Correo 05 03 2021

¿Qué hace que a igualdad de letra, una canción o partitura musical comunique a los oyentes sensaciones distintas dependiendo de quién y cómo la interpreta? ¿Qué diferencia a un actor de otro interpretando al mismo personaje con el mismo libreto?

Probablemente, a igualdad de perfección técnica, el valor diferencial lo coloca la particular vibración emocional que conecta al intérprete con la pieza musical, la cual a su vez es retransmitida por él al público. Esa múltiple conexión emocional marca un «valor agregado» que diferencia al intérprete estándar del intérprete que logra la mayor empatía y acogida.

Se me ocurre esto como analogía con la vida escolar, que cuenta con un modelo educativo que empuja hacia la estandarización. De cierta forma ser técnicamente excelente en el dominio de un tema no siempre va de la mano con la oportunidad para que el alumno exprese su particular visión del tema, en el que radica su diferencia con los demás. Es allí donde el alumno expresa su identidad, personalidad, inteligencia creativa, capacidad de pensar con pensamiento propio, es decir, su salida del estándar, que paradójicamente es aquello en lo que radica la el éxito en la vida extra o post escolar.

Dejemos que cada alumno sea el intérprete original de su pensamiento, de la forma de procesar los datos y expresar sus competencias. Evitemos que la manera de enseñarles y evaluarlos vía exámenes estandarizados de respuesta única correcta coacte su particular interpretación de los temas de estudio. Ayudémoslos a abrir la mente, en lugar de convertir a la escuela en un candado para ella.

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