El futbolista Diego Armando Maradona es una de las figuras más emblemáticas de la incapacidad de administrar el enorme éxito de una persona. Luego de una infancia precaria llega su encumbramiento deportivo, con lo que perdió el norte propiciando su caída estrepitosa. Si bien aún tiene una legión de seguidores, es más por la nostalgia del héroe caído que por el reconocimiento de sus capacidades.

Algo parecido le ha ocurrido a Keiko Fujimori y los congresistas fujimoristas. Ser «casi presidenta» y tener mayoría en el congreso le hizo perder el equilibrio y la visión política, nubló la claridad respecto a las ventajas del gana-gana de un posible entendimiento con PPK y luego Vizcarra, terminando ella en prisión y sus congresistas desaforados luego de un período de control absoluto del poder legislativo y de varios actores de los procesos judiciales.

Esto nos enseña una vez más que la mente humana es un enjambre misterioso, que se paraliza o nubla cuando la soberbia, rabia, hígado, omnipotencia prevalecen frente a la sensatez mental. Los congresistas sabían lo que iba a pasar con mucha anticipación e inclusive estaban alertas del ajedrez ejecutivo/legislativo que le iba a permitir ganar esta jugada a Vizcarra/Del Solar luego de perder la del adelanto de elecciones del “nos vamos todos”. Pese a ello, con todos los asesores y experiencias acumuladas por veteranos políticos, no fueron capaces de desarmar la estrategia del ejecutivo que estaba cantada inclusive con anuncios días previos del presidente Vizcarra y el ministro de justicia Zevallos. Jugar a ganar cuando tienes todas las de perder expresa una desconexión con la realidad que linda con lo patológico. Hemos presenciado otro suicidio político. Y en las próximas elecciones, los fujimoristas no sólo quedarán reducidos en su número de congresistas, sino que habrán cedido posiciones a los partidos de izquierda que saldrán favorecidos del efecto pendular de la política peruana.

Recordando las lideresas fujimoristas más visibles desde los 90’s hasta ahora reparaba en cuánto de común tienen sus personalidades con la de Keiko Fujimori. Veamos: Martha Chávez, Martha Híldebrandt, Carmen Lozada, Edith Mellado, Martha Moyano, Luiza Cuculiza, Luz Salgado, Milagros Salazar, Rosa Bartra, Karina Beteta, Úrsula Letona, Cecilia Chacón, Tamar Arimborgo. Todas ellas parecen haber sido elegidas primero por Alberto Fujimori y luego por Keiko Fujimori siguiendo un mismo patrón de personalidades rígidas, tajantes, emocionalmente distantes, rictus de personas molestas, lealtades incuestionables y obediencia ciega a los mandatos del líder o la lideresa.

Si bien los congresistas varones tenían personalidades más variables (más cercanas a las de Santiago y Kenji Fujimori), las guerreras del fujimorismo solían ser las mujeres. Quien sabe esta expresión autoritaria, totalitaria y de posesión de verdades absolutas es parte de la herencia de AFF que perdura hasta hoy y que se expresa en la elección de las candidatas a congresistas, lo cual desde el saque dificulta el diálogo horizontal y los puntos medios para los acuerdos políticos.

Una vez más, tenemos mucho material para pensar y para sacar lecciones sobre las mejores opciones para ejercer una ciudadanía democrática. Quién sabe si los requisitos para escoger candidatas fujimoristas fueran otros, una combinación de ética política y personalidades flexibles y dialogantes, empáticas, que en lugar de radicalizar buscaran que conciliar, el escenario sería distinto.

En momentos en que el fujimorismo y los partidos políticos están armando sus listas de candidatos al congreso, quien sabe valga la pena imaginar su posible desempeño en el futuro congreso y elegir a aquellos que sean capaces de articular posiciones diversas, conciliar y mantener a la vista el propósito de la construcción de una sociedad democrática de la que somos parte todos y no solo los ocasionales elegidos.

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