La PCM ha puesto en circulación un grueso volumen del documento «Logros del Gobierno» julio 2001-diciembre 2003 que más allá de su compilación triunfalista, desordenada y no jerarquizada, básicamente servirá para los archivos políticos del país. El que hayan pasado desapercibidos los logros de este gobierno refleja la manera como la opinión pública desprecia cualquier paso adelante que pudiera dar este gobierno, al cual considera incompetente, incapaz de nada importante, carente de toda credibilidad y totalmente desatinado, como se evidenció en el papelón del prematuro anuncio de que el gas de Bolivia saldría por puerto peruano, desmentido de inmediato por el presidente boliviano Mesa lo que además ha generado innecesarias tensiones entre Perú y Chile. Estas cosas son las que responden a la habitual pregunta que se hace el presidente y su primer ministro sobre porqué la prensa no se hace eco de aquellas cosas buenas que logra este gobierno.
El caso más reciente es el acuerdo Gobierno-Sutep para aumentar las remuneraciones magisteriales en 115 soles en dos tramos, 70 en mayo y otros 45 en agosto, para evitar la próxima huelga. Para muchos esto podría constituir una buena noticia (yo he marcado mis distancias de este tipo de acuerdos que mejoran las remuneraciones a cambio de nada en términos de calidad educativa y desempeño docente). Sin embargo, ha pasado casi desapercibido y será noticia de dos días. ¿Porqué?
A principio de su mandato el presidente Toledo prometió duplicar el porcentaje del PBI destinado a la educación. No cumplió ni cumplirá. Luego decoró su promesa: duplicará el sueldo magisterial. Tampoco cumplió ni cumplirá. Luego participó del Acuerdo Nacional que fijó un aumento del 0.25% del PBI anualmente para educación. Hasta ahora no ha cumplido y al parecer no cumplirá.
Sin embargo, gracias a la presión del Consejo Nacional de Educación, la Asamblea Nacional de Rectores, el SUTEP, las ONGs dedicadas a educación, etc. el gobierno se ha visto obligado a incrementar el presupuesto educacional incluyendo un nuevo aumento a los profesores de 115 soles, que sumados a los 150 anteriores, ya levanta el sueldo magisterial en casi 35% para el trienio. Si sigue así, podría llegar al 60% de aumento al final del quinquenio que sería la mejor cifra de aumento para los maestros de los últimos gobiernos. Sin embargo, pasará desapercibido porque se seguirá prestando atención a la insatisfacción que produce el incumplimiento de las promesas iniciales. Las lecciones que se derivan de esto son varias.

1) Para los candidatos: si prometen lo que no piensan cumplir, al poco tiempo tendrán 8% de popularidad o un desgaste notable como le ocurre a Perú Posible y le ocurrió antes a los gobiernos previos que prometieron no devaluar (AP), no estatizar la banca (APRA) o una sola re-elección (Cambio 90).

2) Para los gremios: el que no llora no cobra. Con gobiernos como éste no se puede arreglar las cosas por vía de la negociación directa. Si no hay huelgas o amenazas de hacerlas, no se consigue. Esa no es una buena noticia para la paz social.

3) Cuando se negocia bajo amenaza de huelga, se negocia mal. Este gobierno no ha podido poner en la agenda ninguna demanda seria al magisterio vinculada a la calidad de la educación.

4) Las buenas noticias pasarán desapercibidas, porque la frustración frente al engaño electoral y la decepción por el incumplimiento de las promesas pesa más que los logros, por grandes que estos sean. Para corroborar esto podrían hacer el siguiente ejercicio. Pregúntenles a los niños si de cada 10 promesas de sus padres éstos cumplen solamente 9, ¿cuál de ellas queda grabada en su mente con malestar y hasta cólera? Aquella que no se cumplió. Porque ella es la que indica que la palabra del padre no es confiable.

Desde esta columna hemos insistido reiteradas veces que el presidente Alejandro Toledo debió hacer un recuento de sus promesas electorales y principales “metidas de pata” para luego hacer un pedido de disculpas explícito sobre estos temas y formular un replanteamiento sobre lo que estaría en condiciones de hacer en el tiempo de gobierno que le queda y cumplirlo cabalmente. Lejos de hacerlo, Alejandro Toledo culpó a la opinión pública de ser torpe por no comprender sus buenas intenciones, y culpó al sistema de información del gobierno por no saber comunicar adecuadamente los “logros” de su gobierno. Con ello, no solo reiteró que no era merecedor de la confianza popular sino que además perdió una de las pocas estrategias que tenía a su alcance para remediar los errores y torpezas y recuperar una imagen pública positiva. Ojalá los otros líderes políticos saquen las debidas conclusiones.