Las matemáticas causan estrés y ansiedad por los muchos micro-mensajes en las aulas que pueden hacer que los niños piensen que no pueden tener éxito. La velocidad para contestar y la comparación con los más rápidos es uno de ellos. La evaluación también es importante Si evaluamos a los niños dándoles retroalimentación de diagnóstico, no calificaciones, y les pedimos que hagan su propia reflexión para que puedan verse a sí mismos progresando en este viaje, todo cambia cuando la evaluación es así en las aulas. Penalizar a los niños por los errores que cometen en una prueba incentiva muy poco. En cambio, devolverles la prueba para que encuentren sus errores y los corrijan es un mejor mensaje.

La experta en la enseñanza de las matemáticas Jo Boaler, de la Universidad de Stanford, en su libro Limitless Mind dice que aprender matemáticas es un tema que tiene que ver con la identidad, porque la enseñanza tradicional de matemáticas es incompatible con las identidades que los niños y adolescentes, que quieren tener sus propias ideas y ser respetados como pensadores y no como aplicadores mecánicos de ciertas fórmulas. Además, ser exitoso o no en matemáticas impacta en la identidad del estudiante en cuanto a sus capacidades intelectuales (Sarah Gonser, edutopia, 29/01/2021)

Dice que las matemáticas son una de las pocas áreas en la que los estudiantes desde muy temprano definen si sirven para ellas o no, por lo que plantea que la forma como se enseña y evalúa tiene que ser modernizado para que sea más atractiva e inclusiva. Los maestros deberían alentar a los estudiantes a usar, trabajar y explorar números en vez de enfatizar las operaciones, los cálculos o la presión del tiempo para que se desarrolle el sentido numérico.

Las matemáticas causan estrés y ansiedad por los muchos micro-mensajes en las aulas que pueden hacer que los niños piensen que no pueden tener éxito. La velocidad para contestar y la comparación con los más rápidos es uno de ellos. La evaluación también es importante Si evaluamos a los niños dándoles retroalimentación de diagnóstico, no calificaciones, y les pedimos que hagan su propia reflexión para que puedan verse a sí mismos progresando en este viaje, todo cambia cuando la evaluación es así en las aulas. Penalizar a los niños por los errores que cometen en una prueba incentiva muy poco. En cambio, devolverles la prueba para que encuentren sus errores y los corrijan es un mejor mensaje.

También impacta la forma en que se enseña el contenido. Los niños no necesitan muchas preguntas breves con un método y una respuesta. Pueden ser preguntas abiertas en las que los estudiantes piensen de manera creativa y visual y especulen con distintas opciones. Recordemos que el contenido actual de los cursos de matemáticas se creó en el siglo XIX en momentos que los niños necesitaban saber calcular. Pero en estos tiempos conviene enseñar la ciencia de datos, cosa que se imposibilita porque no es parte de los estándares básicos comunes. El mundo está lleno de datos y hay que aprender a utilizarlos

(Adjunto la entrevista a Jo Boaler, de la Universidad de Stanford, una de las precursoras de la enseñanza de la matemática sensata en las escuelas. https://www.edutopia.org/article/are-we-teaching-math-kids-need )

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