(Correo 24 01 2020) A los desorientados sobre la elección

Habida cuenta que las promesas que hacen los candidatos son incumplibles porque las que dependen del Ejecutivo no les conciernen y las que competen al Congreso no valen si no se suman a las de otros 64 congresistas, lo que elegiremos -en el universo de gente desconocida más allá de alguna fracción de información descontextualizada de su vida que pase por nuestra conciencia- serán personas que nos gusten “de primera impresión”, sea por haberlas visto o escuchado de ellas o por pertenecer a un partido que nos resulta más familiar o respetable.

Al respecto Malcolm Gladwell, en su best seller “Blink: el poder de pensar sin pensar” sostiene que en los primeros dos segundos en los que una persona se vincula con otra o con un objeto por primera vez, se produce un razonamiento infinitamente rápido, misterioso e inconsciente, a la velocidad de un parpadeo, que hace que la mente salte de inmediato a una serie de conclusiones que son muy poderosas.

Nuestra cultura nos lleva a creer que los razonamientos pausados, largos y que buscan basarse en abundante información son los más efectivos. Sin embargo, en situación de stress y alta tensión o extrema desinformación son inútiles; a veces las decisiones que se toman sobre la base de la primera impresión o la convicción instantánea inicial son más efectivas.

Intentar entender algo de lo que son los candidatos a través de los tediosos, insulsos y agresivos “debates” o apariciones en los medios en muchos casos es tarea imposible y en otros, dadas las limitaciones que mencioné en las primeras líneas, es puro verbo que se evapora en la nada.

Siendo así, quien sabe la mejor consejera electoral sea la intuición. Al observar a alguien, sus ojos, sus gestos, la forma en que mueve los labios al hablar, su expresión al acentuar o emocionarse por algo… ¿qué sensación nos deja respecto a quién es esa persona, su honestidad y transparencia, el nivel de compromiso con lo que dice, su capacidad de evidenciar empatía por lo que dicen los otros…?

Una forma de hacerlo es verlos por ejemplo por TV o algún video que circula en los medios pero apagando el volumen, o inclusive ver su foto en un panel de la calle con la expresión facial y frase que escogió para representarse, y tomarnos unos segundos para intentar conectarnos emocionalmente, como se hace por ejemplo al ver una pintura o escultura, para preguntarnos ¿me comunica algo positivo? ¿votaría para que me represente?

Quién sabe una elección de ese tipo produzca mejores resultados que las infinitas decepciones que nos ha traído antes votar por “los mejores candidatos”

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1 Mi orientación electoral: intentar entender algo de lo que son los candidatos a través de los tediosos, insulsos y agresivos “debates” o apariciones en los medios en muchos casos es tarea imposible y en otros, es puro verbo que se evapora en la nada.
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2 Mi orientación electoral: la mejor consejera electoral puede ser la intuición. Al observar a alguien, sus ojos, sus gestos, su expresión facial ¿qué sensación nos deja respecto a quién es esa persona, su honestidad y transparencia, empatía, compromiso con lo que dice…?
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3. Mi orientación electoral: Ver los candidatos por TV o vídeo sin volumen, o los paneles con la expresión facial y frase escogida para representarse. Unos segundos para preguntarnos ¿me comunica algo positivo? Quizá la intuición sea la mejor clave para un «voto informado»
https://twitter.com/LeonTrahtemberg/status/1218568922393391104

 

Mi orientación electoral (2)

Continuando esta serie de posts preelectorales para finalmente escoger a los idóneos en el océano de candidatos mayoritariamente desconocidos, apelando a lo que nos hacen sentir cuando los escuchamos en los medios o vemos en las pancartas, resultan aleccionadoras las recomendaciones del escritor y experto en comunicación Julian Treasure (TED-2013) que suponen un filtro de 7 pasos pars evaluar a los que observamos:

1) Chismosos: gustan de hablar mal del ausente (y lo harán con otros y contigo también).

2) Juzgadores: al juzgar a otros asumen superioridad y rompen la horizontalidad del diálogo democrático.

3) Negativismo: si todo anda mal, ese foco no anuncia una opciòn optimista y de colaboración para el bienestar colectivo.

4) Quejarse: es una actitud de ver lo que anda mal (causado por los otros además) lo que no ayuda a captar claramente qué para construir alternativas mejores junto con los otros.

5) Excusas: si los otros siempre tienen la culpa de todo, se hace evidente su dificultad para asumir las responsabilidades por lo suyo

6) Exageración: exagerar lo bueno o lo malo para llamar la atención es prima hermana de mentir

7) Dogmatismo: confundir hechos con opiniones y pretender que sus opiniones tienen la validez científica de los hechos, también es una forma de deshonestidad

El candidato más confiable es el que transmite honestidad -habla claro y directo-, Autenticidad -se para sobre su propia verdad, sin acomodarse a lo que otros quieren oír-, Integridad -hace lo que es-, Amor -desea lo bueno para todos-.

Julian Treasure (TED-2013) https://www.ted.com/talks/julian_treasure_how_to_speak_so_that_people_want_to_listen?language=es

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Mi orientación vocacional (3) :

La difícil tarea de separar al partido, su presidente y los candidatos al congreso que nos resulten valiosos.

Encontrar un partido que como tal nos guste (por trayectoria, propuestas, etc.), cuyo presidente o presidenta nos inspire (que aunque no corra en estas elecciones se beneficiará por la influencia en el congreso y presencia pública) y evitar ayudar a que entren los congresistas ineptos favorecidos por el acumulado de votos que produce la cifra repartidora que les daríamos al votar por aquellos candidatos que sí nos parecen valiosos es casi tan difícil como la cuadratura el círculo.

El voto blanco favorece a los extremos (es decir aquellos por quienes no queremos votar), porque aumenta el porcentaje de ambos en la cifra repartidora.

Así que en este entramado, parece que una de las opciones que queda es votar por el partido y los dos candidatos que nos parezcan que a título personal reúnen las condiciones de trayectoria, honestidad, transparencia, inteligencia política, empatía, sensibilidad social y capacidad de diálogo y logro de consensos con otros, que es lo que al final permite sumar votos y lograr las leyes más beneficiosas para el país.

En ausencia o adición a la información sobre los que parezcan idóneos, puede ayudar mucho la intuición. Mirarlos a la cara y a los ojos, en los medios y las pancartas, ver su faz, pose y las frases que usan para promocionar su identidad política y preguntarnos ¿me hace sentir bien? ¿Me parece auténtica(o)? ¿Me genera confianza? ¿Me inspira?

Esas «impresiones» no dejan de ser un valioso recurso que viene del inconsciente para orientar nuestro voto.

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