La semana pasada comenté sobre la irrelevancia de la ONU en la búsqueda de las soluciones que podrían acercarnos a la paz mundial. La próxima lo haré sobre las implicancias de la reciente guerra sobre los países árabes, los palestinos e Israel. Esta semana comentaré sobre los cambios ocurridos en Europa y las implicancias de las posturas de sus países ante la reciente guerra entre EE.UU. Inglaterra e Irak.

1). Para la administración Bush las relaciones internacionales son relaciones de poder cuya legalidad y legitimidad dependen de tres pilares: (a) los Estados Unidos harán todo lo posible para conservar su incuestionable supremacía militar; (b) los Estados Unidos se reservan el derecho de una acción preventiva; (c) los Estados Unidos protegerán primero a su población y a sus soldados en actividad en el exterior, por encima de lo que establezcan las convenciones internacionales.

2). Para lograr sus objetivos, Bush forjó una coalición de 45 países que incluyó casi toda la periferia de Europa que bordea a Francia y Alemania (España, Inglaterra, Portugal, toda Europa Oriental, junto con Italia y Bulgaria en el sur europeo) y buena parte de Asia (sin China). 30 de los países aceptaron unirse públicamente a la coalición con EE.UU.: Afganistán, Albania, Australia, Azerbaiyán, Colombia, Corea del Sur, República Checa, Dinamarca, El Salvador, Eritrea, Eslovaquia, España, Estonia, Etiopía, Georgia, Gran Bretaña, Hungría, Islandia, Italia, Japón, Letonia, Lituania, Macedonia, Nicaragua, Filipinas, Países Bajos, Polonia, Rumania, Turquía y Uzbekistán. Otros 15 países se alinearon con Washington pero en forma reservada, lo cual incluía países árabes como Kuwait o Arabia Saudita, donde hay bases y tropas estadounidenses.

3). Esto ha significado una fisura en la Unidad Europea. Sus líderes tradicionales, –Francia y Alemania-, han quedado aislados en la periferia. Eso ha producido la fractura de la OTAN, la ONU, la Comunidad Europea y ha debilitado la estrategia franco-alemana de considerar al bloque europeo como contrapeso de EE.UU., pasando a reforzarse la estrategia inglesa de cultivar una estrecha alianza con EE.UU. para encarar juntos los retos del milenio.

4). La ambición de España se refleja en aquél discurso de José María Aznar en el que declaró que “hemos trabajado mucho para ser un país de primera división». Si bien España depende de la Unión Europea (UE) y de su financiación, y teme que la ampliación de la CE a los países orientales puede afectar las cuotas españolas, España ambiciona a tomar el lugar de Francia en el liderazgo regional. Además, requiere fortalecer la lucha contra el terrorismo y eso no pasa por una alianza con Francia sometida permanentemente al chantaje árabe y a las necesidades internas de ganar simpatías de su extensa población islámica en Francia (6 millones). La alianza abierta de España con EE.UU., Inglaterra, Italia y Europa Oriental le rinde mejores réditos.

5) En cuanto a Francia, el Presidente Jacques Chirac lideró junto con Alemania y Rusia, (las otras grandes potencias que quieren balancear el poder de EE.UU.), la oposición antinorteamericana en el reciente conflicto, derivado de sus propios intereses económicos y políticos en el mundo árabe (que se une a la crítica francesa contra EE.UU. por rechazar el Tribunal Penal Internacional y la firma del tratado de Kioto sobre Medio Ambiente). Para consumo interno eso le permitió potenciar su imagen, logrando unir a los pacifistas –que lo criticaban por al explosión de bombas atómicas en el Atolón de Mururoa-, los chauvinistas nacionalistas, la clase media -que quiere levantar su autoestima viéndose capaces de influir en el orden mundial y europeo-. También le atrajo la simpatía de los países no alineados, Corea del Norte y Cuba.
Sin embargo, Francia cayó en su trampa y ahora está jugando a ser aliado sirio y ser protector, junto con Rusia, de los militares y científicos iraquíes exilados, para así impedir que caigan en manos de EE.UU. Esperan que eso dificulte a los norteamericanos exhibir una victoria aplastante y los testimonios sobre los desarrollos de armamento no convencional en Irak.
El precio que pagó Francia con su estrategia fue alto: 1) puso fin al poco margen de maniobra que le quedaba a la ONU para mediar en este conflicto (por romper la posibilidad de acción conjunta con EE.UU.) 2) fracturó a la Unión Europea 3) debilitó sus frágiles relaciones con Gran Bretaña.

6) En cuanto a Turquía, en realidad este es el país que tiene los frentes simultáneos más complicados de la región. Por un lado, es un fuerte aliado de los EE.UU. y la OTAN, y goza de beneficios económicos de esa relación privilegiada. Por otro lado tiene interés en convertirse en un miembro pleno de la Comunidad Europea dominada por Francia y Alemania. También tiene que atender a la “calle islámica” que se identifica con los iraquíes y se opone a la invasión. Por si fuera poco, necesita cuidarse de la autonomía kurda que podría afectar las aspiraciones independentistas de los kurdos en su propio territorio.
Turquía negoció con los americanos para que los norteamericanos pasen por aire y mar pero no por tierra (al menos vestidos de soldados).

7) Otro actor importante fue el VATICANO. Juan Pablo II criticó insistentemente esta acción militar norteamericana en Irak. El Papa teme otro desprestigio del cristianismo occidental y su impacto negativo en los innumerables pueblos de confesión musulmana.
El crecimiento del Islam que ya cuenta con 1,000 millones de practicantes y que abarca a pueblos muy distintos y se extiende por continentes enteros, está amenazando la supremacía de los 1,800 millones de cristianos que hay en occidente. El Islam se muestra como una teología sencilla con rituales muy simples que está al alcance de las grandes masas, hacia las cuales es muy fácil convertirse. El Islam avanza no solo entre la población del tercer mundo sino también en la Comunidad Europea donde ya hay 35 millones sobre un total de 400 millones.

8) En cuanto a la redistribución del poder continental europeo a favor de las naciones que apoyan a EE.UU. en su ofensiva contra Irak (Gran Bretaña, Italia, España, Portugal, Holanda, Dinamarca y los nuevos socios de la OTAN de Europa Oriental) esto traerá como consecuencia la recomposición de las relaciones comerciales de Europa con Israel, que han sido dañadas por el conflicto con los palestinos y el boicot comercial europeo. El comercio israelí podría girar de Francia, Alemania, Bélgica, partes de Escandinavia y posiblemente Rusia, hacia Italia, España, Portugal, Dinamarca, Hungría, Bulgaria, la República Checa, Polonia y posiblemente China. (continuará con la III parte)