Howard Gardner el famoso psicólogo de la Universidad de Harvard creador de la teoría de las inteligencias múltiples, critica la obsesión de muchos países por mejorar su ranking en las pruebas internacionales de rendimiento escolar como PISA o TIMSS, porque ello hace perder de vista los objetivos verdaderamente relevantes del sistema educacional. Resulta penoso que mejorar el puntaje en esas pruebas del Program for International Student Assessment or the Trends (PISA) o el International Mathematics and Science Study (TIMSS) se haya convertido en el nuevo gran objetivo educacional de la mayor parte de los países del mundo. (Edweek, 14/9/2005 Beyond the Herd Mentality, The Minds That We Truly Need in the Future).
Gardner sostiene que no tiene nada de malo compararse internacionalmente y tener altos puntajes en estas pruebas, porque se puede aprender mucho de las escuelas efectivas de países como Finlandia o Singapur; lo que es criticable es la obsesión por mejorar la posición relativa del país en estos rankings ignorando los propósitos más profundos e importantes de la educación nacional.
Para empezar, el uso de los rankings condena a la mayoría de los países a la frustración porque solo unos pocos pueden estar a la cabeza; al igual que en las olimpiadas, la mayoría de los competidores están destinados a quedar frustrados por los resultados.
Por otro lado, no hay una relación fuerte entre el desempeño de los alumnos en esas pruebas y el éxito de los países en otras mediciones nacionales, como puede ser el desempeño o bienestar de sus individuaos o de la nación en su conjunto. A principio de los 1980’s muchos norteamericanos expresaron su frustración con su escuela por la caída de su economía, mirando con admiración la escuela japonesa y sus logros. En las siguientes dos décadas, los jóvenes japoneses siguieron puntuando muy bien en esas pruebas pese al decaimiento de su economía y vida social. Mientras tanto, a pesar del escaso cambio en la escuela norteamericana, los EE.UU. alcanzaron niveles de prosperidad económica sin precedentes.
Otro aspecto a considerar es que aún si las pruebas son introducidas por razones justificables, se suelen obtener resultados no deseados. Por ejemplo está documentado hasta la saciedad el perjuicio que significa convertir a las pruebas en lo más importante de la escuela y el daño que produce el hecho de que los profesores se concentren en enseñar para aprobar las pruebas. Cuando las pruebas se convierten en factores dominantes de la sociedad, los padres con mayores opciones económicas tienden a fugar de estas escuelas para buscar otras que se preocupen de la formación integral de los alumnos sin agobiarlos con esta obsesión por las pruebas. Por su parte muchos profesores talentosos prometedores que no se adaptan a este sistema de “colegios convertidos en academias de preparación para tomar exámenes” fugan del sistema educativo.
Pero más importante que todos estos argumentos, es el reconocimiento de que es sumamente penoso convertir el desempeño de los alumnos en las pruebas en la razón de ser del sistema educativo. Convertir un resultado numérico relativamente intrascendente en la razón de ser de todo el proceso educativo es lamentable. En lugar de ocuparnos de las pruebas deberíamos ocuparnos del tipo de mentalidades que quisiéramos que se cultiven en nuestras escuelas para que nuestros jóvenes sean exitosos como personas y podamos conformar una sociedad moderna y pujante, que según las experiencias y reflexiones de Gardner debieran incluir las cinco siguientes:

a). Una mente disciplinada, capaz de pensar y desempeñarse apropiadamente en las disciplinas principales.
b). Una mente sintetizadora, que puede sumergirse en el mar de información, decidir cuál es la importante y organizarla de modo que tenga sentido para uno mismo y los demás.
c). Una mente creativa, capaz de generar nuevas interrogantes, producir soluciones novedosas y pensar fuera de lo convencional.
d). Una mente respetuosa, que respeta las diferencias entre personas y grupos, trata de entenderlas y trabajar productivamente con ellas.
e). Una mente ética, que más allá de los intereses egoístas piensa sobre la calidad de trabajador que uno aspira a ser y el tipo de ciudadano que uno debería ser.

Sin duda algunas mediciones de ellas pueden hacerse a pesar que Gardner duda que ello pueda hacerse adecuadamente a través de alguna prueba de lápiz y papel o de respuestas cortas por computadora. Reconocerlas requiere contar con docentes suficientemente buenos como para poder estimular el desarrollo de estas capacidades en los alumnos, y una sociedad educada que demande del sistema educativo más que “buenos rendidores de pruebas”, la formación de estudiantes íntegros, solventes, creativos y eficaces.