Correo 24 01 2014

¿Sabe cuáles son los requisitos para que un alumno pase desapercibido a lo largo de sus once años de vida escolar? Tener notas alrededor de 15 y no hacer bulla. Eso le garantiza al alumno que jamás nadie le pregunte ¿cómo estás?, ¿cómo te sientes?. Así el alumno esté con serísimos problemas personales, sociales, familiares, de salud… como no tiene jalados y no molesta, los profesores suponen que debe estar bien.
Por otro lado, ¿cuántos alumnos que están en los primeros lugares con altísimas notas viven con un estrés enorme por la competencia, con úlceras, estreñimiento, dificultad para dormir, conflictos sociales, porque están todo el tiempo en carrera para sacar las mejores notas?

¡Cuánto sufrimiento acumulado en los niños que jamás es detectado por los profesores o padres porque solamente se fijan en sus notas!… Por eso es que un alumno que quiere que le presten atención y hacerse notar sabe que la receta es salir jalado o tener mala conducta, emborracharse, drogarse y demás.

Si tan solo tener buenas notas fuera evidencia de éxito… Pero no hay evidencias de esa relación. Es más, hay alumnos que se preocupan tanto por las notas que se vuelven muy complacientes con los profesores y pierden espontaneidad, creatividad, capacidad crítica y social, etc. que son habilidades decisivas para su éxito futuro.

Dicho todo esto ¿no sería mejor alguna otra forma de evaluar cómo anda su hijo (a) más allá de las notas escolares?

Entrevista con Nora Rodríguez, pedagoga y autora de «Neuroeducación para padres» (España)

«Muchos niños son brillantes aunque sus notas digan lo contrario»

«Los aprendizajes que ocurren muchos antes de que estén preparados para ello dañan la autoestima y generan altos niveles de estrés. Esto a la vez se convierte en un modo de entender el aprendizaje con dolor, un dolor emocional que impide avanzar. Hoy la pedagogía actual sustituye esto con nuevos recursos, como por ejemplo, saber cuál es la mejor edad para aprender ciertas cosas».

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El error de intentar medirlo todo. En un mundo evaluado por ‘likes’, algoritmos, indicadores y objetivos, los números no deben ser inmunes a la crítica. Estos parámetros son siempre reduccionistas. De entrada, porque la medición se refiere fundamentalmente a la parte cuantitativa de las cosas. Quien mide, inevitablemente, presta mayor atención a las dimensiones que se dejan medir mejor, de manera que éstas son privilegiadas en relación con otros aspectos de la realidad. La cuantificación hace que destaquen determinados aspectos, e invisibiliza a otros. La lógica de la medición tiene ciertos efectos secundarios. A menudo el impacto y la imagen se valoran más que el contenido

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