Ediciones regionales 24 11 2019

Mis artículos críticos a los padres que se quejan de una manera histérica y sobreprotectora e intimidatoria a los profesores o directores de los colegios lleva a algunos a preguntar “y entonces, ¿cuándo sí tiene un sentido educativo una intervención ó queja?”. Esta columna va dirigida a esos padres ponderados, reflexivos, bien intencionados.

Veamos. Lo que es impostergable es que los padres protejan la vida, seguridad y salud física de sus hijos. Ante esos riesgos, deben reaccionar de inmediato.Preguntar por lo que pasa, hacerse presentes.

Dicho eso, cuando los padres escogen un colegio, se supone que tienen una confianza básica de que éste cuenta con educadores capaces de trabajar adecuadamente con sus hijos, por lo que no urge reaccionar impulsiva y ansiosamente ante cualquier señal de alarma. Lo sensato es pedir una cita con el tutor, psicólogo o director, (según se acostumbre en el colegio) para conversar con los interlocutores e informar o informarse de lo que está preocupando a los padres. En ese sentido, tomar las cosas con calma, entender que la vida de un hijo o hija habitualmente no se definen en un instante sino a lo largo de un proceso educativo, debiera darles el tiempo para observar mejor y evaluar lo que pudiera estar pasando.

Al fin de cuentas, que sus hijos aprendan a tolerar ciertas frustraciones e inclusive injusticias que son propias de las sociedades imperfectas es parte de su educación. En estas situaciones, más que actuar ante el colegio en nombre de sus hijos, lo sensato sería aconsejar a los hijos para que ellos aprendan a lidiar con estas imperfecciones y hacer algo al respecto. Eso los preparará mejor para la vida ciudadana real.

Solamente si los padres ven que su hijo o hija son continuamente maltratados, frustrados, desatendidos en sus intentos de remediar lo que los agobia, tiene sentido que los padres intervengan. Pero aún así, deben tener siempre la disposición a escuchar lo que el colegio tiene para decir al respecto. Quizá descubran cosas que no sabían o entendían de las conductas de sus hijos que más bien podrían aludir a ellos con la responsabilidad de modificar actitudes, más que el colegio, sus profesores o compañeros.

Por último, hoy en día hay una costumbre de chatear entre padres del aula (vía whatsapp) para quejarse de tal o cual maestra, sin que ese profesor o profesora sea parte del chat (para dar su punto de vista) y sin que en ese chat se pueda resolver el problema que requiere que el afectado se reúna con la profesora o profesor motivo del desacuerdo para tratar de manera privada el problema. Ese chateo -que usualmente arranca con algunos padres más histéricos e impulsivos- sólo contribuye a intoxicar el buen clima que debería reinar entre padres y entre estos y el colegio, por lo que hay que ser muy cuidadosos a la hora de alimentarlo con quejas que usualmente son unilaterales.

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