¿Cuántas horas de clases escolares hacen de mi un buen ciudadano? (León Trahtemberg)

América Latina (y buena parte del mundo) vive anclada de dos semi-mitos sobre la duración del año escolar: 1) Hay un número de días “oficial” –óptimo- que hace que el alumno aprenda lo necesario para estar “bien formado”. 2) A más horas de clases, más aprendizajes.

Sin embargo, todas las encuestas a egresados del sistema escolar en el espectro de 18-90 años, cuando son consultados sobre qué de su vida escolar dejó huellas en ellos para su desempeño en la vida ciudadana, familiar, laboral, cultural, profesional, etc. rara vez aluden a algo que tenga que ver con el número de días que asistieron al colegio. Es más, los responsables de los preuniversitarios para los ingresos o los profesores de los primeros ciclos universitarios pueden atestiguar cuan pobre formación traen consigo los alumnos que egresan del colegio.

Digo semi-mitos porque hay excepciones: un alumno apasionado por el atletismo, tocar el violín, hacer esculturas o diseños, probablemente sería uno de esos casos de aquél que a más horas disfruta más, aprende más, mejora su técnica (hasta el límite en el que ya no hay mejoras incrementales). Pero eso no es ni remotamente la situación de la mayoría del alumno frente a toda su malla curricular escolar.

La decisión de cuántos días debe tener el calendario escolar (y horas las diversas áreas curriculares) es una cuestión administrativa. Hay países en Asia que tienen 220 días al año con 10 a 12 horas diarias de escolaridad, en Europa hay de 200 días con 5 horas diarias y en América Latina 180 días con 6 ó 7 horas diarias; etc. Depende de cuántas vacaciones se den a los alumnos y profesores; depende del clima y feriados de cada país; de las políticas de turismo interno; del presupuesto para actividades curriculares y extra escolares; etc. Depende, depende, depende… Así mismo cada país tiene otro concepto de qué significa estar bien formado para la vida pos-escolar y cómo el currículo reflejará eso.

La decisión de cómo hacer un calendario escolar en el Perú considera un arbitrario concepto de 180 días de clases y alrededor de 1100 horas anuales. ¿Por qué no 190 ó 200 días? ¿Por qué no 900 ó 1500 horas? ¿De dónde sale la idea de que si falta 30% de días al año pierde el año? Son decisiones administrativas, producto de un consenso de quienes dirigen la educación nacional, pensando en las rutinas de la vida familiar, el clima, los ciclos vacacionales de alumnos y profesores, los presupuestos, los feriados nacionales, las oportunidades de aprendizaje, etc. pero del que hay que ser consciente que es eso: una tradición que surge del consenso entre los ocasionales responsables de la conducción política de la educación peruana y no el producto de una verdad científica.

Siendo así, cuando ocurren desastres naturales o huelgas que impiden el desarrollo de lo planificado para el año escolar, en lugar de apelar a argumentos como: “van a perder el año” o “hay que recuperar clases” (que todo el Perú sabe que es una ficción y además violenta la vida familiar de los padres y alumnos que tienen que asistir al colegio en días y horas no previstas a principio de año), lo que hay que plantear es que el año escolar será más corto por estas razones y encargar a los directores y profesores que reformulen el plan de trabajo del año para calzar con el nuevo calendario de clases.

En el caso específico de los alumnos de 5to de secundaria que deseen postular a las universidades podría reformularse el plan de trabajo de los meses que quedan del año para focalizarse en aquellos aspectos que se consideren relevantes para los exámenes de ingreso.

Nada de esto pretende desconocer las causas válidas del malestar docente que lleva a las huelgas o las incompetencias políticas de todos los actores en juego para llegar a acuerdos dignos para todos, dada la importancia que tiene que el Perú revalorice la función docente y sus salarios. Simplemente pretende aprovechar la coyuntura para esclarecer algunos mitos que se han puesto en escena sobre la duración del año escolar y la supuesta correlación entre tiempo escolar y aprendizajes relevantes para la vida que en ellos se producen, que en realidad no varían mucho por días más o días menos de clases.

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NOTA PD: la asistencia de niños y jóvenes a la escuela como marco institucional para contribuir a la educación de los niños más allá de la familia tiene muchos fines que hacen que tenga sentido ir semanalmente al colegio, durante muchas semanas al año. Si el clima escolar es bueno y los alumnos disfrutan con su vida escolar y sus aprendizajes, obviamente mientras más horas dispongan, tanto mejor. Eso no lo discuto. Lo que discuto es la sacralidad con la que se quieren tratar los días y horas de clase atendidas o «perdidas» y el significado que eso tendría para la formación escolar real de los alumnos.

En FB: https://www.facebook.com/leon.trahtemberg/posts/1302028986564300?pnref=story

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