¿Qué de interesante puede tener el comentario de una noticia o la opinión de un columnista si todo lo que va a decir es insulso,  predecible o es copiado de lo que ya han dicho otros? Nada.

Hay muchos noticieros, columnistas, entrevistadores que son muy aburridos o insulsos porque reiteran lo que ya fue dicho o escrito por otros, o porque solo repiten los datos o argumentos concretos de algún suceso, o porque uno anticipa lo que dirán, o  porque les gana su fanatismo. Por otro lado, hay columnistas y entrevistados que despiertan un particular interés en leerlos o escucharlos, porque independientemente de sus posiciones ideológicas o políticas tienen planteamientos originales y dicen cosas que otros no han dicho. En lo que a mí respecta siento ese interes por Mario Ghibellini, Mirko Lauer, FOZ, Juan de la Puente, Aldo Mariátegui, Carmen Mc Evoy, Juan Carlos Tafur, Fernando Vivas, Jorge Bruce, Roberto Lerner, Patricia Teullet, Hugo Díaz, Rosa María Palacios, Max Hernández, Rolando Arellano, César Hildebrandt, Moisés Lemlij, Alberto Vergara, y unos más, entre los peruanos que más aparecen en los medios y redes. Es la reserva intelectual que el sistema educativo peruano debería  cultivar y expandir

¿Qué tienen en común todos ellos, además de su inteligencia y excelente formación profesional, que hace que sean atractivos para ser escuchados o leídos? Pienso que es su capacidad de sorprendernos por la originalidad de pensamiento, la seguridad y fuerza interna que tienen para decir lo que piensan y el talento para comunicar de modo inteligible sus ideas; pero, sobre todo, su capacidad de provocar nuestro pensamiento porque “dicen B cuando todos dicen A”.

¿Se imaginan ustedes ser profesores de un salón de clases donde hubiera 20 alumnos como los mencionados?. El profesor convencional se volvería loco. Diría que le ha tocado un salón de indisciplinados, trasgresores, rebeldes, díscolos, cínicos, malos alumnos, que no contestan en los exámenes lo que el profesor les enseñó, que todo el tiempo se quieren salir de lo establecido en el programa, y que por lo tanto son merecedores de recetas de Ritalin, terapias psicológicas o hasta una pasantía por Maranga. Esos alumnos en las pruebas estandarizadas sacarían notas desaprobatorias por lo que tendrían que repetir de año varias veces hasta ser aprobados por compasión ó expulsados por mayoría de edad, aunque probablemente aprenderían los trucos para aprobar sin demasiado sacrificio. No extrañaría que no puedan aprobar los exámenes universitarios de admisión memorísticos y mecanizados vigentes en los que la elaboración intelectual y formulación de opiniones originales no tendría cabida alguna. En suma, serían buenos candidatos para Harvard, Singularity, Sorbona o Aalto, pero no para las universidades peruanas.

El reto del Perú es tener colegios cuya filosofía educativa promueva la emergencia de ese tipo de alumnos en las aulas, con profesores preparados para provocarlos, respetarlos, cultivarlos y acogerlos, que entiendan que la creatividad y originalidad se promueven no haciendo “más de los mismo” sino procurando romper las fronteras de lo establecido y formulando ideas que lo confrontan.

La desgracia del Perú es que usualmente tanto los colegios públicos como los privados con vocación estandarizadora, controlista, examinadora y uniformadora los consideran marginales y tienden a hacerlos sentir “outsiders”, obligándolos a formatear sus mentes hacia las formas estandarizadas de aprender y comportarse para ser “buenos alumnos”. En lugar de preguntarse cómo potenciar sus talentos se preguntan cómo se logra que se alineen con lo convencional. En lugar de abrir espacios para la deliberación profunda de los temas polémicos, se procura avanzar rápido para cumplir el programa. Con ello, desde pequeños, se anestesia o discapacita a muchas mentes brillantes.

Dicho sea de paso, le sugiero a las universidades peruanas preguntar a los colegios respecto a alumnos muy talentosos y brillantes que conocen bien pero que no logran ingresar con los sistemas de admisión convencionales. (Yo conozco varios). Quizá eso les ayudaría a darse cuenta cuánto talento están dispuestos a perder -y que el país pierda- por no saber cómo identificarlos y acogerlos para que pongan su talento al servicio de la ciencia, academia, prensa y sociedad peruana.

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En Correo 20 01 2023

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