Alfie Kohn escribió hace tiempo un interesante libro cuyo título en castellano sería «Castigado por las Recompensas» («Punished by Rewards», Boston, 1993), en el cual detallaba los efectos destructivos de las recompensas que dan los profesores a los alumnos. Allí cuestionaba las premisas usuales que usan los profesores y padres respecto a la naturaleza de la motivación de los niños, con argumentos que siguen siendo vigentes.

Kohn sostiene que los castigos y las recompensas no son conceptos opuestos, sino más bien dos caras de la misma moneda. Ambas son formas de control, una por sanción y la otra por seducción. Si las personas hacen algo por la recompensa, el objetivo de la recompensa desplaza la curiosidad y voluntad interna de hacer algo por el placer del descubrimiento. Las investigaciones demuestran que las personas que son recompensadas por sus logros tienden a buscar las tareas más sencillas para alcanzar la meta. Las recompensas solo motivan a los alumnos a procurar obtener más recompensas. Eso erosiona la motivación interna y usualmente ocurre a expensas de la creatividad y la capacidad de correr riesgos.

Kohn alude a por lo menos 70 investigaciones que muestran que las personas que son recompensadas están menos dispuestas a continuar su trabajo cuando se retiran las recompensas, comparado con personas a las que nunca se les prometió recompensa alguna. Mientras más se recompense a los niños con notas por sus estudios, menos interés tendrán los alumnos por las materias de estudio. No ayuda en nada a la autoestima de los alumnos decirles «haz x para recibir y» ni darles premios para que logren los objetivos que otros les han propuesto.

Kohn sostiene que si un profesor debe dar notas obligado por las regulaciones institucionales o nacionales, debe hacerlo de tal manera que los alumnos se olviden que esas notas existen. Además, sugiere que nunca se den notas por el esfuerzo, mucho menos con notas separadas del rendimiento. Las notas y otras recompensas o castigos ayudan a entender por qué los alumnos desisten de sus esfuerzos por estudiar.

¿Qué significa para un alumno que no logra buenos resultados que le den una alta nota por esfuerzo? Simplemente se le está reconociendo su incapacidad de lograr más. Lo felicitan por lo poco que logra. A la inversa, si una persona logra mucho y tiene baja nota en esfuerzo, simplemente le están alimentando su soberbia. Finalmente, colocar notas por esfuerzo libera a los profesores de su responsabilidad de comprometer a todos los alumnos con el estudio. Les da un arma para culpar a los alumnos de no aprender porque no ponen suficiente esfuerzo de su parte. Además, el establecimiento de estándares externos iguales para todos, que son medidos por los profesores, convierte a éstos en entrenadores que procuran que sus jugadores alcancen el objetivo más que en educadores que se ocupan del mejor desarrollo posible de cada alumno.

En otra dimensión, las notas ordenan los méritos de los alumnos unos sobre otros, convirtiéndolos en rivales más que en colaboradores.

Por todo ello Kohn recomienda a los padres que planteen a los colegios que hagan de las notas elementos lo más invisibles e irrelevantes posibles, de modo que se dé la oportunidad a los alumnos de encontrar el material de estudio intrínsecamente interesante.

Si hubiera que resumir el libro de Kohn en un párrafo diríamos que no podemos obtener nuestras metas de largo plazo haciendo que los alumnos hagan siempre las cosas que nosotros les exigimos desde fuera de éllos. Las recompensas, al igual que los castigos, siempre son estímulos para llevar a que la gente haga lo que otros quieren. En esa perspectiva, no se les ayuda a asumir responsabilidades por su propia conducta, ni a desarrollar una sensación de preocupación genuina por los otros, ni a trabajar creativamente y convertirse en estudiantes que se entusiasmen con el estudio por el resto de su vida. Las recompensas, al igual que los castigos, erosionan progresivamente estas metas.

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