Circulan diversas hipótesis y teorías explicando la intención de voto por Humala sin que los votantes conozcan sus planes, programas, equipos técnicos y acompañantes políticos. Agregaré una. El votante del comandante Humala de hoy es el alumno del profesor autoritario de la escuela pública de ayer.
Los votantes de Humala proceden mayoritariamente de los sectores socioeconómicos C-D-E, generalmente egresados de las deterioradas escuelas públicas. En su mayoría han sido educados en hogares y especialmente escuelas autoritarias y represivas, sujetos a diversos maltratos, cuyos mensajes docentes son: cállate, siéntate, copia, repite, memoriza; alumnos acostumbrados a conocer una sola versión de las cosas -la del profesor o del texto escolar único-, a quienes se premia por su obediencia y se desvaloriza si piensan con independencia. Su disciplina muchas veces es controlada por ex suboficiales del Ejército, que además les enseñan a formar y desfilar. Sistemáticamente enfrentan el mensaje implícito: «Lo que piensas no interesa», o simplemente: «No pienses». Lo que el profesor dice se vuelve cierto solamente porque él lo dice, sin requerir verificación o demostración.
Es claro que si no se les enseña a confrontar, discutir, innovar, opinar, pelear por una opinión, y sólo se les enseña a ser pasivos receptores de la verdad adulta, se convertirán en inválidos intelectuales, esclavos al servicio del caudillo de turno, cuyas atractivas proclamas no requerirán demostración para ser asumidas. A esos votantes, que según las pruebas nacionales de rendimiento escolar al egresar de secundaria no comprenden un breve texto escrito ni saben sumar 1/2 + 1/3, se les pide que sean capaces de cuestionar la racionalidad de mensajes como «fijaremos tarifas telefónicas e intereses bancarios más bajos», «cobraremos más impuestos a los ricos», «legalizaremos la coca» o «dejaremos de pagar la deuda externa».
Estos votantes, ex alumnos del «profesor Humala» de su escuela, seguirán identificándose con el caudillo de turno más convincente y autoritario, y votarán siguiendo eslóganes atractivos como «empleo con justicia social» u «honradez, tecnología y trabajo», sin preguntarse cómo se logra eso, cómo se puede aumentar los impuestos y a la vez generar más empleo formal, o cómo se puede captar inversiones cuando no se paga la deuda.
No han sido educados para entender lo que leen, razonar, cuestionar, confrontar, verificar. Son producto del sistema educativo, que debe ser urgentemente reformado si queremos producir ciudadanos formados e informados, capaces además de un voto responsable.