Ponencia de León Trahtemberg en el XV CONGRESO INTERNACIONAL «El poder y sus transformaciones: una mirada psicoanalítica» organizado por la XXVI Promoción del Centro de Psicoterapia Psicoanalítica de Lima (CPPL) 10 de noviembre 16:30 a 18:00 hs. MESA «Educación, Medios y Poder”

Para ser bien educado, debes haber sido mal educado”, por León Trahtemberg, 10/11/2012

La paradoja del trinomio Poder, Medios y Educación, es que los mismos intereses del Poder que se hacen presentes para gobernar o modelar a los Medios (para lograr el control político, social, cultural y el estímulo al consumismo) se hacen presentes para impedir el despegue de la Educación hacia la libertad. Esta, en nombre del bienestar incluyente de todos los peruanos, sería la llamada a formar individuos capaces de confrontarse con los intereses del Poder que también gobiernan a los Medios para alcanzar el equilibrio propio de la vida en democracia.
Por eso, solo en casos de excepción se logra que la Educación sea una plataforma relevante para producir ciudadanos capaces y motivados para llevar adelante los cambios que se requieren para beneficio del conjunto de la sociedad.
No parece que será diferente en el futuro previsible. Las preguntas son: ¿Cómo sería esa educación? ¿Quién quiere ser parte de la excepción? ¿Qué está dispuesto a hacer para lograrlo?

INTRODUCCIÓN

Arranco con un título que dice que “para ser bien educado (en términos de ser un buen ciudadano, integrado, equilibrado, proactivo, innovador, a tono con los tiempos) debes haber sido mal educado” (en el sentido de no haberse conformado con lo establecido y haberse rebelado, resistido y confrontado con el intento manipulador de conciencias, estandarizador y vaciador de personalidades del sistema educativo) porque quien opte por estas posturas será mal visto y reprimido por el sistema educativo.

Hay un par de alternativas ideológicas por los que los promotores del sistema educativo y de los colegios públicos y privados pueden optar. Una es la de los que creen que la escuela debe ser el espacio de acotamiento homogenizador de los alumnos para producir el perfil del alumno que se necesita para nuestros tiempos: conservador, reproductor y alineado con lo establecido, comprometido con las normas de vida vigentes, lo cual se perpetuará a través de las personas educadas bajo el mismo paraguas. Otra es la de los que creen que la única manera de mejorar el mundo, cambiar lo que está mal y proponer nuevas rutas para el bienestar colectivo es que la escuela sea un espacio de diferenciación y razonamiento libre, de reflexión y deliberación genuina, confrontación con lo establecido, rebelión sana, incorporación de la realidad a sus quehaceres con el propósito de conocerla y proponer alternativas para que sea más satisfactoria.

El problema es que son muchos más los primeros que los segundos, que tienen que remar contra la corriente aún si su propuesta se aproxima más a lo que aporta la investigación científica psicológica, sociológica y pedagógica más reciente.

Si un alumno tiene la motivación para mejorarse a sí mismo y al mundo que lo rodea pero se encuentra en un colegio que aspira al “status quo”, tendrá dos opciones: alinearse con la propuesta ideológica de su colegio (no hables, no te muevas, no opines, no cuestiones las normas, no, no, no) o rebelarse. En este último caso (que seguramente le es muy familiar a la comunidad de psicoterapeutas), el alumno que es mentalmente sano y fuerte, se incomoda y rebela porque se ahoga en la rigidez del sistema, pero es visto como un díscolo rebelde, merecedor de desaprobaciones y sanciones. Ese alumno que visto de un cierto modo es un activo estratégico para mejorar el mundo, en el sistema convencional es obligado a agachar la cabeza si quiere sobrevivir en la escuela (a contrapelo de nuestro himno nacional). En suma, para ser bien educado (respecto a los parámetros homogenizadores de las estructuras tradicionales), el alumno debe prestarse a ser mal educado (respecto a los parámetros del compromiso con un mundo mejor).

Sin embargo, los padres de familia y educadores del común de los colegios no necesariamente son conscientes de esto y creen de buena fe que les están dando las mejores oportunidades a sus hijos. Esa es la evidencia de que tuvieron éxito los diversos vehículos de formación de estereotipos referidos a aquello que es “bueno para mis hijos”. Estos siguen las reglas de los criterios tradicionales marcados por las elites y sus instituciones que se convierten en referentes para el resto, sumados a una fuerza mediática que aspira a tener consumidores pasivos y a la vez un fuerte marketing publicitario que encuentra en los medios de comunicación un poderoso espacio para perpetuar el consumo de lo que se considera prestigiado.

En los siguientes párrafos aludiré a los temas de esta introducción

1) ¿QUÉ TIENEN EN COMÚN COCA COLA Y PAPA NOEL?

Mediante una investigación hecha por Sheena Iyengar (The Art of Choosing, Pag 159-163) quiso averiguar por qué la gente prefiere Coca Cola sobre Pepsi Cola a pesar que la diferencia casi imperceptible está en que Pepsi Cola es un poco más dulce y Coca Cola tiene un ligero toque de hoja de Coca (sin cocaína). El resto es lo mismo: cafeína, saborizante, azúcar.

Cuando se hacen tests ciegos de preferencias por el gusto por una u otra bebida, los resultados salen aleatorios, 50/50%. Cuando se hacen tests mostrando la marca salen 75%/25% para Coca Cola, aún cuando ambas se embotellen con contenido de Pepsi. Es decir el test sensorial sale 50/50%. El test de marca sale 75%/25%. Hay una conexión emocional con Coca Cola que no hay con Pepsi Cola.

La razón es inconsciente. Desde su invención en 1885 Coca Cola se metió en la mente de los consumidores norteamericanos como parte de la cultura norteamericana. Entendieron que la marca vale más que el producto y sobre eso trabajaron consistentemente apareciendo en revistas, películas de Hollywood, comerciales de TV, banderolas en el Time Square de Manhattan -desde 1932-; incluso se embotellaba Coca Cola detrás de las líneas de fuego de los americanos durante la IIGM y se divulgaban imágenes de jóvenes embotellando Coca Cola para los soldados. Cuando cayó el muro de Berlín, la propaganda de Coca Cola era una piedra del muro en una mano y una lata de Coca Cola en la otra.

Pero el más fuerte logro fue convertir a Papa Noel en el símbolo de Coca Cola. Durante años Santa Claus era representado por diversos personajes de color azul, amarillo, verde; solía ser un personaje alto, flaco, serio. Hasta que Coca Cola le encomendó al dibujante sueco Haddon Sundblom hacer un dibujo que mostrara a San Nicolás repartiendo Coca Cola a los niños sedientos del mundo. Allí apareció el personaje de estatura media, gordo, con barba blanca, sonriente, bonachón, y los colores rojo y blanco de Coca Cola en su vestimenta. De allí en adelante, en el imaginario colectivo occidental ese es Santa Claus, y así se le representa en películas, publicidad, etc. Así, Coca Cola se asoció con un sentimiento de libertad (IIGM, Muro) y afecto, agrado, bienestar (Papa Noel) lo que se apuntala con la publicidad en el mundial de futbol y tantas otras publicidades que apuntan al niño que hay dentro de c/u.

2. IMPACTO EN LA EDUCACIÓN

Esa presión uniformizadora creadora de los “sentidos comunes culturales” comunicados por los medios, (sustentada en una resignada complacencia pasiva), que a su vez construyen las lealtades de sus consumidores procurando que se inserten en el canal de “no pienses, no cuestiones, consume”, aplicada al campo de la educación nos lleva a creer muchas cosas y actuar en consecuencia pese a que no tienen mucho sustento científico -si alguno-. Veamos a manera de ejemplo 10 de ellas.

1). Los colegios que ponen rigurosos exámenes de ingreso selectivos y se deshacen de alumnos que se portan mal o rinden bajo el estándar, ofrecen una mejor educación que los de matrícula heterogénea.

2). Mientras antes empiecen a leer y escribir los alumnos –a los 5 años inclusive- tanto mejor.

3). Las matemáticas dan más ventajas que el arte o las habilidades sociales.

4). Los alumnos deben desarrollar hábitos de estudios que incluye un horario y lugar fijo para estudiar, no comer, no tener ruidos de fondo ni música ó TV

5). Es importante que los colegios dejen tareas con notas a los alumnos.

6). Los módulos de juego de plástico en los parques o jardines escolares son más seguros que jugar trepando árboles y ramas.

7). Tolerancia cero frente al bullying significa deshacerse del agresor.

8). A los 16 años ya hay que saber qué carrera profesional hay que seguir.

9). La universidad es para todos una mejor opción que la formación tecnológica

10). Los alumnos deben dedicase a estudiar en la universidad y dejar el trabajo para después de graduarse.

Todos esos enunciados son parcial o totalmente falsos. Veamos

1). Los colegios que ponen rigurosos exámenes de ingreso selectivos y se deshacen de alumnos que se portan mal o rinden bajo el estándar, ofrecen una mejor educación que los de matrícula heterogénea.

Todo lo contrario. Los profesores de grupos heterogéneos e inclusivos se ven forzados a desarrollar estrategias más diversas para el abordaje pedagógico que permita sacar adelante a todo tipo de alumnos, las cuales resultan mucho más abarcativas que aquellas que se requieren para enseñar al segmento superior. Esas capacidades que ponen en juego los profesores que son conscientes de las diferencias individuales, benefician al conjunto de los alumnos.

2). Mientras antes empiecen a leer y escribir los alumnos -5 años inclusive- tanto mejor

Hay aproximadamente 1/3 de alumnos que posiblemente tengan la madurez (no necesariamente la inteligencia) para aprender antes que el resto a leer y escribir, pero la mayoría requiere más tiempo. Un colegio que se enfoca en que todos aprendan a los 5 años está maltratando a la mayoría y el beneficio de apostar a los más maduros no garantiza que estos sean mejores alumnos -en el tiempo- que aquellos que se toman más tiempo para madurar y aprender sin apremios las bases de la lecto-escritura, con la solidez de los avances graduales consolidados y la motivación y disfrute que derivan de un aprendizaje placentero.

3). Las matemáticas dan más ventajas que el arte o las habilidades sociales.

Cada vez se acumula más evidencias de que las habilidades artísticas y sociales ofrecen mucho más ventajas en la vida que el dominio de las matemáticas. Estas corresponden tan solo a una de las áreas de las inteligencias que pueden cultivar los alumnos, y no necesariamente es aquella en la que los alumnos evidencian más fortaleza de carácter, creatividad, capacidad de comunicación y curiosidad científica.

4). Los alumnos deben desarrollar hábitos de estudios que incluye tener un horario y lugar fijo para estudiar, no comer, no tener ruidos de fondo ni música ó TV

Esta visión lineal pudiera ser recomendable para alumnos híper activos y con problemas de concentración, pero el común de los alumnos tiene una organización personal de sus tiempos, energías, concentraciones muy diversas que pueden expresarse en distintos lugares y momentos del día. Hay alumnos con gran capacidad de trabajo noctámbulo, otros más bien son madrugadores y el resto está en todo el abanico de posibilidades. Además los niños y jóvenes de estos tiempos tienen una gran capacidad de hacer varias cosas a la vez sin que eso los perturbe en su concentración. Hay alumnos que necesitan moverse para concentrarse; otros necesitan romper la monotonía del espacio físico y el silencio para poder estimular su cerebro y enfocarse en las tareas.

5). Es importante que los colegios dejen tareas con notas a los alumnos.

No hay investigación alguna que señale que hay una relación directa entre el volumen de tareas para la casa y los aprendizajes de los alumnos. Más bien el efecto parece ser indiferente o hasta contraproducente. Si bien hay tareas que pueden tener un efecto benéfico (si son dosificadas, accesibles, productoras de disfrute al realizarlas) su posible efecto positivo es poco frecuente porque requiere de una importante dedicación de tiempo y pensamiento creativo de parte de los profesores que las asignan. Además, si las tareas tienen nota se convierten en un factor de tensión para el profesor (que debe corregir decenas de tareas diariamente) y para los alumnos (que deben hacer cosas que les parecen insulsas o inaccesibles, por temor a la mala nota tienden a copiar o a pedir ayuda de profesores particulares o padres). En no pocos hogares “hacer las tareas” es el motivo diario de conflicto entre padres e hijos.

6). Los módulos de juego de plástico en los parques o jardines escolares son más seguros que jugar trepando árboles y ramas.

La noruega Ellen Sandseter (U. Queen Maud) encontró en Australia e Inglaterra serias desventajas en los parques de juego para niños que son extremadamente seguros ya que producen más lesiones que los tradicionales juegos para trepar árboles. Eso suena contra intuitivo pero en realidad es bastante lógico, si se toma en cuenta que un niño que intuye que está súper protegido de cualquier lesión, será menos cuidadoso en sus escalamientos que aquél que tiene que aprender a estar alerta por sí mismo. Al usar juegos “menos seguros” las lesiones son mínimas, porque los niños tienden a asumir riesgos de modo progresivo. Primero, una escalada no muy alta; conforme se sienten seguros y hábiles, van escalando más alto. Si se deja al niño desde pequeño que vaya encontrando su nivel de riesgo adecuado a sus capacidades, aprenderá a asumir riesgos calculados y sufrir muy pocos accidentes, lo que de ocurrir, rara vez causarán daños permanentes físicos o emocionales.

7). Tolerancia cero frente al bullying significa deshacerse del agresor.

Al hablar de bullying suele mencionarse a dos actores: el agresor y el agredido. Se piensa que si se elimina al agresor se aliviará al agredido, olvidando que el agresor también es alguien que debe ser recuperado y que el agredido que no aprende sobre los factores de su personalidad que lo llevan a ser el continuo agredido lo seguirá siendo aún en ausencia del agresor ocasional. Las investigaciones más recientes muestran el rol decisivo que suelen tener los testigos, y la diferencia entre ambientes en los que estos son indiferentes o aliados pasivos del agresor y aquellos en los que toman posición para contener al agresor. En ese último caso, ganan todos y aprenden a ser tolerantes y a convivir más armónicamente.

8). A los 16 años ya hay que saber qué carrera profesional hay que seguir.

Esto es tan absurdo que ya no requiere mayor explicación. Los jóvenes de esta generación vivirán 100-120 años durante las cuales tendrán que acumular grados, títulos, diplomas, especialidades, al menos una más cada década. ¿Es posible creer que a los 16 años tengan todo eso resuelto? Por lo demás, en el momento de mayor desorden y desorganización interna de sus vidas se les pide que tomen una decisión lúcida, ponderada, sensata, con implicancias de largo aliento. Finalmente, las personas tienen habilidades y capacidades múltiples. ¿Con qué criterio inequívoco podrían elegir una de ellas y dejar las otras de lado?

9). La universidad es para todos una mejor opción que la formación superior

En Alemania, Francia, Suecia, Corea, y otros países que ofrecen educación tecnológica superior ésta suele ser una mejor opción para una parte de la juventud -especialmente la que no tiene grandes talentos o ambiciones académicas- comparada con la que ofrecen las tradicionales carreras universitarias. El prejuicio de que es mejor ir a la universidad (porque abre más puertas profesionales y opciones para investigación y estudios posteriores) solo tiene fundamento para una parte del estudiantado.

10). Los alumnos deben dedicase a estudiar en la universidad y dejar el trabajo para después de graduarse.

Casi toda entrevista a los egresados de una carrera técnica o profesional incluye la pegunta sobre “experiencia previa” acumulada. Quien no la tiene, reduce sus oportunidades de empleo. Agreguemos a eso que jamás el aula universitaria podrá reemplazar el contexto de un espacio laboral, así como éste no podrá reproducir el ambiente analítico y académico de la universidad. La articulación entre ambos es de lejos la mejor opción, además de las otras ventajas que ofrece al estudiante aprender a organizarse y disciplinarse para ser un trabajador competente y apreciado..

3. EN SUMA

Repito que parto de la presunción que los padres actúan de buena fe pero renuncian a su libertad para buscar lo que es mejor para sus hijos y en cambio prefieren anclarse en lo que “hacen los demás” (los prestigiados) por miedo a equivocarse, y en busca de teneros los seguros externos que les garanticen que están haciendo lo mejor para sus hijos.

Esta presión autoritaria, totalitaria, uniformizadora de los mensajes que propalan los medios puede convertir a las personas en fácil presa de cualquier dogmatismo, como lo vemos con los creyentes acríticos de que el mercado resuelve todos los problemas económicos y sociales, o el caso de los partidarios de Abimael Guzmán a quienes les han hecho creer que fue un luchador social por la justicia que está injustamente preso y merece ser amnistiado, o aquellos que creen que basta que su hijo asista a un colegio en el que hay inglés intensivo, tecnología y bachillerato internacional para que le vaya bien y tenga éxito en la vida.

Una persona bien educada es la que se atreve a hacer “B” cuando todos hacen “A”, que puede ir contracorriente para perseguir sus metas e ideales, que no se conforma con hacer lo que todos hacen, que se aleja de la homogeneidad y lucha por ser diferente; que siempre tiene presente la pregunta “si hay 100 profesionales con el mismo diploma que tú, ¿por qué habría que elegirte a ti?”. Si eres igual a los demás, se elegirá al más barato. Si eres diferente y esa diferencia agrega valor, te elegirán a ti.

Lamentablemente el Perú no se ha caracterizado por formular una educación que sea una plataforma relevante para producir ciudadanos capaces y motivados para llevar adelante los cambios que se requieren para beneficio del conjunto de la sociedad. Es evidente que el Perú vive una resignada agonía de su educación y que los egresados de generaciones anteriores actualmente en el Poder no tienen la visión, capacidad, convicción y/o fortaleza requerida para asumir su transformación como un reto central de nuestra sociedad. Por eso las autoridades no saben qué hacer con Movadef, con el resurgimiento de Sendero Luminoso, con los movimientos sociales que se oponen a la minería, con el tránsito caótico de todas las capitales, con la inseguridad ciudadana, con la corrupción, etc. Se ha educado a una generación de autoridades que incluye a demasiados resignados complacientes, sin energía rebelde, que buscan su salvación personal pero no son capaces de confrontarse públicamente con los males del país para provocar un significativo cambio de rumbo.

Hace falta un movimiento de sana rebelión por parte de los padres, capaz de confrontar los paradigmas obsoletos aún omnipresentes para dar la verdadera batalla por la mejor educación de sus hijos. Esa rebelión empieza en su propio entorno por cada uno de los padres y educadores que tienen niños y jóvenes a su cargo.

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