En mi artículo anterior –”¿De quién aprender?”– sostuve que la educación peruana no saldrá adelante copiando modelos de otros países, ya que cada uno tiene sus propias tradiciones, valores, prioridades, grupos de interés, resistencias al cambio, etc. Eso no quiere decir que no podamos aprender de sus experiencias, pero a sabiendas de que nosotros tendremos que formular nuestras propias innovaciones para que sean aplicables a la realidad peruana. Eso significa romper creativamente los esquemas educativos convencionales y encontrar los caminos innovadores que nos permitan dar saltos en la calidad, porque hacer más de lo mismo -así sea con más dinero- jamás cerrará las brechas de calidad internas y mucho menos las externas. Veamos proyectos que permitieron a algunos países enfrentar creativamente sus necesidades educativas inventando fórmulas no convencionales.
Los “Colegios Científicos” de excelencia en Costa Rica, para 10mo y 11vo grados, a cargo de profesores de tres universidades estatales y el “Sistema Nacional de Certificación Profesional”, que permitió a los profesores ganar más si acumulaban méritos; “Escuela Nueva” de Colombia, que ofrece educación primaria modular en escuelas rurales multigrado; “Bolsa Escuela” de Brasil, que proporciona recursos a familias de bajos ingresos condicionados a la asistencia de sus hijos a la escuela; “Educo” de El Salvador, donde las comunidades rurales organizadas gestionan sus propios servicios educativos; “Telesecundaria” de México, para secundaria rural; la “privatización” de la educación pública en Australia y Nueva Zelanda, para que los padres escojan el tipo de educación gratuita deseada; el “crédito educativo” para universitarios en Escocia, a ser reembolsados luego con sus ingresos profesionales; la “municipalización” de la educación y la creación de “corporaciones educativas” en Chile, para descentralizar la gestión estatal y concesionar servicios educativos estatales para mejorar calidad; el “Instituto Weizman” de Israel para congregar a la elite científica y tecnológica que produce investigación de vanguardia de impacto mundial. En EEUU tenemos los “charter schools”, colegios públicos independientes que pueden innovar sus programas de acuerdo con las prioridades de la comunidad, y “head start”, que ofrece estimulación temprana a los niños pobres; etc.
La gran reforma educativa que necesitamos los peruanos –para lo cual se requiere la inspiración de los gobernantes– es la de la autoestima nacional, abandonar los complejos de inferioridad, dejar de creer que debemos copiar las fórmulas creadas y validadas por otros, e inventar nuestros propios caminos hacia el éxito, porque no somos inválidos mentales.