200 años de esclavitud en la educación peruana por León Trahtemberg, Revista Padres-Cosas # 200 del 03 03 2015

Entre la tradición y la vanguardia
200 AÑOS DE ESCLAVITUD (EDUCATIVA)
El enfoque de la educación ha cambiado mucho en los dos últimos siglos, pasando de las “escuelas fábrica” a los centros que potencian el aprendizaje a partir de modernos métodos de enseñanza. ¿Dónde está el Perú?
Por León Trahtemberg

Con la Revolución Industrial que trajo la creciente industrialización urbana a en Europa vino la demanda para dar enseñanza primaria a la población urbana que antes estaba reservada para los hijos de las elites políticas y económicas, a cargo de las congregaciones religiosas. Pese a no contar con suficientes recursos estatales y profesores debía ser una educación pública, masiva y gratuita. En ese contexto se impuso el método de “enseñanza mutua” creado por Joseph Lancaster (1778 – 1838). Con un solo maestro se podía enseñar a 1,000 niños, organizando la escuela como una gran fábrica ubicando a los niños en bancas muy largas en cuyo extremo se ponía al alumno más adelantado (monitor). El profesor hacía una exposición verbal seguida de ejercicios de repetición memorística y luego el monitor enseñaba a los 10 niños a su cargo.

En vez de cuadernos y lápices, usaban pizarras y cajones de arena para dibujar y repetir las letras o números hasta haberlos memorizado completamente. La disciplina era muy estricta y el maestro actuaba como un comandante militar, dando las órdenes para que todos hagan lo mismo al mismo tiempo. Para evaluar a los alumnos se les colgaba del cuello unas tarjetas de madera señalando sus méritos o deméritos.
Cada mañana los niños se formaban en línea para la inspección de la cara, manos y uñas, ropa limpia, zapatos o pies sin lodo. Al toque de una campana marchaban hacia las mesas y a la orden del monitor se arrodillaban para rezar. Estudiaban lectura, escritura, aritmética y doctrina cristiana. Los indisciplinados eran castigados haciendo que se arrodillen y pongan los brazos en cruz; recibían azotes, les colocaban grandes orejas de burro y enviados a la esquina del salón.

También podían ser recluidos en el cuarto oscuro. El libertador Simón Bolívar visitó una de estas escuelas en 1810 e invitó a Lancaster a Caracas donde se casó, permaneciendo entre 1825 y 1827, influyendo en la educación de toda la región bolivariana. Precisamente cuando San Martín creó la Primera Escuela Normal de Varones del Perú en 1822, decretó que “se establecerá una Escuela Normal conforme al sistema de “enseñanza mutua” bajo la dirección de don Diego Thompson” un reconocido discípulo de Lancaster.

Las constituciones de 1823 y 1828 señalaron que el estado asumía la responsabilidad de garantizar la Instrucción Primaria gratuita a todos los ciudadanos, incluyendo a las mujeres a las que se orientaba hacia el patriotismo y las habilidades domésticas para ser buenas esposas. Recién en 1850 cuando Castilla promulga el Reglamento de Instrucción Pública se omite la alusión al método lancasteriano debido a las fuertes críticas que recibía por sus escasos logros que exhibía y la disciplina tan severa. La recuperación económica luego de la Guerra del Pacífico con una creciente clase media que veía la educación como un medio para la movilidad social y económica empujó la expansión de la cobertura educativa. Los sucesivos gobiernos peruanos desde 1876 contrataron educadores alemanes, franceses y luego en el siglo XX contrataron belgas, norteamericanos y suizos, tanto para el Ministerio de Educación como para dirigir las Escuelas Normales

Dado que para 1902 solo 23% de los peruanos de 6 a 14 años podía leer y escribir José Pardo creó la Escuela Normal de Varones destinada a formar preceptores para la enseñanza primaria y de segundo grado, bajo la dirección del belga Isidoro Poiry reemplazado en 1909 por el estadounidense Mac Knigth (Columbia)

CORRIENTES PEDAGÓGICAS

En el siglo XX se desarrollan en Europa y Estados Unidos nuevas tendencias pedagógicas en las que se reconocía al alumno como participante activo de su aprendizaje, esperándose que el profesor sea capaz de conectarse con su interés y motivación natural, permitirle que sea vital, espontaneo, autónomo, libre para pensar y crear, destacándose las propuestas de Dewey, Montessori, Decroly, Plan Dalton, Winnetka, el método de proyectos, etc. También la pedagogía se vio fuertemente influenciada por la psicología experimental de Alfred Binet, Jean Piaget, Alfred Adler, Jerome Brunner, Howard Gardner y desde la filosofía y sociología aportaron lo suyo Bertrand Russell, Eduardo Spranger, Lev Vigotsky, Emile Durkheim entre otros.

Paulatinamente se fue asumiendo que la inteligencia no era algo estático ni genéticamente determinado, sino que era plástica y podía evolucionar en el tiempo. El psicólogo más influyente en la educación de nuestros tiempos sigue siendo Howard Gardner (Harvard) con su teoría de las inteligencias múltiples que desmitifica la exclusividad de las inteligencias lógico matemática y verbal para agregar la visual-espacial, musical, corporal kinestética, intrapersonal, social o interpersonal y naturalista. Los profesores deben trabajar con todas ellas.

Este siglo también vio un giro desde el aprendizaje conductista, que asumía que hay un saber universalmente reconocido que viene al alumno desde afuera a través de programas y libros cuyo aprendizaje debe repetir y memorizar, hacia el aprendizaje socio-constructivista, que asume que el conocimiento se construye desde adentro del alumno en su interacción con objetos, personas, recursos, la naturaleza, por lo que el rol de los programas, libros y maestros deben ser facilitadores y no prescriptores del aprendizaje.

REVOLUCIÓN EDUCATIVA

Con motivo de la Revolución Industrial los valores del mundo de la empresa pasaron a constituirse en los pilares de la educación escolar. Así como en las fábricas, también en la escuela había una jerarquía a cargo de un capataz (maestro) que ejercía un control dictatorial sobre los trabajadores pasivos. Las tareas tenían respuestas limitadas y previsibles. El currículo se dividía por compartimentos, aritmética, lectura, escritura y doctrina cristiana, sin ningún significado ni visión colectiva. Este modelo dejó de ser funcional en un mundo laboral con organizaciones chatas, que esperan una mayor autonomía del trabajador, que asuma responsabilidades, identifique y resuelva problemas por sí solo, se adapte flexiblemente a los cambios, pueda lidiar con tareas no rutinarias que tienen que analizar y resolver.

Tampoco el docente puede seguir siendo el capataz de los alumnos. Debe ser una facilitador de sus iniciativas autónomas. Las tareas no pueden ser repetitivas ni enciclopédicas, porque deben enfatizar las habilidades para aprender a aprender e investigar lo nuevo. El currículo debe ser una plataforma de aprendizajes interdisciplinarios, con temas transversales, proyectos, investigaciones, incluyendo temas de actualidad y análisis de escenarios futuros posibles sobre los cuales actuarán los alumnos.

EL SIGLO XXI

Hoy en día lidiamos con nuevos temas familiares que tienen un fuerte impacto educativo. Hay un nuevo paradigma de “padres fuera de casa”, (y de pronto en la casa por la pandemia), “empleo inestable” y teletrabajo, esperanza de vida longeva que hace ridícula la “jubilación a los 65 años” (con muertes prmaturas por COVID), “residencia internacional” con familias dispersas. Hay un contexto internacional lleno de tensiones con impacto educativo: el comercio y empleo pasó a ser globalizado; cayó el comunismo y el fundamentalismo radical islámico afecta el orden mundial.

En ese contexto el Perú tiene treinta millones de habitantes que mantienen un modelo de estado que es incapaz de proveer los servicios básicos de educación, salud y seguridad ciudadana. Sumado a ello todos los países enfrentan nuevos retos planetarios: calentamiento global, terrorismo nuclear y bioquímico, falta de agua y combustibles. La transparencia mediática permite develar cientos de casos de corrupción de presidentes, alcaldes, congresistas, jueces, policías, etc. que relativizan todas las dimensiones éticas y morales a las que aspira la nación que sean inculcadas en la escuela. El materialismo y consumismo nos enfrenta a problemas de obesidad, desórdenes de alimentación, narcisismo, hedonismo, embarazos precoces, consumo de drogas y alcohol, etc. La cibernética nos enfrenta con retos antes inimaginables como el uso escolar de laptops, internet, facebook, smartphones, el cyber bullying, etc.

Sumado a todo ello tenemos que lidiar con dos superministros mundiales de la educación: las pruebas PISA (europeas), que definen los criterios de calidad educativa para todos los países jaqueando a sus propios ministerios, y los gigantes del mundo digital como Microsoft, Apple, Google (norteamericanas), cuya presión para consumir sus equipos y software en los colegios doblega cualquier intento de decisión nacional que no los considere esenciales.

Toda esta carga de “hacer lo que todos hacen” deja un muy pequeño margen de maniobra a cada familia para definir qué es lo que conviene a sus hijos, de modo que tengan las mejores opciones educativas para su vida presente y ulterior. Las alternativas son básicamente dos: mantenerse con la corriente de lo que ”todos hacen” o “lo que siempre se ha hecho”, o dar un paso hacia adelante para sumarse a propuestas de vanguardia que se basan en los pilares de la buena educación requerida para el siglo XXI. No es una decisión fácil, pero es crítica para la vida de sus hijos.

 

Versión breve en la web de Padres-Cosas: http://cosas.pe/padres/tendencias/5507-200-anos-de-esclavitud

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Versión completa en la revista impresa (Padres # 200 Cosas) 03 Marzo 2015