Los Andes, Puno, El Tiempo, Piura y regiones 01 11 2015

La tecnología debe transformar la escuela, no suplantar a los docentes. No es una herramienta neutral. Está reescribiendo la manera como pensamos sobre todas las cosas en nuestra sociedad, desde las comunicaciones hasta la seguridad, comercio, privacidad y aprendizaje. Su potencial es ilimitado pero deberíamos ser cuidadosos con su uso para la educación.

El hecho que un estudiante use una laptop u otro equipo electrónico no significa que ocurra un aprendizaje moderno. La tecnología debe estar allí pero debe ser invisible, usarse para inquirir, crear, compartir, investigar, aprender. Lo esencial no es el uso de la tecnología sino el aprendizaje.

Cuando la tecnología se vuelve invisible y los alumnos usan una combinación de libros, internet, entrevistas a expertos, interacción por las redes, se desplaza el foco de la tecnología hacia la investigación, colaboración y comunicación estética de las presentaciones. Cuando la tecnología se vuelve invisible en la escuela, el aprendizaje se convierte en el foco. Esa debería ser la meta de la incorporación de la tecnología a la educación.

En cuanto al software, debemos ser escépticos sobre su capacidad para individualizar el aprendizaje en la medida que su diseño aspira a que los alumnos aprendan los mismos contenidos definidos por los estándares comunes para todos. Allí se termina la personalización de la enseñanza que debiera darles la oportunidad a los alumnos a escoger lo que quieren aprender, y en particular focalizarse en sus fortalezas en vez de hacerlo en sus debilidades.

Chase y Lehmann frasea bien la visión de un colegio que hace un uso inteligente de la tecnología. Dice que cuando se hace bien, los colegios ayudan a los alumnos a aprender a encontrarle sentido a sus vidas. Cuando se hace correctamente, los colegios pueden ayudar a los alumnos a convertirse en ciudadanos activos. Cuando se hace con cuidado, los colegios pueden ayudar a los alumnos a aprender a cuidar uno al otro. La tecnología por sí sola no puede hacer ninguna de estas cosas. (Building Schools 2.0 de Lehmann y Chase, pags. 57/59, 215/6 y 221/3)

En suma no se trata de que la tecnología suplante la escuela o a los maestros, sino que la transforme como el centro de una comunidad de aprendices.

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