¿CÓMO SE PUEDE HABLAR DE INCLUSIÓN A PARTIR DE LA EXCLUSIÓN (sexual)? (León Trahtemberg)
La preocupación de los padres que objetan el currículo de educación sexual ministerial ha sido acogida y contestada por el Minedu en diversas ocasiones, incluyendo la columna de hoy de la ministra Martens, pero me pregunto ¿es creíble que cambiar una que otra palabra en el texto del currículo. -que es lo que piden estos objetores- cambiará la visión de igualdad de géneros del Minedu?. ¿Realmente creen que cambiar una palabra en un texto curricular cambia una realidad, una cultura, un medio ambiente?
Si colocaran en el currículo todas las palabras que les son cómodas a los objetores del actual currículo ¿alguien cree seriamente que va a cambiar significativamente las actitudes y el quehacer de los docentes dentro de la escuela y el impacto de los referentes sociales que los niños observan en la sociedad y los medios?
Creo que están viviendo la ilusión de que basta poner una u otra palabra en el currículo para cambiar una sociedad, una cultura y el rol del ministerio de educación que debe ser inclusivo y velar por el bienestar de todos los alumnos.
Me pregunto ¿por qué tanta gente heterosexual que ha pasado por colegios religiosos de todas las confesiones, que tienen currículos extensos sobre la enseñanza de su religión usando todas las palabras que les son cómodas en su currículo, producen crecientes cantidades de egresados decepcionados de la vida religiosa y dicen que jamás pondrían a sus hijos en esos colegios? ¿Cantidades de egresados homosexuales, lesbianas y transexuales que salen llenos de angustia y dolor de su experiencia escolar en esos colegios porque no encontraron un espacio de escucha, afecto y comprensión? ¿Cantidades de padres que han roto su vida familiar porque no fueron capaces de aceptar las realidades sobre las identidades de sus hijos que diferían de sus idealizados conceptos dicotómicos de hombre o mujer como única opción válida en la humanidad?
¿No es hora de mirar más al fondo estos temas?
¿No es hora de que los padres se pregunten por su propia debilidad y la que le atribuyen a sus hijos cuando temen que basta que esté expuesto a la compañía de quien es aceptado por tener alguna otra forma de expresar su identidad sexual u origen familiar eso pervertirá toda la sólida educación que dicen darle en casa?
Importante mensaje de la ministra. Formando al peruano que todos queremos, por Marilú Martens (El Comercio 04 03 2017)
“Esta es una realidad que duele y que no estoy dispuesta a mirar de costado. Debemos evitar todo tipo de discriminación.»
(LT: la preocupación de los padres objetores del currículo ha sido acogida y contestada por el Minedu, pero me pregunto ¿es creíble que cambiar una que otra palabra en el texto del currículo. -que es lo que piden estos objetores- cambiará el sentido de lo que explica la visión del Minedu?. A estas alturas parece un esfuerzo por torcer el brazo del Minedu más que por profundizar el sentido de una educación sexual relevante para estos tiempos, que depende mucho más de la salud mental y capacidad de los docentes-incluyendo las de los colegios religiosos- que de lo que está escrito en el texto del currículo)
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17 03 2017 Con mis hijos sí métete, por Ignazio De Ferrari “Si en el mediano y largo plazo queremos avances más concretos en equidad de género, es necesario llegar a más jóvenes”.
(LT: El desarrollo científico y social y su impacto cultural se observa mejor expresadas en sociedades europeas democráticas desarrolladas que en las mediorientales y africanas teocráticas. Perú está en una transición entre ambas, cuyo punto de llegada parece evidente inclusive para quienes lo temen.
En el ínterin hay intentos por ir contracorriente que serán tan complicados de sostener como cuando había sectores que se oponían a la globalización o al acceso de los jóvenes a internet o facebook.
Sin embargo, una disposición al diálogo abierto por parte de los objetores podría facilitar hallar fórmulas para una convivencia menos traumática durante esta transición. El fanatismo no abona a favor de eso.
Elmer Huerta aporta más elementos para la comprensión científica del tema).
EDUCACIÓN SEXUAL CUESTIONADA -extenso- (León Trahtemberg, FB 03 02 2017)

El ministerio de educación ha cumplido con su responsabilidad constitucional de diseñar un currículo que rija el mundo de los aprendizajes escolares de los alumnos, que están obligados por la misma Constitución a asistir a la escuela para educarse en términos formales. Bajo ese paraguas el ministerio ha planteado un conjunto de competencias a desarrollar en el ámbito de la identidad que aluden al valor de la familia y al reconocimiento de que hombres y mujeres nacen biológicamente diferentes pero iguales en sus derechos, deberes y oportunidades. A eso se le denomina genéricamente “igualdad de géneros”.

Sin embargo, hay un sector de intérpretes del currículo que sostienen que enunciados en el currículo como “construye su identidad”, “vive su sexualidad de manera plena y responsable” y “toma conciencia de sí mismo como hombre y mujer” son un contrabando para introducir lo que denominan “ideología de género”. Esta propondría que la condición de hombre o mujer no queda definida biológicamente sino social y culturalmente, como una opción que cada cual asume conforme va creciendo. Eso implicaría que pueden elegir ser travestis, homosexuales o lesbianas, además de ejercer su actividad sexual plenamente, lo cual a esos padres les parece inaceptable y una intromisión en la visión de educación sexual que quieren inculcar a sus hijos.

Esta interpretación con la consecuente censura al currículo oficial olvida que la razón de ser del sistema educativo es el bienestar de los niños y jóvenes, que tienen derecho a no ser discriminados sea por la conformación particular de su familia o por su orientación sexual. Si ser homosexual o lesbiana se presenta como “perversión”, no solo se carga de dolor, maltrato y discriminación a los hijos de estos padres o a los alumnos que tienen alguna de esas orientaciones sexuales, sino que se les quita la oportunidad a los otros niños de aprender a respetar a cada persona por lo que es y reconocer e interactuar sanamente con las diferentes personas que va a encontrar en su comunidad.

Puedo entender las susceptibilidades de padres bien intencionados frente a un tema que reta sus convicciones y estereotipos construidos en los ambientes negadores de generaciones anteriores y que creen que sus hijos desde pequeños tienen garantizada su heterosexualidad, pero temen por el efecto negativo de un entorno que incluya padres o compañeros homosexuales o lesbianas. Sería bueno que se pregunten ¿cómo quisieran que en la escuela se trate a su hijo o hija si fuera homosexual o lesbiana?

Personalmente pienso que la propuesta del ministerio de educación crea un marco adecuado para el tratamiento del tema, recordando que más allá de lo que esté escrito en el texto del currículo, serán los padres, maestros y propios compañeros de los alumnos con sus actitudes, mensajes, gestos, sentido y contenido de sus comunicaciones los que dejarán las huellas más significativas en la salud mental, seguridad y manejo de la sexualidad de cada alumno.

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LT 05 02 2017 Pepe dice: Soy homosexual. ¿Qué hago?

Después de tanta discusión sobre el currículo y enfoque que debe tener la educación sexual en la escuela -que implícitamente levanta entre sus críticos los temores de los padres a que sus hijos no sean heterosexuales (y en algunos revela la fragilidad de su propia identidad sexual)- quizá es buen momento para ponerse en situaciones muy concretas y preguntarse cuál es el rol de la escuela -los maestros- cuando enfrentan estos temas en el ámbito escolar. Veamos un caso paradigmático.

Pepe es un alumno de 15 años que está en 3ero de secundaria en un colegio muy tradicional. Se acerca al profesor con el que tiene más confianza, que en una ocasión anterior le había expresado su preocupación porque lo veía triste y desanimado, para conversar en privado y le dice: «estoy angustiado, deprimido, triste, no puedo dormir, he bajado en mis estudios porque no me concentro; hace tiempo que tengo claro que soy homosexual pero no sé cómo enfrentarlo con mis padres y compañeros (aunque algunos ya lo intuyen). He hecho enormes esfuerzos por ocultarlo porque no quiero herir ni hacer sentir fracasados a mis padres a los que amo y no sospechan nada. Temo que si se los confieso me van a repudiar, se van a avergonzar con sus amigos, porque cada vez que se ha hablado en casa de otros casos de gays o lesbianas lo han hecho con burla y desprecio. Sé que la confesión perturbará profundamente el ambiente de mi casa y la relación habitual de mis padres conmigo. Esta situación me llena de culpa, inseguridad y temor. Pero ¿qué hago?»

Si Ud. fuera ese profesor, y quisiera ser respetuoso de la integridad emocional de sus alumnos, pero a la vez siente una responsabilidad en relación a los padres que confían que el colegio comparta con ellos aquello que es relevante para la vida de sus hijos ¿qué haría?

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Interesante punto de vista sobre el placer y consentimiento, a propósito del abordaje discutido sobre el tema de la educación sexual.
«While safe sex, contraception, and the inner workings of the reproductive system were mentioned, one thing wasn’t: the concept of pleasure».
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«Our research shows that nine out of ten (89%) young people are not taught about sex in relation to pleasure – instead, what’s being taught is usually focused on the biological basics, how to avoid pregnancies and so on». http://metro.co.uk/2017/03/24/why-sex-education-needs-to-start-focusing-on-pleasure-6531804/#ixzz4cL9hItOB

Muñecas que nutren la empatía de los muchachos. Lauren Spinner(Universidad de Kent en Gran Bretaña), dijo que los niños comienzan a adquirir conocimiento y comprensión de las categorías de género desde los 1 o 2 años. Para las edades de 4 a 6, el deseo de los niños de ordenar las cosas en categorías puede llevar a una visión rígida de género. A medida que se desarrollan más, sin embargo, algunos retornos de flexibilidad, dijo la Sra. Spinner. «Me gustaría ver que todos los juguetes se comercialicen a niños fuera del género», dijo el Dr. Sweet. «La codificación de género de los juguetes tiene un efecto directo en los niños y puede reforzar su idea de la diferencia. Y creo que eso contribuye a estructuras mucho más grandes de desigualdad de género «. Ella señala que en su práctica de psicoterapia, «veo muchas ideas rígidas sobre cómo se supone que es la masculinidad. Lleva a la depresión, la agresión, la ansiedad. No ayuda a las personas a conectarse; no ayuda a las personas en las relaciones «.