¿Cuándo entenderán los funcionarios ministeriales que cambiar un currículo no reforma la educación, si es que no se reformula simultáneamente toda la actividad educacional en conjunto, como si fuera un paquete de componentes que tienen sinergias internas entre sus partes? Más definitivos para una reforma educativa son por ejemplo la formación y desempeño docente, así como las condiciones de educabilidad de los alumnos. Sin embargo, el Ministerio de Educación insiste una vez más en la costumbre de crear un currículo por ministro, por lo que este año tendremos los currículos de Ayzanoa (o mejor dicho (Walter) Peñaloza).
Según las “Orientaciones para el desarrollo de la actividad educativa para el año 2003” publicadas en “El Peruano” el 2/3/2003, este año el Ministerio de Educación mantendrá el currículo vigente de Inicial y Primaria; en cambio, en la Educación Secundaria de menores desarrollará cuatro currículos nacionales, dos de ellos con carácter experimental. Así mismo iniciará un nuevo Proyecto Curricular en los Institutos Superiores Pedagógicos seleccionados por la DINFOCAD.
Se establece un plan de estudios de Educación Secundaria de menores de Ciencias y Humanidades así como otro para la Técnica. Además la norma dice que “los Centro Educativos Experimentales, en el presente año, aplicarán en 1º y 2º grados el Nuevo Plan de Estudios en construcción. Igualmente en las Áreas de Comunicación Integral y Matemática, desde 1º hasta 5º grado de secundaria. En 3º, 4º y 5º grados experimentales, aplicarán el Plan de Estudios mejorado, como resultado de la aplicación de la experiencia en la I Etapa del proceso experimental”.
Esta visión que lleva a considerar que un cambio de currículo cambia la educación, impuesto además inconsulta y autoritariamente, viene desde la reforma del año 1972, durante el régimen dictatorial del general Velasco. Valdría la pena preguntarle a los reformistas curriculeros que han desfilado por el Ministerio de Educación en los últimos 30 años ¿porqué la educación peruana esta cada vez peor? ¿No será que modificar el currículo no es la respuesta?
Hoy en día hay en el Ministerio de Educación una curiosa sobrepresencia de los reformistas de los 1970´s, varios de ellos procedentes de “La Cantuta” y que ya están en edad de jubilación, que no logran seguirle el paso a los pensadores más jóvenes. Es lamentable que durante la gestión Ayzanoa se haya sacado del Ministerio a las figuras jóvenes más prometedoras procedentes de las más diversas universidades e institutos del país. Igualmente lamentable es que los trajinados funcionarios no hayan aprendido que una reforma educativa impuesta al estilo militar no tiene ninguna posibilidad de éxito, porque de raíz es contradictoria con la naturaleza democrática de la verdadera educación.
Las estrategias de reforma que son autoritarias y verticales no educan, solo adoctrinan, producen logros ficticios, y cual resorte hacen que la educación regrese a su situación previa una vez culminada la imposición autoritaria.
Quizá un ejemplo puede ayudar a entender cómo funciona un currículo. Supongamos que queremos integrar niños discapacitados a las escuelas regulares. Para que eso sea posible, se requiere un abordaje pedagógico en el que el respeto a las diferencias sea un valor fundamental. Eso requiere un currículo versátil, que permita que cada profesor lo amolde a las características del aula a su cargo, que tome en cuenta las inteligencias múltiples, las habilidades diferenciales y el trabajo pedagógico con grupos heterogéneos. Para que eso sea posible se requiere profesores que estén formados para trabajar de esta manera con los alumnos, así como directores convencidos de las bondades de esta opción ética y educativa, que permita movilizar al colegio y al personal docente hacia una planificación interdisciplinaria y en equipo capaz de desarrollar esta propuesta diversificadora. Así mismo, se requiere de una mística institucional en la que padres, maestros y alumnos compartan el reto del respeto a la diversidad.
Por lo demás poner en manos de los profesores a niños discapacitados para integrarlos supone tener confianza en que los profesores serán capaces de manejar situaciones complejas, lo que supone también la existencia de normas de trabajo docente abiertas y flexibles, que contrastan con las normas rígidas y uniformizadoras que acostumbran a establecer el ministerio y muchos de los directores de centros educativos. Por si fuera poco, se requieren libros, material didáctico, facilidades de impresión de materiales y órganos intermedios que no vengan al colegio a exigir que hagan cosas distintas a las que allí hayan acordado por el bien de los alumnos.
Dicho todo esto, ¿basta cambiar un currículo para lograr poner en marcha todas las modificaciones requeridas para que una nueva propuesta pueda tener éxito?