Ediciones regionales 17 11 2019

Siempre resulta útil mirar las aristas críticas de los conceptos que empiezan a convertirse en sentidos comunes educativos, porque ayuda a estar alertas hacia las dimensiones sensibles que traen aparejados estos conceptos. Uno de ellos es el del emprendedorismo que ha sido introducido al currículo escolar como si fuera una ganancia autoevidente y que ha sido fuertemente confrontado en Argentina por Myriam Feldfeber (“El emprendedorismo como Caballo de Troya en la educación”, lacapital, 28/10/2017)

Resumiendo la visión de Myriam Feldfeber, ella sostiene que la educación pública se privatiza cuando se apropia de la orientación hacia el emprendedorismo y propone un currículo por competencias, al que le interesa más la evaluación que los aprendizajes, el cual parte de dos principios: que el estudiante por su esfuerzo personal debe generarse su propio empleo (con los consecuentes ganadores y perdedores), y por otro lado que el egresado escolar haya acumulado desempeños óptimos para ser un buen empresario o empleado (nuevamente, para ser capaz de ser un ganador entre tanto perdedor). En ambos casos es el mercado y las necesidades de calzar con su lógica y la de ser productivos la aspiración que guía el modelo de persona que se gesta por este enfoque, en desmedro de todo aquello que apuntaría fundamentalmente a convertir a la democracia en el valor guía de la educación y en consecuencia, priorizar la formación ciudadana y el bien común. En ambos casos se acepta implícitamente la distribución desigual de la riqueza.

Feldfeber considera que el término «emprendedorismo» («entrepreneurship» en inglés) se refiere al espíritu emprendedor de una actividad empresarial y corresponde a un modelo de sociedad en el que el destino de cada persona depende de la iniciativa individual que suele empezar con una start up o pequeña empresa -lo que libera al mercado de generar un empleo para esta persona-. Las personas pasan a ser empresarios de sí mismos y su éxito son el resultado de su propio esfuerzo y mérito. En este contexto, el sistema educativo está al servicio de la empresa y debe formar niños para ser emprendedores.

Myriam Feldfeber dice que “lo que oculta este modelo es que unos pocos tendrán «éxito», crearán empresas con las que podrán ganar mucho dinero pero la gran mayoría deberá acostumbrarse a disfrutar de la incertidumbre del empleo del siglo XXI: flexibilización laboral, empleo precario, subempleo y desempleo temporario o permanente”. Todo ello alude a una tendencia privatizadora de la educación que ha ganado terreno en los últimos años. Esta constituye una forma particular de entender la vinculación entre educación y trabajo, desde la perspectiva del empleo que orientó (y orienta) modelos basados en la lógica de las competencias (inspirado por el Banco Mundial).

La formación de jóvenes emprendedores forma subjetividades y socializa concepciones económicas, políticas y sociales orientadas a la «generación de riqueza» por parte de cada uno individualmente, aceptando implícitamente la distribución desigual de la riqueza. Una vez más son los principios de la economía y no el bienestar colectivo los que organizan los modos de pensar de la sociedad. (Otro es el de formar «líderes» como si lograr ser líder le da a la persona preeminencia en un mundo en el que los demás mayoría no lo son, en el que tenemos la «clase» de los líderes» -que tendrán éxito y poder- y la «clase» de los que no lo son y no tendrán esos beneficios)

En momentos en que se discute el sentido de la educación para lo que sigue del siglo XXI, colocar como eje el emprendedorismo y no la ciudadanía parecería bajar a segundo plano el rol del estado como igualador de oportunidades, resignándose a las inevitables desigualdades que se gestan en el mercado del “sálvese quien pueda”

No está de más reflexionar un poco sobre este tema.

En FB: https://www.facebook.com/leon.trahtemberg/posts/2583238268443359

En Twitter: https://twitter.com/LeonTrahtemberg/status/1196044026753015811

Artículos afines:

España: así serán los nuevos exámenes (y currículo) en la escuela. Los alumnos tendrán que resolver situaciones conectadas con el mundo real para demostrar que saben aplicar los conocimientos adquiridos.

Argentina ante el peligro de una educación para el mercado BUENOS AIRES, 15 sep 2016 (IPS) Por Fabiana Frayssinet “Se está produciendo un modelo educativo que ya no se piensa en clave de derecho y en clave de derecho social para el conjunto de la población, sino que se piensa en clave de formación de un modelo social, económico, que pone foco en la lógica del emprendedor. Una lógica del individuo que se hace así mismo”, resumió a IPS la académica Myriam Feldfeber.

Discurso de Alberto Vergara en la apertura del año académico de la Universidad del Pacífico. Paso de ser un vago escolar a un brillante politicólogo y líder de opinión. No hubiera aprobado las ECE, PISA y otras más; no hubiera sacado «logrado» en la mayoría de las competencias del currículo. Entre muchas otras concepciones señala que el rol de las instituciones es reducir la angustia ante la incertidumbre que los integrantes de una comunidad sienten frente a la imposibilidad de realizar sus proyectos de vida porque la cancha no está pareja para todos para lograrlo.

Independizar la escuela de los educonomistas

Medir, medir, medir, el leitmotiv de los economistas dedicados a educación del BM

Cambiar economistas por sociólogos. La economía no puede pretender dominar e incluir los saberes sobre cómo funcionan las sociedades que investigan los sociólogos, psicólogos, pedagogos y otros profesionales que van más allá del estudio de datos económicos.

Currículo por competencias etiqueta a niños como si fueran adultos. Uno de los efectos secundarios del currículo es que evalúa las competencias de los niños con las categorías del adulto. Si un niño besa a una niña le llaman acoso sexual. Si un niño hace gestos con la mano de matar a otro le llaman tendencia agresiva. Si un niño agarra el lápiz del otro sin permiso le llaman hurto. Así, ya a los 5 años se convierten en pre-pervertidos