¿Cuál es el interés específico que tiene Occidente en el Medio Oriente? Además de ser la sede de innumerables lugares de valor histórico y religioso vinculados al cristianismo, judaísmo e islamismo, es la zona en la que queda el océano petrolero del mundo lo que le da a los países que poseen las mayores reservas del petróleo una enorme capacidad económica y política. Ubicada a manera de isla de Occidente en una región poblada por árabes mayoritariamente islámicos, Israel es el único país no musulmán en la zona, la única democracia con todas las libertades civiles, y además es una gran potencia científica tecnológica y militar, ubicada en un lugar estratégico que une a Europa, África y Asia. Todo eso es suficiente para convertirlo en un gran foco de atención.
Para entender la reacción de Israel en Gaza y Líbano buscando salvaguardar su seguridad, debemos entender primero que EE.UU., Israel, Francia, Inglaterra, China o Rusia actúan en función de sus intereses nacionales más que de una ininteligible “ética internacional”. También lo hacen Irán, Siria y Corea del Norte.
Esta vez Israel y sus vecinos son los actores activos de la gran confrontación mundial entre EE.UU., Europa y los seguidores de su modelo político y social, e Irán y los seguidores del fundamentalismo islámico y del panarabismo mesoriental.
Nótese que ni bien subió la presión occidental sobre Irán para que desista de sus amenazas para destruir Israel y desarrollar sus armas nucleares, ocurren el atentado del extremismo islámico en India (para calentar la frontera con Pakistán), el lanzamiento de misiles por parte de Corea del Norte (para jaquear a EE.UU., Japón, Corea del Sur, China y Rusia) , y más recientemente el asesinato y secuestro de soldados israelíes en la frontera con Líbano a cargo de Hizballah (que al igual que Hamas, está muy influenciado por Irán, y ha sido armado por éste vía Siria con el objetivo de calentar el ambiente cuando Irán ó Siria lo dispongan). Esto motivó la reacción militar de Israel.
La doctrina de seguridad de Israel ha pasado por 4 etapas: 1) Entre 1948 y 1967, asegurar su supervivencia frente al conglomerado de vecinos hostiles. Su victoria contundente en la “Guerra de los seis días”-1967 borró la interrogante sobre su capacidad de supervivencia. 2) Entre 1967-1993, política de asentamientos israelíes en los territorios ocupados para establecer una presencia israelí “de facto” que controle las áreas sensibles a su seguridad. 3) Entre 1993 y 2000, entre los “Acuerdos de Oslo” (con la OLP) y la retirada del Líbano, implementando la doctrina de territorios por paz. 4) Entre 2001-2005, ante la segunda intifada, los suicidas y el creciente poder del Hamas entre los palestinos, construir muros y cercos divisorios y retirarse unilateralmente por no tener contrapartes confiables con quien negociar. Ahora se inicia una nueva etapa, que es la de defender sus fronteras y reaccionar contra los ataques que vengan de Gaza, Líbano o eventualmente Siria, con operaciones de pinzas, con aviones, helicópteros, barcos y comandos, hasta conseguir objetivos específicos y retornar (en este caso, que Líbano controle a Hizballah).
La crítica de EE.UU. y Europa a Israel tienen hoy un tono menor al de años anteriores. Después de los terribles atentados del 11/9 en Nueva York-2001, Atoche-Madrid 2004, los atentados en Londres-2005, Bombay-India-2006 y la rebelión de los islámicos desbordados de los suburbios de París-2005, ellos saben que Israel es el primer frente de contención contra el terrorismo islámico, que si es traspasado avanzará hacia el corazón de Europa. Las mismas razones por las que el mundo árabe quisiera deshacerse de Israel son aquellas por las que Occidente no puede permitirlo.
Es importante señalar que hay sectores árabes y musulmanes moderados que no están de acuerdo con militarizar las relaciones entre el mundo árabe y occidente, ni en dejar a los extremistas convertirse en los voceros del conjunto. Sin embargo, la virulencia de los ataques de los extremistas y la incapacidad de imponer la vía diplomática de parte de los países árabes que buscan relaciones internacionales más moderadas, hace que prevalezcan los portadores de la violencia. Por ejemplo, pese a que la ONU ha resuelto demandar el desarme de Hizballah en el Líbano, nadie, ni el propio gobierno del Líbano, está dispuesto a esforzarse por lograr eso. A su vez, parece utópico pretender que Israel negocie acuerdos de paz con el gobierno palestino de Hamas, que declara que no reconoce el derecho de Israel a existir.
Al parecer, por un tiempo más tendremos que presenciar “arreglos de cuentas” violentos, hasta que se abra una ventana para la paz.