EL CONSENSO DETRÁS DE LAS PROMESAS ELECTORALES
Revista Ideele # 206 de Marzo 2011 Por León Trahtemberg, educador, consultor

La sucesión de elecciones regionales, municipales y nacionales ha aumentado la cantidad de candidatos que comunican sus promesas a los electores, y, a la vez, ha reducido de 4 años a 6 meses la distancia entre campaña regional-municipal y nacional. Todo ello ha permitido concentrar y poner casi simultáneamente en la vitrina un enorme abanico de promesas de todo orden que los analistas intentan sistematizar, a la par que los electores intentan asimilar; por supuesto, cada uno a su manera.
Mi impresión es que las promesas son un conjunto de palabras escogidas por los candidatos para generar empatía y ganar votos, con escasa vinculación con los planes de gobierno y con su realización en la eventualidad de un triunfo electoral. “¿Qué tengo que decir para recibir un aplauso o un voto? Eso lo digo”,parece ser la motivación.

Eso se hace visible cuando uno escucha a los candidatos hablar sobre temas de coyuntura o respondiendo a una pregunta filuda de un entrevistador (sobre asuntos que no aparecen en sus planes de gobierno). El candidato contesta lo primero que se le ocurre y eso luego es traducido, interpretado o argumentado por sus voceros. Se hace visible también cuando se escucha a los voceros de los planes de gobierno en foros y entrevistas, improvisando sus pareceres, haciendo creer que eso se ha discutido y acordado en el equipo técnico, pero que éste ni conoce (y mucho menos el propio candidato). Por último, aun en la hipótesis de que hubiera una excelente articulación entre el plan de gobierno y las promesas electorales, la realidad que encontrará el presidente electo en cuanto a la disponibilidad de la caja fiscal y la necesidad de armar alianzas para el control de la mayoría en el Congreso, lo obligará a modelar las propuestas al gusto de los otros actores. Recordemos como muestra el fujishock del Fujimori de 1990 o el ensalzamiento del TLC por García, contrariando sus principales promesas electorales. En suma, hacerle caso a las promesas termina siendo un ejercicio de ingenuidad electoral.

En ese escenario de intervenciones improvisadas y pensadas bajo el paraguas de “di cualquier cosa que te permita ganar votos” o “haz control de daños y ataca a los otros si aparece alguna acusación”, los wikileaks tienen ahora el efecto perturbador que tuvieron antes los vladivideos y los audios ‘chuponeados’. En este caso el principal perjudicado ha sido Toledo, porque frenó su crecimiento electoral y debilitó su liderazgo como colocador de temas de agenda. Hasta mediados de febrero, Toledo decía cualquier cosa y todos los demás, incluyendo a Alan García, se veían arrastrados a comentar o replicar. Toda vez que esto ocurría, Toledo podía hablar de la importancia de privatizar los árboles, contar las gotas de agua del océano o pintar de rojo Palacio de Gobierno y todos luego decían algo al respecto, reforzando el liderazgo de Toledo.

A la par, en otros escenarios, Alan García inauguraba cada día un trozo de una carretera o los pilares de un puente o hasta locales de entidades privadas, para asegurarse un buen nivel de recordación para las elecciones del 2016, aunque a costa de ningunear al Partido Aprista, al que de hecho descabezó y fracturó, para facilitar su preeminencia. Así, se daban dos campañas a la vez: la de Toledo 2011 y la de García 2016. Solamente a mediados de febrero pareció despertar Luis Castañeda y mostrar algo de garra y ganas de ganar, sobre todo porque, a pesar del descenso de su popularidad para la primera vuelta, aparecía en las encuestas como un eventual ganador de una segunda vuelta contra cualquiera de los contrincantes.

Mientras esto ocurría, la campaña de Keiko Fujimori seguía con su habitual monotonía, reflejando una tensión no resuelta entre los que quieren resaltar la figura de Alberto Fujimori y los que prefieren bajarle el perfil, sin saber bien cuál de las dos estrategias permitiría subir en las simpatías electorales. Dilema similar al que tenía descolocado a Ollanta Humala, que transmitía un confuso mensaje que mezclaba el radicalismo de la identificación con Velasco o Chávez y el uso del polo rojo del 2006, con la cercanía a Lula y mayor ponderación del usuario de ternos o polos blancos del 2011. Quizá estaba reconociendo que tenía que seguir madurando para tentar un lugar preferencial en el bolo presidencial, ya no para el 2011 sino para el 2021 (esperando cuatro elecciones al estilo de Lula). Finalmente, entre los punteros, PPK parecía un jubilado feliz por estar en la escena política, al frente de aliados ansiosos por pasar la valla electoral del 5% para garantizar la presencia en el Congreso de sus líderes y su continuidad como partidos políticos inscritos.*

En cuanto a la educación, hay varios denominadores comunes que aparecen en los planes y promesas y que por lo tanto valen por eso, independientemente de quién sea el candidato que lo mencione de uno u otro modo o quién sea el que gane al final. Esos temas son: atender la alimentación y nutrición infantil y aumentar la cobertura de educación inicial, elevar los desempeños escolares en lectura y matemáticas, dar acceso a Internet para todos, aumentar los sueldos a los profesores manteniendo el criterio de evaluación para una carrera pública magisterial meritocrática, estimular la creación de Institutos Superiores Tecnológicos de alto nivel por todo el país, aumentar significativamente el presupuesto para Investigación, Ciencia y Tecnología incluyendo programas de becas para posgrados dentro y fuera del país; y para todo ello, subir el presupuesto de Educación al 6% del PBI.

La buena noticia es que esos temas —que han sido impulsados incansablemente por el Consejo Nacional de Educación— ya han entrado en la agenda pública y se repiten por todos lados, incluyendo a los voceros empresariales (aguijoneados por las demandas de competitividad hechas por el Foro Económico Mundial y Michael Porter, entre otros referentes internacionales), lo que ha creado un consenso implícito entre los líderes políticos que podrían hacer del quinquenio 2011-2016 el verdadero quinquenio del despegue de la educación peruana.

*Artículo escrito el 15 de marzo antes del vuelco en las preferencias electorales. Luego, como ya todos sabemos, Ollanta Humala y PPK consolidaron sus estrategias y lograron repuntar desde las cenizas y quedaron como candidatos firmes a pasar a segunda vuelta; pero eso ya es parte de otro análisis.

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