Desde que el Ministerio de Educación enarboló la bandera de la nota 14 como un símbolo de la valla diferenciadora entre buenos y malos postulantes a los institutos pedagógicos, o de los maestros aptos o no aptos para la labor docente, sostuvimos que esa era una medida sin sustento en la investigación ni en el sentido común pedagógico. Una nota en si misma –que no esta atada a algún estándar de desempeño o exigencia- no garantiza nada. Por ejemplo, en una prueba fácil, como las que tomó el ministerio a los profesores postulantes a la CPM, 95% sacó más de 14. Un año atrás, en una prueba difícil, 95% de los mismos maestros sacó menos de 14.

 

Son maestros similares en su formación, procedentes de similares ISP o facultades de educación. Lo que cambió fue la manipulación política. En un caso, hacer aparecer a los profesores como subcalificados. En el otro caso, mostrar que el examen de acceso a la CPM es facilísimo, esta al alcance de todos, para animarlos a que se inscriban.

 

Hay instituciones internacionales acreditadoras de las habilidades de los evaluados que ya han llegado a un alto nivel de acumulación de información de los desempeños de millones de alumnos y han logrado la estandarización del nivel de dificultad de las pruebas que se toman año tras año, de modo que sus notas o puntajes sí pueden representar a un cierto nivel de capacidades. Por ejemplo, para que un postulante sea aceptado a algunas de las universidades en Estados Unidos tiene que tener un puntaje mínimo de 600 puntos en la prueba TOEFL (Prueba de Inglés como Idioma Extranjero). Pero para llegar a ese nivel de experiencia acumulada y estandarización de pruebas y puntajes al Perú aún le falta mucho tiempo y experiencia. Mientras tanto, la nota 14 no significa nada.

 

Otro caso es el del efecto bumerang destructivo que ha causado el establecimiento de la nota 14 como valla aprobatoria de las pruebas de ingreso a los institutos superiores pedagógicos aplicado por igual a postulantes limeños e indígenas. Lo que ha hecho es castigar a buenos institutos pedagógicos impidiendo el ingreso de postulantes, por el bajo nivel que tienen debido a la pésima educación estatal recibida, a pesar de lo cual han sido certificados como egresados del 5to de secundaria.

 

Esta valla del 14 ha ido matando a los pocos institutos superiores pedagógicos que formaban profesores de educación bilingüe intercultural, que solían recibir postulantes de pueblos indígenas para formarlos como maestros de sus propios pueblos, aprovechado el dominio inicial del idioma nativo. Ahora se les priva a los indígenas de la posibilidad de contar en el futuro con profesores que dominen sus lenguas nativas y regresen, una vez formados, a sus pueblos a asumir los roles docentes.

 

Una norma que elimina por igual a buenos y malos ISP resulta absurda, más aún si con ello se priva de docentes nativos a los pueblos indígenas del Perú.