(Entrevista a León Trahtemberg en el suplemento de LA REPUBLICA 14 11 2021)

“Castillo está construyendo una narrativa política al estilo de Toledo”

Lleva años hablando sobre la educación peruana, dando recetas para mejorarla y creando conciencia de que los escolares no son robots que solo deben sacar buenas notas.

Conversamos con el educador León Trahtemberg, que esta vez nos muestra su faceta de analista político. A través de sus redes sociales, difunde columnas sobre el accidentado quehacer del presidente Pedro Castillo y su gobierno, sin apasionamientos, sin caer en la polarización, mirando la realidad en escala de grises.

En su columna “Otra forma de entender a Pedro Castillo”, sostiene que al tildar al presidente de “manipulable” o “torpe” sus detractores lo están subestimando. ¿Por qué?

Si se analiza la trayectoria política de Castillo con sus dos hitos más victoriosos como fueron la larga huelga del 2017 y la campaña electoral 2021, creo que es evidente que tiene mucha intuición y talento político. Eso incluye prolongar el enfoque de la campaña electoral en sus primeros actos de gobierno, basados en la continua provocación y confrontación con la oposición, usando nombramientos explosivos para cargos ministeriales y puestos públicos. Paradójicamente, esa confrontación le favorece para mantener la adhesión de todos los que se identificación con el “anti-establishment”.

Considera que mientras más nos ocupemos de sus errores dejamos de prestarle atención a sus movimientos políticos. ¿Cuáles son las estrategias de Castillo?

Creo que está desarrollando una estrategia populista y construyendo una narrativa política al estilo de Toledo, postulando ser “un peruano como tú”.

En lugar de cholo andino de Toledo se presenta como maestro y rondero rural, y, en lugar de lustrabotas que trabajaba para sobrevivir, se presenta como el campesino que tuvo que salir adelante con el sudor de su frente pero viviendo con dignidad. Está buscando la conexión emocional para fidelizar a sus adherentes, reiterando la culpabilización de los enemigos del pueblo a quienes ubica en el congreso y entre los que votaron contra él en la campaña electoral. Una vez que tenga el respaldo incondicional, podrá hacer las movidas políticas que quiera. No tiene apuro. Por ahora le basta con asegurar los 44 votos para que no haya vacancia y esos ya los tiene.

Usted dice: “Muchos de los nombramientos ministeriales de Pedro Castillo tienen por objetivo devolver favores de campaña y también irritar a la oposición, creando piñatas que absorban el cargamontón opositor”. ¿Sus desaciertos al nombrar a sus ministros son parte de su juego de ajedrez político?

Si se observa a quiénes ha nombrado, se ve claramente que muchos son sus allegados con los que tiene en común alguna lucha conjunta en el pasado o que responden a las demandas de Cerrón, y más recientemente, Mirtha Vásquez. A varios los ha nombrado sabiendo que iban a producir irritación arriesgándose incluso a que no le den la confianza al gabinete. Siendo así, me parece evidente que es intencional, y de paso le permite ir midiendo a sus opositores en el congreso. Sin embargo, conocedor la nefasta experiencia económica de Maduro, se cuida de no ir demasiado lejos en materia económica, por lo que mantiene a Velarde y Francke como contenedores.

¿Qué me dice del escándalo por la probable intromisión del gobierno en el ascenso de altos mandos de las Fuerzas Armadas?

No me queda muy claro qué ha pasado. En política, toda movida responde a algo, aunque al principio eso puede ser invisible. Una hipótesis es que siendo Castillo una persona terca y autoritaria, quizá, a diferencia de los otros actores a quienes ha designado, no lograba la sumisión de estos. Pero falta destapar la caja de Pandora para ver qué más hay que no sabemos aún. En este tema esperaré a que aflore más información.

Se han cumplido 100 días del gobierno de Castillo ¿Qué tipo de gobernante es?

Castillo tiene un perfil de socialista, populista, provinciano, andino, conservador en lo familiar, con mucha intuición, que explota bien las carencias de la población para culpar a “los de siempre” y presentarse como el salvador. Está construyendo un culto a su personalidad con lo que dice, así como con sus silencios. Busca adhesiones emocionales con discursos simples, confrontacionales y reivindicativos de los derechos de los postergados. En el contexto de mucha inseguridad por la epidemia, el frenazo de la economía y el enorme desempleo, se crean las condiciones propicias para posturas caudillistas populistas extremas. En América Latina se ha vuelto un fenómeno frecuente con la aparición de outsiders de derecha o de izquierda, que captan adherentes sin que éstos presten mucha atención a la viabilidad y calidad democrática de las propuestas, sino más bien a la emocional ilusión de progreso que nacen de la desesperanza.

Sobre su relación con los medios, usted señala que tiene una actitud “pasivo agresiva premeditada”, que los castiga con su silencio cuando publican titulares que lo tildan de incompetente…

Castillo no es emocionalmente inmune a los diversos memes burlones que circulan cada vez que dice algo que “suena mal” o que lo califican de ignorante o torpe, ni tampoco de los titulares y contenidos noticiosos degradantes que se dan a partir de cualquiera de sus dificultades en la expresión oral. Su respuesta es “castigarlos con el látigo de su desprecio” mediante un hostil silencio. Al estilo de Trump, comunica lo que quiere por Twitter -asesorado por un corrector de lenguaje-, y con traducciones “políticamente correctas” (y tranquilizadoras para los inversionistas) de lo que “dijo incorrectamente” en aquellas ocasiones en que tomó el micrófono para hablar espontáneamente a la población.

¿Ese doble discurso que maneja –uno para complacer a la plaza pública y otro corregido para satisfacer a sus aliados en el congreso– sería premeditado?

Regreso a la analogía con Toledo, que ante los micrófonos soltaba cualquier anuncio voluntarista y luego sus ministros lo traducían hacia lo políticamente correcto. También Castillo en el calor de la plaza suelta cosas recordando los dichos de la campaña electoral, para que luego sus ministros traductores o el encargado de sus tuits oficiales digan lo políticamente correcto para no desesperar a los inversionistas.

Usted hace en otra columna una pregunta controversial: “¿Cuánto de lo que se critica del (des) gobierno de Castillo y sus nombramientos con escasos méritos cívicos no ha estado en la médula del quehacer político de los gobiernos anteriores?” ¿Está justificándolo?

Lo que sostengo es que la oposición o los disconformes con Castillo parecen atribuirle a él actitudes inéditas censurables, cuando es evidente que, sin ir más lejos, el ex presidente Vizcarra no se queda atrás. La cantidad de ex presidentes y ex ministros y altos funcionarios procesados y sentenciados de los gobiernos anteriores es enorme. Odebrecht es un referente emblemático.

Si no hubiera sido así, si los gobiernos hubieran hecho las cosas bien, no hubiéramos tenido una población tan harta de los corruptos e insensibles de antes, que se identificaron con Castillo como su salvador y representante de una alternativa fresca. Eso no es una justificación. Es un paralelismo que pretende entender que hay males endémicos que no son circunstanciales y que compete a todos hacer su parte para remediarlos.

Es interesante un post suyo en el que pregunta a qué país de América Latina migraría ante el caos político del Perú, y nos hace entrar en cuenta que los gobiernos de nuestros vecinos tampoco están bien. ¿Qué actitud debemos tener frente a la inestabilidad de cada día?

Aunque suene iluso, creo que, si los políticos más limpios y personajes más reconocidos por su calidad personal y profesional o empresarial se articularan para ofrecerse como opción electoral, en caso de triunfar, podrían hacer una revolución ética y democrática en el estado peruano. Personalmente no veo otra opción frente a seguir la espiral de deterioro nacional y los tumbos suicidas que va dando el Perú gobierno tras gobierno. Además, si por reacción al fracaso de este gobierno se encumbrara uno de extrema derecha en el 2026, eso no va a mejorar nuestra democracia ni la aspiración por una convivencia pacífica y digna entre todos los peruanos. Si rascamos la olla y no encontramos gente de primera línea en la lid política, no nos espera un buen futuro. El desarrollo de las sociedades no ocurre por magia sino por una construcción colectiva en función de ciertos ideales representados por los líderes.

¿Qué sabor le deja que Ejecutivo y Legislativo convivan como a salto de mata, uno atento ante una posible vacancia y el otro ante una probable disolución?

Imaginemos una pareja que llega a la conclusión de que es necesario el divorcio. Hay dos posibilidades. Un divorcio amable, conversado, con un reparto ponderado de los bienes comunes y visitas familiares a los hijos. La otra, de un divorcio cargado de tensión, hostilidad, acusaciones, mediación de abogados, malas jugadas, etc. Simbólicamente, la relación entre Ejecutivo y Legislativo tiene esas dos opciones de relación mutua para el ejercicio de las prerrogativas de cada uno. Puede ser una relación amable, cooperativa o puede ser una relación hostil, destructiva. La disolución del congreso como carta amenazante del ejecutivo choca con la amenaza de vacancia de parte del legislativo. Si no fuman la pipa de la paz, esta tensión se prolongará 5 años. Si el presidente Castillo no da muestras de procurar una relación amable, el Legislativo se la pasará mostrando los dientes. Pero para hacerlo Castillo tiene que poner en la balanza las ganancias de tener esta buena relación, versus la pérdida de adherentes que, en un contexto de menor tensión y fanatismo, haría que sus seguidores le pongan más atención a sus actos de gobierno que son pasibles de fuertes críticas por incompetencia e ineficiencia.

(Nota: en la edición impresa no apartecen las sigientes preguntas de la versión digital León Trahtemberg: “Castillo está construyendo una narrativa política al estilo de Toledo)

Hablemos de la educación y la apertura de las escuelas. ¿Considera que se debe retornar a las clases presenciales ahora mismo quedando pocas semanas del año escolar?

Si, sin duda. Porque cada colegio tiene que aprender cómo lidiar con ese retorno, esas pocas semanas pueden favorecer ese aprendizaje. También los alumnos requieren un re-aprendizaje para socializar con sus pares de modo presencial, ya que es posible que al principio haya mucha irritación y violencia, a manera de desembalse de tensiones acumuladas. Hay mucha carga emocional no resuelta que hay que descargar. Además, los alumnos podrían prolongar por su cuenta ese reencuentro presencial en vacaciones y pasar esa temporada veraniega menos aislados.

Parece que el retorno se aplazará más, si bien Castillo dijo que en marzo se retomarán las clases presenciales, el ministro de Educación, Carlos Gallardo, precisó que será hasta julio del 2022. ¿Cómo perjudica esto a los ocho millones de niños que no pisan la escuela?

Los alumnos ya perdieron casi dos años. Otro medio año simplemente agravará los daños ya acumulados. El problema que tiene el estado es la habilitación de los miles de colegios públicos, y si tiene que cumplir con las condiciones de aforo y distancia de 1.5 o 2 metros entre alumnos, no podrían atender a todos los alumnos a la vez. Sin embargo, así sea dividir a los alumnos en 2 ó 3 grupos dependiendo del aforo, es mucho mejor que mantenerlos totalmente fuera del espacio escolar.

Algunos dicen que esta será una “generación perdida” de niños que no aprendieron a leer o de adolescentes con graves problemas psicológicos. ¿Cómo afectará esto al país?

Las investigaciones que sistematicen los efectos producidos por el encierro de la pandemia demorarán algunos años en producirse, porque se requiere cierta distancia del corto plazo para aquilatar las huellas permanentes que quedarán en los alumnos. Sin embargo, apelando a los hallazgos iniciales, se ha encontrado ya serios daños a la salud mental de una parte de los niños y especialmente adolescentes, con sensaciones de angustia, estrés, aislamiento social, depresión y angustia de muerte. Por el lado académico, la fractura en la continuidad de los aprendizajes que se venían construyendo desde antes de la pandemia sin duda requerirán un abordaje especial para superarlo, para lo que muchos directores y maestros no están preparados, lo que agravará sus dificultades. Sin duda siempre habrá alumnos que toleren bien estas circunstancias adversas y salgan adelante, pero el problema es qué pasa con todos aquellos que no tienen ese nivel de resiliencia. Si no hay una dedicación esmerada a ellos, su adultez puede ser problemática

Algo cierto es que muchas escuelas públicas no tienen la infraestructura adecuada para asegurar la bioseguridad de los escolares, no cuentan con agua potable o jabón para lavarse las manos, por ejemplo. ¿Qué estrategia debería tener el gobierno frente a esta realidad?

La principal obviamente es colocar el retorno a la escuela como prioridad nacional en torno a la cual movilizar todos los recursos económicos, tecnológicos y logísticos que hagan falta. Habrá que ser muy creativos y audaces para lograrlo. Pienso que asignarle a cada colegio un presupuesto para que cada colegio haga la preparación óptima posible es una de las fórmulas para no depender de decisiones burocráticas de terceros. Junto con ello, no desmayar en el esfuerzo de dotar a todos los niños de laptops y acceso libre a Internet lo que será de la mayor importancia para todos aquellos casos en que se requiera mantener el aprendizaje a distancia. Hay que descentralizar lo más posible las decisiones sobre cómo hacer las cosas en cada colegio, dotándolos de autonomía para ese fin, sin miedo a iniciativas innovadoras en lo pedagógico, curricular y organizativo

Hay un sector de padres que aún tiene miedo de enviar a sus hijos a clases. ¿Qué tipo de mensaje debería dar el gobierno para tranquilizarlos?

Estamos frente a un problema universal que se va a ir atendiendo con la vacunación masiva y las medidas de bioseguridad pertinente. Espero que pronto aparezcan en el mercado medicamentos que controlan el virus en el caso de los contagiados.

Mientras tanto, el estado puede desarrollar estrategias de comunicación que informen a los padres sobre la necesidad y las ventajas de que sus hijos asistan al colegio, y darles pautas sobre la mejor manera de maximizar el control de riesgos.

Sin embargo, todo eso tiene que ir empaquetado irradiando credibilidad, que es algo en lo que ninguno de los últimos gobiernos ha sido capaz de transmitir, porque lo que dicen en público y lo que parecen pensar en privado no parece estar muy alineado. La gente lee las cosas según cómo siente al mensajero, y no según la versión literal del mensaje.

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