Correo 01 03 2019

Ante un planteamiento innovador o modificador de hábitos vigentes en generaciones anteriores, no faltan padres que sostienen que “en mi época, funcionaba. Dejémoslo como era». Sea iniciar el colegio en abril, abundantes tareas, aprendizaje memorístico y enciclopédico de humanidades, uniformes, pasarse libros de un hermano a otro menor, control parental sobre los horarios de comer, dormir o ver TV; o, sea la vida de barrio, el arreglo a golpes del bullying, así como la negación a la necesidad de educación sexual o a la existencia de niños con problemas psicológicos limitantes de su aprendizaje o de regulación de su conducta.

Es una típica distorsión (idealización) del pasado, descontextualizándolo de las condiciones sociales, culturales, familiares, sociológicas y tecnológicas de cada época, que condicionan la vida de las familias y de los niños y sin duda también de la escuela. Basta con tomar nota del creciente fenómeno de disolución y pérdida de autoridad familiar, la existencia de Internet y redes sociales, la exposición aumentada a los disvalores sociales, el uso intensivo de videojuegos y comunicaciones a través de teléfonos inteligentes, los avances de neurociencia y la comprensión de síndromes, así como las cíber-pesadillas (sexting, pederastía, delitos, acoso, pérdida de privacidad, erotización de la vida social), para entender que no podemos pretender que las soluciones de antes se pueden reproducir hoy y aspirar a que produzcan los mismos (¿buenos?) resultados.

Cada época tiene sus retos y condiciones. Asumirlo mirando desde el presente el futuro, nos permitirá educar mejor a nuestros hijos.

En FB: https://www.facebook.com/leon.trahtemberg/posts/2150340195066504

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LT: ¿Hasta cuándo seguiremos con este rollo? «Yo me acuerdo que en mi época (escolar) se hacía así -respecto al horario, uniforme, exámenes, tareas, rol del profesor, inicio de clases en abril, educación sexual, etc.- entonces ¿por qué no hacerlo así ahora?» como justificación para resistir a los cambios e innovaciones que se plantean para la vida escolar y persistir en paradigmas o fórmulas pedagógicas de hace 1 o 2 generaciones atrás.
Al respecto reitero mi punto de vista anotado en el link adjunto. (En FB: https://www.facebook.com/leon.trahtemberg/posts/2157620787671778 )

Mañana no es ayer

Educación e historia andan por líneas opuestas (¿Visión de la educación desde el pasado o desde el futuro?)

‘Necesitamos una educación más viva y auténtica’: Jennifer D. Klein La experta en educación habla de un modelo del que es pionera: el que cambia materias por proyectos. La diferencia más grande de la educación basada en proyectos es que lo hacemos al revés. Los estudiantes están con el reto desde el primer momento, con la pregunta que quieren resolver. Y el profesor no está anticipando y enseñando antes de que surjan las preguntas; la idea es que los estudiantes hagan su investigación y surjan más y más preguntas y el profesor vaya llenando los huecos cuando aparecen.

¿A quién debemos suspender? (Otros conceptos sobre evaluación y aprendizaje significativo). Si les dejamos opinar, los escuchamos y descubren que sus comentarios son importantes, la evaluación se convierte en aprendizaje

Mar Romera: “Nadie defiende 12 horas de trabajo, pero sí se las exigimos a los niños”

Es que no tenemos en cuenta a los niños porque los vemos como ciudadanos del futuro que no son rentables hoy. Así que como hoy ellos no tienen tarjeta de crédito y no pagan, no me interesan. Como tampoco votan, no me interesan. Todo sería totalmente diferente si el protagonista del sistema fuese el niño. El niño tiene derecho a participar en los aspectos que la afectan, a existir como persona, no como proyecto de persona.

Te voy a poner un ejemplo, las estanterías con chuches que suele haber en las cajas de los supermercados: ¿las hemos colocado ahí CON los niños o PARA los niños? Yo creo que está bastante claro. Pues ahora llevemos este ejemplo tan de simple a la escuela. Cuándo hablamos del modelo de evaluación, de las asignaturas, de horarios, de pruebas externas, ¿lo hacemos PARA la infancia o CON la infancia? Siempre lo hacemos para ellos como elemento último de la cadena de consumo, pero nunca los tenemos en cuenta.