Ediciones regionales 08 11 2020

Una interesante columna de Noreena Hertz para el Financial Times “Why loneliness fuels populism” (24/09/2020) plantea examinar el vínculo entre el aislamiento, las políticas de intolerancia y el avance de los populismos extremistas.

Ella recuerda a Hannah Arendt que en el contexto del nazismo escribió sobre el vínculo entre la soledad y la política de la intolerancia publicando en 1951 “los orígenes del totalitarismo”. Arendt escribe que para aquellos que se caracterizan por “aislamiento y falta de relaciones sociales normales. . . es a través de la entrega de su yo individual a la ideología que ellos redescubren su propósito y autoestima ”. La soledad, o “la experiencia (de los ciudadanos) de no pertenecer en absoluto al mundo” está en la esencia del gobierno totalitario.

Esa soledad no es solo la de la desconexión de nuestros amigos, vecinos y colegas. También es política, económica y social, es decir, sentirse desconectados de nuestros conciudadanos y líderes políticos, de nuestro trabajo y nuestro empleador y sentirse excluido de los logros de la sociedad, invisible, sin voz ni apoyo.

Diversas encuestas entre adultos en Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Alemania evidencian el creciente sentimiento de soledad que experimentan los jóvenes y adultos exacerbado por el aislamiento social de la pandemia. Más acentuado es el caso de los migrantes aislados en sus vecindarios, los habitantes rurales desconectados de sus redes de apoyo familiar, sumado todo a la mentalidad neoliberal de vernos a todos como competidores más que colaboradores

En 1992 los investigadores detectaron una correlación entre el aislamiento social y los votos por Jean-Marie Le Pen, del Frente Nacional de extrema derecha, en Francia. En 2016 el Centro para el Estudio de las Elecciones y la Democracia reveló que los votantes de Donald Trump tienen menos amigos cercanos y menos conocidos. Por eso Trump alienta las grandes marchas de gente vestida de rojo, con gorras, insignias y camisetas diciendo “Make America Great Again” que permite que las personas se sientan parte de algo más grande, proporcionándoles un sentido de identidad y parentesco, ape3lando también al sentimiento de exclusión y marginación que han experimentado por quienes ostentan el poder político y económico.

Noreena propone no ignorar esta advertencia de la historia que en el caso peruano ya la vivimos en los años 1980’s y el Fujimorismo. Este populismo de los salvadores de la nación que simbolizan Trump, Putin, Bolsonaro entre los más visibles, termina debilitando la vocación democrática de las naciones. “En 2016, Trump hizo que los solitarios se sintieran vistos y escuchados, hablando directamente de sus miedos y sensación de abandono, mientras afirmaba que solo él los entendía y los cuidaba”.

Como la pandemia ha intensificado la dislocación social y el aislamiento, es probable que se mantenga esa asociación entre la soledad y los votos.

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