideraciones más allá de la aritmética de las horas de clases.

 

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