Ediciones regionales 16 12 2018

En reciente conferencia con directores de colegios, varios de ellos religiosos, hablábamos de la sexualidad erotizada de los jóvenes, exacerbada por los medios e Internet, y sobre cómo cultivar valores como el pudor, recato y el respeto mutuo entre jóvenes, aún en plena explosión hormonal que los lleva a excitarse sexualmente al compartir espacios durante la adolescencia. Todo ello en un mundo que demanda de los niños y jóvenes una elevada auto disciplina y alerta para manejar también sus conductas en los espacios digitales y virtuales.

En ese contexto les pregunté si creían que el uniforme escolar era beneficioso o no para tratar estos temas. El uso o no del uniforme escolar no es una discusión zanjada, pero les propuse pensar en esto: hasta qué punto el uniforme es un disfraz de la identidad de los jóvenes, impuesto desde fuera por las autoridades, que le quita a los estudiantes la oportunidad de ejercer su autonomía para vestirse adecuadamente, pero según sus preferencias.

¿No sería mejor ofrecerles la opción de vestirse a su gusto, pero asumiendo el compromiso de acatar un código de vestimenta que incluya el pudor y recato, y no apelar al merchandizing comercial o los estampados con imágenes violentas, ofensivas o ajenas a su identidad personal, como los de personajes del cine, televisión o los deportes?.

¿En qué circunstancias tiene el colegio más oportunidades para trabajar estos valores: cuando están ausentes por reglamento o represión, o cuando aparecen en la cotidianidad como consecuencia de una decisión personal del alumno. En ese caso, si su vestimenta choca con el código de conducta al cual se han comprometido, para adecuarse se ven obligados a cambiarse. ¿No es ese un mejor escenario para ejercitar y evidenciar esas capacidades de auto regulación?

Los alumnos que usan uniforme escolar saben que esa no es su ropa común y obviamente no la usan fuera del colegio. En cambio, si usan libremente ropa que les gusta y acomoda. Si se han trabajado en clase los criterios de valor que a través de ella se reflejan, hay más posibilidades de impactar en el uso extra escolar de la vestimenta con recato y pudor.

En educación hay muchas cosas no resueltas, como ésta la del uniforme escolar. Lo importante es discutirlas y escuchar la voz de los alumnos, porque si queremos un compromiso de su parte en la formación en valores, ellos tienen que sentir que su voz es acogida.

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